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viernes, octubre 03, 2014

¿Lograremos algún día imitar al camaleón? Cómo vamos en la búsqueda del camuflaje perfecto

Inspirados por el pulpo, estamos en camino de crear materiales que hacen que las cosas sean casi invisibles.
El término camuflaje comenzó a usarse en la Primera Guerra Mundial.
Pero la historia del camuflaje y nuestra limitada comprensión de cómo los animales se esconden en la naturaleza pueden hacer la tarea más difícil de lo que parece.
Hemos diseñado aeronaves con alas transformables que roban un truco de las aves y hemos hecho adhesivos reutilizables copiando la microestructura de las patas de la lagartija.
Hemos visto como los calamares y los pulpos pueden cambiar el color de su piel para mezclarse con su entorno y también hemos copiado eso.
Recientemente se dio a conocer un nuevo "camuflaje adaptativo", que puede cambiar entre luminoso y oscuro para parecerse a lo que lo rodea.
Enseguida se comenzó a especular sobre su potencial importancia para disfrazar a vehículos o personal militar.
Pero, ¿entendemos realmente cómo y por qué los animales utilizan el camuflaje? ¿Y las aplicaciones militares son el mejor uso de los materiales adaptativos?
Piel sensible a la luz
El nuevo camuflaje es invención del científico de materiales John Rogers de la Universidad de Illinois, EE.UU..
Para fabricarlo, los investigadores imprimieron una cuadrícula de 16x16 celdas en un plástico blando.
Las pequeñas celdas del material adaptativo cambian de color cuando se iluminan.
Las celdas, cada una de aproximadamente un milímetro, contienen un tinte que cambia de color incrustado en un polímero.
Es negro a temperatura ambiente, pero cuando se calienta a alrededor de 47 °C (117 °F) su estructura química cambia y se vuelve transparente. Al enfriarlo se vuelve negro otra vez.
Unos diminutos sensores de luz controlan la corriente eléctrica que calienta el tinte: al iluminarlo, el tinte negro se volverá transparente y expondrá un material plateado reflectante que hay debajo.
El resultado es similar a cómo funciona la piel del pulpo.
La idea básica es que estas criaturas utilizan moléculas sensibles en la piel para registrar la luz que viene del fondo sobre el que se posan y utilizan esta información para alterar el color de las células.
Una cuestión de fondo
La investigación de Rogers recibió el apoyo de la Oficina de Investigación Naval, lo que sugiere que el ejército ve potencial en su trabajo.
Pero, en verdad, la historia de los militares con el camuflaje es enrevesada.
La palabra fue acuñada durante la Primera Guerra Mundial, posiblemente originada por el término del argot parisino camoufler, que significa "ocultar".
El camuflaje militar debe coincidir con el entorno. Si no, en lugar de disimular, destaca.
Y desde sus primeros días quedó claro que el problema con cualquier patrón de camuflaje estático es que solo funciona bien con el fondo adecuado.
Los primeros especialistas en camuflaje discutían sobre si lo que podría funcionar mejor para ocultar los buques de guerra bajo los cielos grises acerados del Atlántico Norte sería igual de útil en el Mediterráneo azul.
Además, a principios del siglo XX los científicos recién empezaban comprender el funcionamiento de una parte del camuflaje natural.
Imperceptible o confuso
Se podría pensar que un animal que quiere ocultarse intentará armonizar con su entorno, como hacen por ejemplo, ciertas polillas.
Pero algunos zoólogos señalaron que muchas marcas de animales no buscan ser invisibles.
Algunas polillas buscan confundirse con el entorno para no ser detectadas.
Por el contrario, son patrones sorprendentemente visibles, como las rayas en blanco y negro de una cebra.
Estos sistemas parecen funcionar por la confusión, o lo que se ha llamado "deslumbramiento" o "camuflaje por movimiento": rompen las siluetas de los animales para que los depredadores potenciales no sepan qué están viendo.
Algunos científicos sugieren que las rayas de las cebras no son para camuflarse, sino para espantar insectos.
Algunas autoridades navales de la Primera Guerra Mundial introdujeron buques de guerra pintados con patrones deslumbrantes de rayas tipo cebra, pero nunca quedó claro si eran efectivos para confundir a los artilleros enemigos.
Es más, algunos zoólogos piensan ahora que las rayas de las cebras no están allí para camuflar a los animales, sino que podrían haber evolucionado para disuadir a los insectos que pican. Aunque la idea del camuflaje por movimiento aún no ha muerto.
Camuflaje a lo grande y en color
Si los investigadores pueden dominar el arte de copiar colores además del blanco y negro, algo en lo que están trabajando ahora, podrían llegar a crear un único tejido verdaderamente invisible que replicara exactamente la apariencia de su entorno en cualquier lugar.
Los pulpos, además de imitar el color del fondo, pueden imitar su textura.
Los informáticos italianos Franco Zambonelli y Marco Mamei han esbozado una tela recubierta con LED (emisores de luz) y cámaras en miniatura que, mediante la proyección de una imagen de fondo apropiada en todas las direcciones, podría conferir verdadera invisibilidad.
Según estiman, construir un prototipo podría costar menos de U$630.000.
Otros están pensando a lo grande con el mismo principio de proyección LED: la empresa estadounidense GDS Architects tiene aprobación para construir un rascacielos de 450m de altura, cerca de Seúl, en Corea del Sur, llamado Tower Infinity, que estará cubierto con paneles de LED y sensores de luz.
Los LED, como pantallas de televisión gigantes, permitirán en teoría hacer desaparecer a la torre en el cielo tomando la información de los sensores de luz del lado opuesto del edificio.
Un truco como éste muestra cómo los materiales adaptativos podrían encontrar usos más allá del campo de batalla.
Este traje sólo pasa desapercibido con este fondo...
Y si la arquitectura es una opción, el sector de la moda es otra.
Claro que en este campo la idea no es pasar desapercibido: quizás los materiales adaptativos podrían utilizarse como "anticamuflaje" para asegurarse de que alguien destaque entre la multitud, sin importar cuál sea la situación.
Hay, por lo tanto, interés en las tecnologías de camuflaje adaptativo, pero aún está por verse si pueden dar el salto desde el laboratorio al mundo real.

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