Cuando el presidente Medina presentó la Ley
Especial de Naturalización, una de las debilidades que advertimos fue
que dentro de sus alcances incluyó beneficios para las personas nacidas
en República Dominicana hijas de padres extranjeros irregulares que no
se encuentran inscritas en el Registro Civil.
Eso resultaba a
todas luces innecesario porque la sentencia TC-168-13 “que creó el drama
humano” que esa ley está llamada a resolver, no afecta a las personas
no inscritas en el Registro Civil, pues su efecto intercomunis alcanza
solo a aquellos que se encontraban en la misma situación de Juliana
Deguis Pierre. Es decir, a los hijos de extranjeros ilegales a quienes
no corresponde la nacionalidad dominicana, pero que habían sido
irregularmente inscritos en el Registro y habían obtenido actas de
nacimiento y/o cédulas de identidad con anterioridad a la Resolución 12
de la Junta Central Electoral.
Pero las presiones locales y
externas y el sentido humanista conque el Presidente de la República ha
obrado en este caso, determinaron la inclusión de estos ciudadanos en el
beneficio de la ley que posteriormente adquirió el número 169-14.
Muchos
advertimos el riesgo que se asumía al abrir una vía para que cualquier
extranjero pudiera acceder a la nacionalidad dominicana sin que le
correspondiese de acuerdo a las leyes y la Constitución. Y que ello se
prestaba para crear una especie de “fabrica de identidad y nacionalizar a
miles de haitianos”, algo que se encuentra dentro de la carpeta de
acciones de ese segmento de la comunidad internacional que pretende
resolver el problema haitiano vía la República Dominicana.
He
reiterado que con la cantidad de dinero que tienen las ONG’s que atentan
contra la identidad nacional, les resulta muy fácil acarrear a miles de
haitianos ---nacidos aquí o recién llegados--- para llevarlos a
inscribir y beneficiarse de la ley para adquirir un estatus migratorio y
posteriormente la nacionalidad. Por tanto, ante las evidentes
dificultades para diferenciar “fehacientemente” a quienes nacieron en
territorio nacional de los que acaban de cruzar el paso fronterizo, lo
razonable era que el reglamento de la ley estableciera que solo podía
ser válida para esos fines una partida de nacimiento de una clínica u
hospital debidamente registrado.
Pero tal como fue aprobado, ese
reglamento abre la posibilidad de falsear identidades con cierta
facilidad. Y esa es su principal debilidad, peor incluso que la falta de
documentos de identidad de los padres de los solicitantes.
Resulta
elemental que ante las dificultades que se les presentan a los
haitianos para que su gobierno les facilite la documentación necesaria
para acceder a un estatus migratorio a través del Plan de
Regularización, tomarán el camino más sencillo: agenciarse un acto de
notoriedad o una declaración jurada de una partera declarando falsamente
su nacimiento en territorio dominicano.
De entrada se podría
alegar que ese camino resulta muy costoso, pero ese es un argumento
infantil ante la evidencia de que para montar estas “fabricas de
identidades” a las ONG’s les sobra el dinero. Tienen muchos recursos
aportados por las mismas agencias de cooperación y organismos
multilaterales que no son capaces de colaborar con Haití para que
organice un registro civil confiable y garantizarles a sus ciudadanos
por lo menos el derecho a la identidad.
Una muestra la acabamos de
ver a inicios de esta misma semana. En un importante periódico de
circulación nacional se publicó en página escogida, a todo color, un
espacio pagado por una agencia de Naciones Unidas informándoles a los
extranjeros que residen en el país sobre los beneficios de acceder a la
ley 169-14. Algo que no han hecho ninguna de esas ONG’s ni organismos
multilaterales con el Plan de RegularizaciónÖ Del cual ni siquiera han
hablado y mucho menos promovido en la comunidad haitiana. Y si eso fue a
solo horas del decreto del reglamento, hay que imaginarse la ofensiva
que vendrá cuando el mismo entre en vigor en el transcurso de las
próximas horas. La información que nos llega es que se trata de una
campaña bestial, por lo alto y por lo bajo, por las vías legales y
también por las fraudulentas. Montarán oficinas para falsear documentos,
actos de notoriedad, certificados de parteras y llenar los expedientes
completos con toda la información necesaria.
Por eso es importante
la más escrupulosa depuración de los expedientes de los potenciales
beneficiarios de la ley 169. Y el reglamento deja eso a la
discrecionalidad del funcionario o del equipo evaluador.
Es
necesario crear las bases de datos para contrastar datos y cruzar
información. Y si se repiten muchos testigos, declarantes, parteras y
notarios, que el sistema se ocupe de rechazarlos. Hasta el momento no se
sabe si el rigor del procedimiento existe, si se están creando o si han
sido contemplados por las autoridades.
Cuando expresamos
aprensiones por la fragilidad del reglamento, amigos y personas
vinculadas a ese proceso nos alegaron que, como la responsabilidad de la
aplicación de ese proceso recae básicamente en el Ministerio de
Interior y Policía, deberíamos confiar en la firmeza y el apego a la
defensa de la soberanía nacional del actual ministro José Ramón Fadul.
Alegan
que bajo la dirección de Monchy esos expedientes serán debidamente
depurados y no se permitirá que las facilidades de la ley 169 sean
abusadas por esas ONG’s antinacionales y por personas inescrupulosas.
El
reto está planteado... El proyecto de destrucción de la identidad
nacional entró en su fase definitiva. Falta ver si Monchy y su equipo
están preparados para proteger la frontera jurídica de la dominicanidad y
encabezar la última línea de defensa de la identidad nacional.
Esperemos que sí... ¡Porque el asalto arrancó!
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