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domingo, octubre 05, 2014

Reelijamos el estilo de Danilo

Es un antiguo estilo de algunos sectores del país mantenerse lo más cercano al poder todo el tiempo, con el que se acaba de ir y quiere volver, o con el que está y no quieren que se vaya.
Esos fervorosos del poder no quieren ver una ciudadanía dinámica emergiendo del atraso y conquistando niveles de desarrollo ciudadano para ponerse al nivel de las llamadas sociedades desarrolladas. Prefieren que todo siga estancado, que no se mueva, y que no deje de recibir ni seguir disfrutando todos los meses el cheque que le gira el Estado. Con todo se puede jugar, menos con eso, porque si le faltara ese estipendio el mundo prácticamente se les acabaría.
Razonan entonces, con la conciencia de su interés,  que debe quedarse el que está o por lo menos que vuelva el que estaba. A los de la oposición no les toca nada “nadita de nada”.
Y ese no es un buen razonamiento cuando usted piensa, como debe pensar,  en el presente y el futuro del país.
Ahora, después del glamoroso discurso de Danilo Medina ante la FAO, la Oficina de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se ha intensificado la idea de que se quede en el poder. Otros opinan que la Constitución no debe ser violentada  o modificada y piden, pues, el regreso al poder del doctor Leonel Fernández.
No se preguntan algo tan sencillo, como eso de “¿qué vendría a hacer Leonel que tras doce años en el poder no haya hecho?. Esos vilordos ni siquiera se ocupan de darle un chance a otros cinco compañeros que se creen con méritos, de dirigir el gobierno nacional.
Piensan los vilordos que pensar en uno de los emergentes es arriesgarse demasiado y que con  el disfrute del Estado “no se juega”. Espetan sin rubor: “O se queda el que está, o vuelve el que estaba”. Así no habría la más mínima oportunidad para nadie.
No razonan en la posibilidad de que “el loco” se remenee y diga glamorosa o indignamente: “Ni el uno ni el otro. Esto se acabó”.
No les pasa por sus adormecidos sentidos la posibilidad de que “la dialéctica” aconseje ni el regreso de Leonel ni la reelección de Danilo. Llamarían locos a los que planteen dentro o fuera del partido pensar siquiera que el PLD perdería unas elecciones. No le dan oportunidad al antiguo criterio de que “todo el que juega gana o pierde”. Olvidan que ese fue un principio que se estableció  desde los primigenios momentos de la humanidad.
No quiero mencionar a ninguna persona, ni siquiera al proclamado reeleccionista Ventura Camejo, pero en el ánimo de la población otros nombres bullen y son considerados militantes del “continuismo peledeísta en las mieles del poder”.
Si el pueblo vive hoy,  sin dudas, un hermoso proceso democrático con el reconocimiento de América en cuanto al respeto de los derechos humanos disfrutando de Cortes Judiciales efectivas, no es menos cierto que en el plano de lo político todavía nos faltan pasos vitales para consolidar ese proceso vital. No desaparecen las ambiciones legítimas o cuestionadas, porque esa es la naturaleza de las sociedades de este tiempo en donde las tiranías y la demagogia no tienen cabida en el Estado como fue la norma en un pasado relativamente reciente.
Es necesario tener en cuenta esta “Era Virtuosa” que nos complace a todos, pero la misma no durará el tiempo que queremos  si la ambición y la inmadurez provoca situaciones de alto riesgo, después de tanto sufrimiento desde el asesinato del presidente Ramón Cáceres (1911), la llamada Revolución del Doce (1912) y sus consecuencias de inestabilidad que provocaron eventualmente una intervención militar norteamericana.
Luego de la desocupación, de las elecciones que ganó Horacio Vásquez en el 1924, su desafortunada prolongación y luego la tiranía trujillista y el lapso oscuro que sufrió el país, debemos estar conscientes de qué dejamos atrás, de que esta sociedad vive, quiere y aspira una oportunidad de progreso sin precedentes, y que en eso debemos ser serios.
A quien se debe reelegir no es a Danilo Medina, quien ha reiterado que no tiene tal aspiración, en cambio lo que sí debemos reelegir es la  forma  del estilo de gobernar de Danilo,  una reelección eterna de ese estilo, en donde se respeta la propiedad del Estado, la libertad de los más y luchar por el bienestar colectivo.
Hablar de que Danilo siga no sólo es una falta de respeto al mismo presidente de  la República, sino a ese país que ha labrado con tanto esfuerzo el momento actual. Así como los costarricenses recuerdan a su gran presidente José Figueres Ferrer este país debe recordar a Danilo Medina por cumplir la  Constitución y no optar a beneficiarse personadamente de la angurria que al final termina corroyendo todo lo bueno que el país quiere y aspira.
Debemos instaurar el “danilismo no continuista” y ese sería el mejor reconocimiento a su ingente  gobierno.
Esa debe ser la idea.
Por Silvio Herasme Peña;-

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