El fallo de la Corte Interamericana de los
Derechos Humanos dado a conocer ayer contra nuestro país está lleno de
ofensas, de mentiras y de ultrajes a la dignidad dominicana que resultan
inaceptables y merecen una respuesta contundente del Estado dominicano.
Y
no digo sólo del Gobierno Central, que debería emitir la primera nota
de protesta a través de la Cancillería, sino de todas las instituciones
que componen el Estado Nacional, al que se ha herido de forma muy grave
con una sentencia afrentosa que pretende vulnerar su soberanía y su
derecho a establecer políticas migratorias.
Escuchen esto de
cerca: “La CIDH halló culpable a República Dominicana por violaciones a
los derechos de identidad, igualdad ante la ley, libertad personal,
garantías judiciales, protección judicial, a la familia, a la
dignidad...”.
Las insólitas valoraciones de la sentencia para
justificar las mentirosas violaciones de los dominicanos contra los
haitianos, lo deja todo en evidencia.
¿Cuáles derechos de
identidad se le violan aquí a los haitianos...? ¿Cuál derecho de
igualdad ante la ley se le vulnera? ¿Cuál libertad personal? ¿Cuáles
garantías y protección judiciales? ¿Cómo que se les violan sus derechos a
la familia?
Más oprobioso aún resulta decir por sentencia que aquí conculcamos a los haitianos ¿sus derechos a la dignidad?
¿Perdiendo el juicio...?
Parecería que ciertamente hay muy pocas personas juiciosas entre los llamados “jueces” de la CIDH, porque los delitos internacionales que le atribuyen a nuestro país son de tal dimensión que mereceríamos ser proscriptos de la comunidad internacional o acusarnos formalmente de crímenes contra la humanidad:
Parecería que ciertamente hay muy pocas personas juiciosas entre los llamados “jueces” de la CIDH, porque los delitos internacionales que le atribuyen a nuestro país son de tal dimensión que mereceríamos ser proscriptos de la comunidad internacional o acusarnos formalmente de crímenes contra la humanidad:
ñQue el Estado dominicano adoptó un patrón
sistemático de expulsiones, inclusive a través de acciones colectivas,
en contra de ciudadanos de ascendencia haitiana obedeciendo a una
concepción discriminatoria;
ñQue entre 1999 y el año 2000 el
Estado dominicano detuvo y expulsó a Haití de manera arbitraria a 27
personas, 22 de las cuales eran dominicanas y cinco haitianas, entre los
que había niños que residían en la República Dominicana;
ñQue los
documentos oficiales de identidad de algunas de las “víctimas” fueron
destruidos o desconocidos por las autoridades estatales al momento de la
expulsión:
ñQue a los haitianos más pobres e indocumentados que
viven aquí, se les maltrata, se les trata de forma peyorativa,
discriminatoria, inclusive de parte de las autoridades nacionales...
¡....Y entonces el colmo!
La parte dispositiva de la sentencia es donde el CIDH comete su mayor atrevimiento al agredir de forma artera la soberanía nacional y el derecho que tiene el Estado para establecer la política migratoria que juzgue conveniente al interés nacional.
La parte dispositiva de la sentencia es donde el CIDH comete su mayor atrevimiento al agredir de forma artera la soberanía nacional y el derecho que tiene el Estado para establecer la política migratoria que juzgue conveniente al interés nacional.
Oigan esto: “La Corte
ordena a la República Dominicana a que en un plazo no mayor de seis
meses documente como ciudadanos dominicanos a los señores William
Medina, Awilda Medina y Luis Ney Medina...
Ese señor, William
Medina, fue la persona que depuso como testigo en la asamblea de la CIDH
celebrada en México, y que ni siquiera pudo probar en qué lugar del
país nació y mucho menos sus orígenes familiares.
La sentencia
también “ordena al Estado Dominicano” realizar los trámites para que
sean ciudadanos dominicanos los señores Víctor Jean, Miguel Jean,
Victoria Jean y Nathalie Jean... Y fue entonces cuando la CIDH la botó
por los 411:
“Además el Estado dominicanoñ, debe garantizar que
Marlene Mesidor una haitiana supuestamente deportada, pueda permanecer
en forma regular en el territorio dominicano...”.
Por muchísimo menos de eso, a esa misma Corte la echó Correa de Ecuador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario