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"El euro se hunde", dice el afiche que muestra el descontento en las calles de Lisboa. |
La inflación suele ser el fantasma más temido en
América Latina pero es menos peligroso que un fenómeno económico mucho
más misterioso: la deflación.
BBC Mundo;-La deflación es la disminución continua de los
precios, algo que a primera vista parece deseable ya que potencia el
poder adquisitivo, pero que puede terminar en un círculo vicioso como el
que vive la economía japonesa desde principios de los 90.
El estancamiento total, para algunos expertos tan temible como la inflación, tiene su propio nombre: la "economía zombi".
El problema es que una caída generalizada de los
precios refleja en realidad una caída de la demanda y afecta la
rentabilidad de las empresas que, para seguir vendiendo, necesitan
abaratar sus productos bajando costos.
La única manera de hacerlo es despidiendo
trabajadores, con lo que disminuye más la demanda y profundiza la caída
de los precios.
Con este perro que se muerde la cola el precio
puede terminar siendo menor que el costo (inflación menor a 0%): el
horizonte de una producción a pura pérdida es la bancarrota.
Este fantasma es el que recorre la eurozona, que
tuvo una inflación de 0,7% en octubre, la más baja desde 2009, muy
lejos de la cifra que el Banco Central Europeo (BCE) considera saludable
para la economía: el 2%.
SuperMario
Con este panorama de fondo, el presidente del
Banco Central Europeo, Mario Draghi, bajó la tasa de interés de 0,5% a
0,25% el jueves pasado, su nivel histórico más bajo.
"En toda economía hay momentos de deflación. Pero una cosa es que baje el precio de las computadoras. Otra que el precio del conjunto de los productos esté bajando"
Simon Tilford, Center for European Reform
Según Simon Tilford, vicedirector del Centre for European Reform de Londres, la medida es positiva, pero insuficiente.
"El BCE consideraba que el problema era la
inflación, no la deflación. Esta medida muestra que finalmente se dieron
cuenta que el gran peligro es la deflación. En toda economía hay
momentos de deflación. Pero una cosa es que baje el precio de las
computadoras. Otra que el precio del conjunto de los productos esté
bajando", indicó a BBC Mundo.
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Mario Draghi, presidente del BCE, es conocido como SuperMario. Pero la lucha contra la deflación es cosa seria. |
En agosto del año pasado a Mario Draghi le bastó
decir que el BCE haría todo lo que estuviera a su alcance para salvar
al euro del ataque especulativo que se cernía sobre España e Italia.
La intervención fue exitosa y le granjeó el sobrenombre de "SuperMario".
Pero la deflación es un hueso más duro de roer.
La disminución de la tasa de interés alivió la
presión sobre el euro que había alcanzado su valor más alto desde 2011 y
que cayó 1%, dando un respiro al atribulado sector exportador.
Esta disminución ayuda a su vez a aumentar la
inflación, porque con una moneda de menor valor las importaciones
cuestan más e incrementan el precio final de los productos.
Pero según Tilford, se trata de un impacto marginal.
"Ayudan, pero no solucionan. El principal
objetivo es evitar que se complique más el tema de la deuda pública y
privada porque con deflación se vuelve más cara, ya que se paga con un
Producto Interno Bruto que está bajando debido a esta caída de los
precios", señaló a BBC Mundo.
El caso griego
Con seis años de recesión a cuestas y dos
programas de rescate de la Troika (Comisión Europea, BCE y Fondo
Monetario Internacional), la deuda no ha parado de crecer en Grecia: hoy
es de 170% del PIB.
Si se le suma un desempleo de 27,7% (60% entre
los jóvenes) y una caída de 12% de los salarios, se entiende por qué la
demanda y el consumo están planchados.
En octubre los precios cayeron un 2% de promedio.
Alimentos y bebidas no alcohólicas (carne,
pescado, verduras, gaseosas) cuestan un 0,5% menos, ropa y calzado
bajaron 1,1%, artículos del hogar 2,3%, restaurantes 3%.
Como regla, cuanto más indispensable para la
supervivencia, menor la caída del precio porque el consumo del producto
es difícilmente postergable (la comida, por ejemplo).
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La crisis económica se refleja en las calles de Atenas. |
"Esta caída es un intento de adecuarse a los
ingresos que tiene la gente. Mientras sea temporaria, no es tan grave",
señaló al Financial Times el analista Platon Monokroussos, del Eurobank
de Atenas.
El consenso entre los economistas es que resulta muy difícil salir de la llamada espiral deflacionaria.
El problema alemán
El discurso dominante sobre la crisis de la
eurozona es que los países del sur europeo tienen problemas
"estructurales" (mercados laborales rígidos, excesivo gasto fiscal,
etcétera) que deben ser resueltos para que el euro sobreviva.
Desde esta perspectiva, Alemania, la economía
dominante de la eurozona, es una suerte de milagro de eficiencia que
empuja hacia arriba el crecimiento promedio de la región.
Inflación "saludable"
Mantenida en un nivel prudente la
inflación es síntoma de una economía saludable en la que el aumento
moderado de precios y salarios protege simultáneamente el nivel de vida,
la rentabilidad empresaria y la posibilidad de inversión.
El problema es que este nivel ideal de inflación no se puede lograr por decreto.
La caída del valor del euro ayuda a aumentar la inflación porque con una moneda de menor valor las importaciones cuestan más e incrementan el precio final de los productos.
Pero el problema de fondo de la eurozona va más allá.
Los 18 países que manejan el euro apenas salieron de la recesión en el último trimestre con un exiguo crecimiento de 0,3% y altísimos niveles de deuda (92,2%) y desempleo (12,2%).
Además estos porcentajes promedio esconden una realidad muy despareja: el desempleo en Austria es de 4,9% y del 5,2% en Alemania. Pero en España es de 26,6% y de 27,7% en Grecia.
El problema es que este nivel ideal de inflación no se puede lograr por decreto.
La caída del valor del euro ayuda a aumentar la inflación porque con una moneda de menor valor las importaciones cuestan más e incrementan el precio final de los productos.
Pero el problema de fondo de la eurozona va más allá.
Los 18 países que manejan el euro apenas salieron de la recesión en el último trimestre con un exiguo crecimiento de 0,3% y altísimos niveles de deuda (92,2%) y desempleo (12,2%).
Además estos porcentajes promedio esconden una realidad muy despareja: el desempleo en Austria es de 4,9% y del 5,2% en Alemania. Pero en España es de 26,6% y de 27,7% en Grecia.
La realidad es que, si bien la economía germana
ha crecido en estos últimos años, su consumo doméstico aumentó apenas
0,5%, el desempleo es bajo gracias a que unos ocho millones de alemanes
tienen "minijobs" (450 euros mensuales) y más de un millón de empleados
temporarios ganan un 40% menos que los de plantilla.
Entre 2000 y 2010 el salario promedio alemán
disminuyó 4% mientras que, en comparación, en España los sueldos
subieron 4% y en Polonia, 19%.
Ni la crisis de la deuda soberana desatada en 2010 ha revertido esta situación.
"La eurozona necesita una política expansiva
alemana que aumente los precios en Alemania y sirva para equilibrar las
cuentas con sus socios de la eurozona, estimulando las exportaciones del
sur al norte de Europa. Esto no está sucediendo por razones políticas",
señala Tilford.
Economía zombi
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Entre las incertidumbres que dejó la crisis en Europa se cuenta el futuro de las pensiones de muchos. |
Mientras no haya cambios en Alemania, los
paralelos de la eurozona con el Japón de las últimas dos décadas se
harán más visibles.
La crisis japonesa comenzó a principios de los
90 de la mano de una burbuja inmobiliaria y financiera. Con un Banco
Central aferrado al mandato de una inflación de 1% anual, el país sufrió
cinco recesiones en los últimos 15 años.
El estancamiento fue tal que se acuñó un nuevo nombre para definir la economía nipona, el de "economía zombi".
Como en la célebre película de George A. Romero,
"La noche de los muertos vivos", una economía zombi sobrevive gracias a
masivas transfusiones.
Grecia, Portugal, la República de Irlanda y
Chipre han vivido del pulmotor de la Troika (Banco Central Europeo,
Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) que ha servido para
evitar una crisis sistémica de la eurozona.
Los bancos de la eurozona han usado un
instrumento especial creado por el Banco Central Europeo, el LTRO, para
sobrevivir sus propios problemas, derivados del estallido financiero de
2008 y la posterior crisis de la deuda soberana.
Desde el Centre for European Reform alertan que la situación es más seria en la eurozona que en Japón.
"La eurozona tiene menos herramientas para
combatir la deflación que Japón. Los japoneses tienen su propia moneda,
su banco central. En España o Italia el peligro es que, si los precios
caen, (los países por sí solos) no pueden hacer mucho", señala Tilford.
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