Está más que demostrado que Leonel Fernández es
un político hecho y derecho. Como ocurre con todos los grandes líderes,
todas sus hechuras son genialidades. Hay que tomarlo como un zorro que
sabe las consecuencias de cada paso que da y de la dirección que toma,
no importa hacia dónde sople el viento. Esta es la premisa para analizar
su campaña de poner al Partido de la Liberación Dominicana como una
estructura onírica que está muy por encima del mal; es una organización
que tiene ganado el aval para mantenerse en el poder otros veinte años.
Dice.
En estos días remata el frontispicio del PLD afirmando que es la
diferencia entre la civilización y la barbarie, entre el atraso y el
progreso. Sin lugar a dudas es una actitud provocativa. Luce como un
chovinismo partidario que irrita a los adversarios. Hasta tiene empaque
de perdonavidas.
Sabiendo lo que de él sé no pienso que es algo
al albur. Leonel no se ha convertido en vanidoso por más que lo adulen
sus adláteres. Allí hay algo. Detrás de esas palabras oculta un plan.
Puede
ser el pico de una estrategia que invitar a asomar los ojos del
pensamiento y buscar el meollo, la razón oculta. Sin darle muchas
vueltas creo que el intríngulis del accionar de Leonel es compactar su
partido detrás de él convirtiéndose en el imán imbatible frente a una
oposición financiada por fuertes empresarios que quiere ver fuera del
poder al PLD.
Él es único político en ejercicio, es decir, los
grandes líderes, que no ha perdido en elecciones. Seguramente que no
arriesgará su invicto sin estar plenamente seguro de su victoria, y para
ello debe agrupar monolíticamente a sus pares, para luego atraer a los
aliados. Hacia lo interno de su partido luce sin competencia lo que le
ofrece ventajas comparativas.
Sus últimas declaraciones, que pone
al PLD por encima de las nubes, destaparon las pestes del averno. De
ácidas a fétidas. Hubo declaraciones en todos los tonos; altos acordes
afinados que lo señalan como el mal encarnado. Los medios de
comunicación fueron huéspedes de todo tipo de acusaciones. Lo culpan
hasta de la muerte de Colón.
Eso es lo que desea el líder del PLD:
ser blanco de los rayos opositores. Busca una candelita en cualquier
esquinita. Su plan es incordiar fuera mientras prepara un lanzamiento
que sea a nivel de proclamación.
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