
Bajo ese preámbulo pasemos
a los detalles. En el 2016 se escogerán más de cuatro mil autoridades
congresuales y municipales, desde el Presidente de la República hasta
los suplentes municipales y se espera que haya más de 60 mil
candidaturas. Esta consulta será ventajosa para los candidatos a la
presidencia. Los aspirantes a legisladores se apoyarán en esos nombres
para impulsar los propios. Los que ya son congresistas tienen ventaja
porque cuentan con los recursos que les brinda su posición para
profundizar sus aspiraciones en las diferentes comarcas.
Hasta el
momento el PLD ha mantenido lo que ha sido imposible para el Partido
Revolucionario Dominicano, que es manejar las contradicciones internas
bajo un esquema de negociación sin antagonizarlas, dejándole espacio al
que está abajo o en minoría.
Los perredeístas lograron derrotar a
Joaquín Balaguer con la candidatura de Antonio Guzmán y luego volvieron a
ganar con Salvador Jorge Blanco, pero las contradicciones internas
hundieron ese partido en un largo silencio de poder. Al amparo del
síndrome Jorge Blanco, que es apostar al enemigo en contra de los
propios, el líder reformista volvió al poder por otros 10 años. El PRD
superó la división que con el BIS encabezaron Peña Gómez e Hipólito
Mejía, y este último ganó la presidencia en el 2000 merced al apoyo de
Balaguer, pero las confrontaciones y ambiciones continuistas de Mejía
dividieron al PRD, trajeron al PLD con apariencia de quedarse porque
Hipólito otra vez divide al PRD y los votos del 16 se tendrán que
repartir básicamente entre 3.
En lugares donde la disputa la
decidan pocos votos el PLD impondrá blandamente todo su “poder de
convencimiento”, aparte de que la tirria entre los blancos y desteñidos
puede inclinarlos hacia determinados candidatos ajenos. Algo similar ya
ha pasado.
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