DE MAL EN PEOR.- Mientras la diáspora haitiana
quiere que se discuta de nuevo la regularización y naturalización de sus
connacionales, la situación del vecino país se torna cada día más
peligrosa y todos los presagios son malos. Después de peor ¿qué queda?
Nada, el final.
La comunidad internacional piensa que con elecciones se
resuelven los problemas, y la semana pasada la OEA instaba a que se
celebrara la consulta pendiente, y todo porque se da cuenta de la
malicia de los actuales mandatarios.
Sin embargo, la crispación política no lo es todo.
Ahora se habla de un inminente aumento de los precios de
los combustibles, que se mantenía frisados desde el terremoto del 2010.
Una verdadera papa caliente que nadie quiere tener en sus manos, ni el
gobierno ni la oposición, pues todos saben lo que significará en cuanto a
inflación. Desde hace meses se viene tanteando la posibilidad, y si no
se toma la decisión es porque nadie, sector o persona, quiere echarse
encima esa responsabilidad. El miércoles de la semana pasada, los
derivados del petróleo, así como los fondos de Petrocaribe, fueron
objeto de debates en el Senado…
LA MINISTRO.- En
Haití, cuyo consumo subió de 1 2mil barriles a 19 mil, se dice – con
toda la mala leche del mundo – que ese aumento se debe a que los
camioneros dominicanos que llevan carga se aprovechan y llenan el
tanque. El gourde está a 44 por dólar, y sería fácil establecer relación
y diferencia. Pero ese no es el problema.
El problema es que el pasado miércoles compareció ante la
cámara alta la ministro de Economía, Marie Carmelle Jean-Marie, y quiso
poner cascabel al gato, pero fue evidente que los senadores contrarios a
Michel Martelly van a echar el pleito. Al cuestionársele sobre la
voluntad del gobierno de producir el alza, ella respondió que no era
cuestión de voluntad, sino que “el Estado está obligado a ajustar los
precios en las estaciones de combustibles”. Y más adelante fue tajante:
“No podemos utilizar todos los recursos del país para financiar solo el
sector de la energía, es decir, los precios de la gasolina y la
electricidad.
La gente tiene que asumir su parte de responsabilidad en la dirección del país”…
LA SUBIDA.- El
senador Steven Benoit replicó e hizo unas estimaciones de acuerdo a la
programación del gobierno, de cómo iría subiendo el precio de los
diferentes derivados del petróleo, tramo tras tramo, para concluir que
esa legislación no pasaría en la cámara alta. Confrontación a la vista. Y
lo cierto que el problema es de fondo, y de fondos, pues la gasolina
podría ir de 200 a 300 gourdes, aun cuando se aclaró que el objetivo del
gobierno no era sofocar la economía para aumentar sus ingresos. No hay
que ser muy sabio para darse cuenta de que si la situación de Haití, que
es mala, pasa a peor, República Dominicana va a tener que pagar los
platos rotos. Pues a mayores dificultades internas, más sufrimiento para
la población, que asfixiada en su economía, buscará respirar donde sabe
que hay aire: el territorio del vecino. Este es uno de los aspectos
cruciales de la migración que los fervorosos de la causa haitiana no
ven, o por maldad o por conveniencia, pero que el Estado no puede
descuidar. Por mucha eficiencia del Cesfront, los haitianos siguen
cruzando, como si la tierra fuera una…
LA NOTA.-
Le Nouveliste, en una nota escrita por Frantz Duval, su jefe de
redacción y autor del célebre editorial (que citara tiempo atrás) en que
sugería al gobierno asumir como política de Estado la salida fácil de
entre 50,000 y 200,000 haitianos cada año, pintaba el tétrico panorama
de la migración. Entre otras cosas señalaba que los que se ausentan
juzgan la acción del gobierno, y lo hacen de manera crítica, pues se van
porque no encuentran razón para permanecer en el país. “Con la
esperanza de unirse a la República Dominicana, las Bahamas, la Florida o
el lejano Brasil, por cientos cada día, compatriotas dibujan el mapa de
su futuro en otro lugar…”. Incluso, hay una observación que resulta
interesante. Dice que desde el terremoto el éxodo se diversifica, y ya
no usa “los caminos habituales de la diáspora” y que ahora “toma forma
de vagabundeo”.
Antes no creían en las posibilidades del país, ahora
tampoco en las prédicas del régimen. “… argumentan que lo que se hace no
es para ellos…que no hay dignidad en vivir de la caridad y las
limosnas”…
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