El “Glorioso PRD” será siempre una alternativa
electoral en el actual esquema político nuestro. Porque más que un
partido, “esa cosa” es un sentimiento que desborda su propia vocación
autodestructiva y emerge con más bríos después de cada crisis, por aguda
que parezca.Podrá ser una confederación de grupos, como le llama
Gutiérrez Félix, pero ese PRD que todos conocemos ha sabido mantenerse
por más de medio siglo en la principalía electoral dominicana.Se
han ido todos, desde su primer líder, Juan Bosch, hasta Peña Gómez. Y
nadie ha podido destruirlo jamás. Las divisiones constantes parecen
alimentar su fortaleza interna en el más extraño fenómeno que pueda
registrar el partidismo político latinoamericano.
La realidad
perredeísta escapa a toda lógica... No se explica cómo ha sido posible
que un partido sumido permanentemente en una crisis haya podido
sobrevivir por tanto tiempo a los avatares de la garata eterna.
Su
fiel militancia no ha tenido reposo ni siquiera en sus momentos de
gloria. En su primer gobierno, de sólo siete meses, hace 50 años, lo
menos que sugirió Bosch fue cerrar sus locales para convertirlos en
aulas escolares.
Entre el ’78 y el ’86 la guerra interna entre
Guzmán, Salvador, Peña y Majluta no tuvo tregua. El PRD perdió el poder y
no se repuso sino hasta 14 años después...
... Pero lo que
regresó en el 2000 fue una caricatura que derribó todos los parámetros
imaginables. El PRD se fue por un desaguadero.
Desde entonces qué...
Los perredeístas salieron avergonzados del poder en 2004. No los sepultó el proceso porque la contraparte localizada en la franja conservadora no fue capaz de articular un proyecto electoral confiable.
Los perredeístas salieron avergonzados del poder en 2004. No los sepultó el proceso porque la contraparte localizada en la franja conservadora no fue capaz de articular un proyecto electoral confiable.
El
presidente reeleccionista Hipólito Mejía cayó en niveles de aceptación
por debajo de una cifra. Fue entonces cuando apareció Miguel Vargas
dando la cara y la cartera por un partido desacreditado y avergonzado.
Haberle
sacado el 41 por ciento a Leonel Fernández en las elecciones de 2008
fue una proeza si se toma en cuenta que el líder peledeísta estaba en el
poder y se agenciaba la reelección con una popularidad sin mella.
Pero
en ese proceso volvió a expresarse el síndrome divisionista que
persigue a los perredeístas. Una parte del pepehachismo derrotado cuatro
años antes hizo causa común con el poder para sacar de la carrera a
Vargas.
... Y la transición actual
El PRD camina hacia su última transición en una marcha forzada que lo habrá de conducir indefectiblemente no sólo hacia un cambio de liderazgo, sino de actitud y de mentalidad.
El PRD camina hacia su última transición en una marcha forzada que lo habrá de conducir indefectiblemente no sólo hacia un cambio de liderazgo, sino de actitud y de mentalidad.
La candidatura de Miguel Vargas constituye un
punto de inflexión en el PRD... Y sin importar cuál resulte ser el
resultado de esa aventura, la renovación de su dirigencia llegará hasta
por generación espontánea.
Por eso no tiene explicación que
algunas de las mentes de mayor lucidez en el liderazgo del relevo
perredeísta se encuentren aún tan despistadas y no entiendan el
proceso...
Cuando deberían de ser los principales promotores de la candidatura de Miguel.
Luis
Abinader, Guido Gómez Mazara, David Collado, Wellington Arnaud --para
citar sólo a cuatro--, no deberían perder de vista un proceso que forma
parte de la idiosincrasia, de la historia, de la naturaleza
perredeísta...
¡... Están perdidos en lo claro!
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