Los empresarios del transporte son el sector de
negocios que tienen la peor imagen entre sus clientes. La tasa de
rechazo a sus prácticas abarca hasta a los propietarios de vehículos
privados que se sienten lastimados por la conducta de los empleados de
estos.
Sin embargo, nada les ocurre, nada pasa. Tienen el apoyo y la complicidad del poder.
Las
carcachas que ruedan por las vías públicas violan todas las leyes y las
autoridades las tratan como si fueran modelos del año. Pero se ensañan
contra alguien que olvidó el cinturón de seguridad.
Los
camioneros son dueños de la carga, en ejecución de un monopolio que
perjudica a dueños de empresas y consumidores, y nada les ocurre.
Los
choferes de guaguas y minibuses son dueños de las vías, matan y golpean
a los que les hacen competencia, cobran operación de rutas como si
fueran la autoridad y todo tranquilo.
Ahora el tema es el precio.
En una rueda de prensa de la autoridad del transporte los que se las
lucieron fueron ellos. Estaban como jefes de las operaciones diciendo y
estableciendo precios, no obstante lo que pedían los consumidores. Y
nada que hablar de la supresión de los privilegios que reciben. Además
de un trato especial en todo lo que significa la aplicación coercitiva,
les brindan subsidios de los combustibles, no importa el precio que
estén pagando los demás ciudadanos.
Pero mientras el público
sufre el enflaquecimiento de su poder de compra, los políticos, esos
presuntos defensores, inadvierten la negativa de los transportistas a
bajar el precio.
Por ejemplo, la diputada Miriam Cabral, del
comité político del Partido de la Liberación Dominicana urge la reunión
de ese organismo porque el pueblo está pidiendo la reelección de Danilo
Medina; los perredeístas están ocupados por la Federación de Municipios
y reúnen a sus síndicos de todo el país para elegir su representante
ante la Fedomu; los dirigentes del Partido Revolucionario Moderno
vuelven a juramentar a disidentes del PRD en La Romana, que se anotan a
favor de Luis Abinader.
Del reformista nada se sabe que no sea su
interés en captar jóvenes. Mientras Quique Antún alista la sábana de su
campaña electoral, los partidos pequeños atisban para ver con cuál de
los grandes sueldan una relación de beneficios para el 2016.
Sin duda, los partidos son aliados de los empresarios del transporte. Estos acarrean ovejas.
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