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domingo, mayo 25, 2014

La antorcha entre Leonel y Danilo

Leonel Fernández y Danilo Medina, tienen el compromiso
de mantener unido y en el poder al Partido de la
Liberación Dominicana.
Fernández no tendría argumentos para oponerse a una eventual reelección, porque ha mantenido el criterio de que los presidentes deben tener opción a un segundo mandato 
Por Cesar Medina.
Leonel Fernández no dijo nada nuevo en el escenario juvenil del hotel Embajador el pasado domingo cuando se refirió a la antorcha del relevo del poder-- que no del liderazgo peledeista--, para revalidar un criterio que sustentó en 2008 cuando Danilo Medina le regateó el derecho a la nominación de su partido para reelegirse por otros cuatro años.
“La antorcha no se arrebata, se pasa... Y se pasa en el momento oportuno para que no te queme”. Eso fue lo que dijo Leonel aquella vez en obvia alusión a su compañero Danilo Medina que le disputó la candidatura en las primarias internas del PLD.
De acuerdo a esa lógica, si Danilo decidiera repostularse en el dieciséis él, Leonel, no intentaría “arrebatarle la antorcha” y en cambio le apoyaría para aguardar a que Danilo se la pase cuatro años más tarde, justo lo que ocurrió en el sentido inverso.
Es este el escenario proyectado por La Tecla en dos entregas anteriores sobre la eventualidad de que aprovechando su gran popularidad Danilo Medina decida continuar en el poder más allá de la actual legislatura y requiera el apoyo de su partido para modificar la Constitución.
En 2008 Leonel no tuvo que propiciar una reforma constitucional para hacer posible su reelección porque entonces prevalecía la Constitución del 2003-- modificada por Hipólito Mejía en su fracasado intento de quedarse en el poder--, que permitía a los presidentes una reelección seguida sin posibilidad de volver jamás a postularse.
El único impedimento de entonces para un presidente peledeista era de carácter ético, pero el pragmatismo político se impuso a ese principio intangible, y Leonel derrotó a Danilo en la contienda interna y fue reelegido en mayo de 2008 con más del 53 por ciento de los votos frente a Miguel Vargas Maldonado, que obtuvo el 43 por ciento como abanderado del PRD.
La Constitución de 2010, propiciada por Leonel desde el poder, prohíbe taxativamente la reelección presidencial, pero hay quienes interpretan que deja una brecha mediante una ley de Referéndum para consultar al pueblo si desea o no la reelección de un presidente en ejercicio. Otros tratadistas constitucionales consideran que la reelección sólo puede ser posible mediante una modificación constitucional.
Modificación contsitucional
Una modificación constitucional requiere la aprobación de dos terceras partes en ambas cámaras. El PLD no tiene esa mayoría, aunque en el Senado todos menos uno, Amable Aristy Castro, son peledeistas. La composición de la Cámara de Diputados es distinta, pero el peledeismo también tiene mayoría.
Para completar la dos terceras partes necesarias para modificar la Constitución el PLD en su totalidad tendría que apoyarla, y eso sólo lo logra un acuerdo entre Leonel y Danilo que unifique la posición de los legisladores oficialistas, además de que en la Cámara Baja tienen que sumar a los reformistas y por lo menos al grupo de 15 diputados que apoyan a Hipólito Mejía.
Si además de éstos faltaran algunos votos, bastaría preguntarle a Hipólito cómo logró que en 2003 votaran por la modificación constitucional once legisladores peledeistas que desoyeron la decisión de su partido. Claro, fueron expulsados pero hay quienes dicen que se marcharon del PLD con las arcas llenas.
El presidente Medina se ha mantenido al margen del esfuerzo que se hace sobre la eventualidad de su reelección, pero la resistencia es cada vez menor en la medida en que se van sumando cada día figuras importantes de su proyecto político y en particular dirigentes del interior en permanente contacto con las bases del partido.
En la región Este ya no se disimulan los aprestos reeleccionistas. Los principales líderes peledeistas de El Seibo y Hato Mayor le han planteado directamente al Presidente que tome una decisión en tal sentido o que por lo menos los autorice a trabajar con ese propósito.
Danilo les ha dicho que es prematuro para emprender tal tarea, pero ha morigerado el radicalismo de su actitud negativa sobre la reelección y ya se muestra abierto por lo menos a esperar que los acontecimientos sigan marcando el rumbo de su proyecto político.
Los argumentos de Fernández
Leonel no tendría argumentos para oponerse a una eventual reelección de Danilo. Porque ha mantenido el criterio de que los presidentes en ejercicio deben tener la opción de un segundo período seguido. Más aún, comparte la idea de que además de agotar dos períodos continuados, un presidente que haya hecho un buen gobierno debería volver a postularse dejando un período de por medio.
Ese sería justo su caso después de haber agotado dos períodos entre 2004 y 2012 con el período de Danilo de por medio. La diferencia es que él había agotado antes otro período de gobierno, entre 1996 y 2000.
Esta vez, de mantenerse fiel al criterio de que la antorcha no se arrebata, la lógica tendría que conducir al expresidente a apoyar una reforma constitucional que elimine la prohibición de la reelección.
Proyectando su liderazgo a los próximos seis años, Leonel podría incluso alegar ante sus seguidores más fanatizados que estaría impulsando una fórmula que a la larga vendría en su provecho, manteniendo su apego al criterio de que los presidentes no deben modificar la Constitución para provecho propio.
Esta vez se le pinta la oportunidad para alegar que no sería él quien se beneficie de esa reforma constitucional sino que más bien le perjudica por cuanto tendría que sacrificar su aspiración de volver en el dieciséis.
A la larga, sin embargo, operaría en su provecho porque en seis años se recompone completamente su imagen-- deteriorada al salir del poder por una campaña de acoso y derribo--, y no se encontraría de frente con Danilo, impedido de volver por un tercer período.
Esa vez, Leonel regresaría por dos períodos, sin ningún impedimento de por medio... A menos que las circunstancias precipiten acontecimientos impredecibles al día de hoy.
En el 2020, cuando el escenario electoral esté ampliamente a favor de Leonel Fernández, éste tendrá sólo 66 años de edad, en plenitud de su vida biológica.
Para entonces Danilo Medina habría agotado dos períodos sin posibilidad de reelegirse. En las elecciones del dieciséis tiene la posibilidad de imponerse sin mayor dificultad, tomando en cuenta que al cumplir los dos primeros años en la Presidencia mantiene una aceptación sobre el 80 por ciento de la población y según una encuesta reciente, el 76 por ciento de los dominicanos quiere que siga gobernando al término de este período.
LOS DEMÁS PRECANDIDATOS

Las encuestas publicadas esta misma semana no proyectan buenos augurios a los demás aspirantes a la candidatura presidencial del PLD. Fuera de Danilo y Leonel, los precandidatos que logran alguna puntuación son Francisco Javier García y Reinaldo Pared, con un tres por ciento de aceptación.
Radhamés Segura y Temístocles Montás no llegan al uno por ciento, y Francisco Domínguez Brito ni siquiera aparece en las encuestas.
A Reinaldo Pared se le atribuye cercanía al presidente Medina, pero las encuestas lo que demuestran es que las simpatías electorales no son endosables.
Es obvio que Francisco Javier es el favorito después de Danilo y Leonel.
Montás, en cambio, pretende construir su candidatura sobre los escombros de Leonel, pero mientras Leonel crece en la aceptación de la gente, Temo ni siquiera llega al uno por ciento.
Algunos resabios…
Es obvio que algunos sectores minoritarios del PLD se expresen radicalmente opuestos a una reforma constitucional que permita la reelección de Danilo. La mayoría son leonelistas disgustados con el Presidente o con algunos funcionarios del gobierno que se han sentido maltratados, abandonados o ignorados por la actual administración.
Argumentan que hicieron un gran esfuerzo en la campaña para hacer posible el triunfo de su partido y una vez que el danilismo llegó al poder “se ha impuesto el sectarismo y la discriminación” que propician algunos altos cargos.
Es una resistencia emocional que puede vencer la voluntad política de Leonel siempre que se lo proponga porque con contadas excepciones se trata de dirigentes peledeistas que estuvieron muy cerca de él en sus últimos gobiernos.
Incluso, algunos estuvieron cerca de Danilo antes de producirse el rompimiento de los dos líderes a finales de 2006.
Danilo y Leonel, en resumen, marchan en este proceso como siameses políticos que no se pueden separar sin riesgo fatal… Uno depende del otro para mantener vigencia en los próximos dos procesos electorales.

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