Cerrar heridas ha sido una tarea difícil a lo interno del Partido
Revolucionario Dominicano a lo largo de su historia. Por eso los tantos
partidos que han salido de su interior. Por eso lo difícil que le ha
resultado ganar elecciones y mantenerse en el poder. Sin embargo, nadie
aprende en cabeza ajena. Esos golpes recibidos por los perredeistas no
han servido de ejemplo a los peledeistas y otros partidos, que parece se
encaminan por la misma senda del partido blanco. Los discursos
hirientes de algunos candidatos y sus seguidores hacia sus adversarios
han cobrado cada vez más fuerza con el paso del tiempo.
El PLD hasta
hace poco había mantenido levantada la bandera del respeto. Una
organización en la que se pensaba en “Servir al partido para servir al
pueblo”. Parece que eso ha quedado atrás, si revisamos los discursos de
algunos de los aspirantes y de los voceros de otros. Asombra ver al PLD
tomar el camino del PRD en cuanto al irrespeto a sus líderes y sus
dirigentes. Ellos, al parecer, no entienden que hay planes de que salga
del poder ese partido, y en ese plan hay empresarios y sectores
externos, sin importar si es Danilo, Leonel o cualquier otro el
candidato. Esos que se agreden internamente no entienden que, cualquiera
que sea el candidato, necesitará de los demás. Hay expresiones,
actitudes, mensajes que abren heridas que no cierran. No entiendo porqué
Reinaldo Pared, Francisco Javier, Temístocles Montás, Radhamés Segura y
Leonel Fernández tienen que lanzarse dardos venenosos que impidan que
mañana puedan encontrar el antídoto para extraer la sustancia dañina de
su cuerpo. Eso pasÚ entre Hipólito, Miguel, Hatuey, Esquea y hoy ha sido
imposible la reconciliación. Las excusas y el pedido de perdón no
borran las ofensas. Preocupa que en el PRD y el PLD, que sin dudas han
contribuido a la democracia, el desarrollo y la estabilidad del país, no
puedan, internamente, tener respeto entre sus dirigentes y mantener su
unidad. Deben entender los aspirantes en el PLD y el PRD que solo uno
será el ganador y los demás tendrán que integrarse, si quieren que su
partido triunfe y permanezca unido. Esa integración solo será posible si
hay respeto. Descalificando adversarios internos es imposible. Quien
debe recurrir a la ofensa y epítetos personales para descalificar a su
adversario, se descalifica asimismo. Considero un error que en su lucha
por la presidencia, los candidatos, directa o indirectamente, comiencen
a enfrentar, “como si fuese su enemigo”, a su adversario interno. Es un
error de político que se puede pagar con la pérdida del poder y el
rechazo de la población.
Por Tomás Aquino Méndez;-
tomas.mendez@listindiario.com
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