Son las 10:30 de la noche de un
viernes en las afueras de Bogotá y la que está llamada a ser la fiesta
de música electrónica más importante del año empieza a llenarse.
Bogota,Colombia.BBC Mundo;-A esta hora los DJs llevan rato haciendo sentir
sus mezclas en tres gigantescas carpas y el olor dulzón de la marihuana
ya es más fuerte que el del pasto recién cortado.
Y, en una esquina del complejo
deportivo alquilado para el "rave", un grupo de jóvenes está a punto de
completar la instalación de una novedosa adición a las noches de fiesta
bogotanas: un laboratorio de análisis de sustancias ilegales.
"Podemos realizar pruebas químicas que nos
permiten definir dos cosas: es o no es la sustancia que se supone le
vendieron al usuario, y si esa sustancia tiene o no tiene algún
adulterante reconocido como peligroso", le explica a BBC Mundo Julián
Molina, de la ONG Acción Técnica Social (ATS).
"La idea es que tenga una información confiable
que le permita tomar una mejor decisión acerca de si consume o no la
sustancia que adquirió", dice de la iniciativa la que cuenta con
el apoyo del Ministerio de Salud y Protección Social y la Secretaria
Distrtital de Salud de la Alcaldía de Bogotá.
Enfoque alternativo
La intervención aprovecha que la legislación
colombiana no penaliza el porte de pequeñas cantidades de drogas para
uso personal, ni su consumo.
Y es un buen ejemplo de un enfoque relativamente
novedoso –al menos en Colombia– frente a los problemas causados por el
consumo de drogas: el de "reducción de riesgo y daño".
Los afiches y folletos de ATS están diseñados por emblemáticos artistas urbanos bogotanos.
"El tema es que Colombia hace rato pasó de ser
un país exportador (de drogas) a ser un país consumidor, y ahora está
pasando de ser un país consumidor a ser un consumidor problemático",
explica Julián Andrés Quintero, el director ejecutivo de ATS.
"Y nosotros partimos de la base de que hay gente
que está consumiendo, no va a dejar de consumir y no tiene problemas
graves derivados del consumo. Así que lo que hacemos es brindar
información para que esas personas adopten conductas de menor riesgo,
que no sólo tienen un impacto sobre su propia salud, sino también sobre
la salud social", le dice a BBC Mundo.
Es por que justo en la puerta de la carpa que
alberga al laboratorio de análisis de sustancias ilegales también hay
una mesa con literatura sobre las drogas –legales e ilegales– más
consumidas por los jóvenes bogotanos.
Y los folletos, ilustrados por algunos de los
más destacados grafiteros y artistas urbanos de la capital –Toxicómano,
DJLU, Lesivo, Orfanato, Saga y Darkas, entre otros– vuelan como pan
caliente entre los asistentes a "Radikal Styles 2013", el rave más
esperado del año.
María Paula, de 22 años, con el cabello teñido
de fucsia y un piercing en el labio, se muestra particularmente
interesada en el que tiene información sobre el éxtasis y el que se
refiere a las sustancias inhalantes.
Después de todo, le dice a BBC Mundo, esas son las sustancias que ella más consume.
Y, aunque lo hace desde hace seis años, admite
que todavía puede aprender más sobre ellas y sobre los riesgos
asociados, que son varios.
"Si lo combinas con alcohol (el éxtasis) puede
producir un 'golpe de calor' ocasionando deshidratación, náuseas y
desmayos", se lee, por ejemplo, en el folleto sobre la droga que también
conocida como MDMA, "pills" o "tachas".
"La combinación con cocaína aumenta la presión
arterial y afecta el sistema nervioso, provocando efectos no deseados",
agrega el plegable.
Alcholo, LSD, éxtasis y coca
Más tarde, en el laboratorio de análisis de
sustancias, escucharé a Julio Molina repetirle esa advertencia a una
joven interesada en saber más sobre algunas de las drogas que llevó
consigo a la fiesta.
Sin abandonar la lucha
A la par de los enfoques
alternativos en la lucha contra las drogas, cuyo debate a nivel
internacional también está impulsando, Colombia continúa peleando de
frente contra el narcotráfico de formas más tradicionales.
Un ejemplo es su programa de
erradición de cultivos de coca, que en 2012 permitió reducir el área
cultivada en un 25% con respecto al año anterior.
Las autoridades también han
priorizado la lucha en contra del microtráfico, como se conoce al
tráfico de drogas para consumo interno.
Este fenómeno ha venido en franco
aumento en los últimos años y ya no tiene nada de micro, pues se estima
que actualmente una de cada cinco toneladas de cocaína producidas en
Colombia se destina al mercado local.
En abril pasado el presidente Juan
Manuel Santos le dio a la policía un plazo de dos meses para acabar con
las 24 principales "ollas" de microtráfico existentes en el país.
Una vez cumplido el plazo, y como
resultado de esa órden, se había logrado la captura de 1.674 personas y
la incautación de 536.154 dosis de alucinógenos, pero el problema aún
está lejos de haber sido erradicado.
El mandatario acaba de extender el
plazo para atacar otros tantos nuevos expendios dedicados a la venta de
drogas dentro del país.
Para ese entonces apenas pasa de la medianoche
–el rave, que eventualmente convocará a unas 3.000 personas está
supuesto a durar hasta las cinco de la madrugada– pero la chica, de
únicamente 19 años, dice haber estado mezclando alcohol, cocaína y lo
que ella cree es LSD y éxtasis.
En lo del éxtasis tiene razón: la prueba de
laboratorio da positivo por MDMA –la sustancia activa del "E"– y ella lo
celebra palmas en alto, las pupilas extraordinariamente dilatadas, con
una de sus amigas.
Para su decepción, sin embargo, la cocaína nada más tiene entre un 25% y un 50% de pureza.
Y aunque el laboratorio de ATS todavía no tiene
los reactivos necesarios para hacer análisis de la que ya es la segunda
droga más consumida por los universitarios colombianos, el LSD, hay
cabida para una advertencia.
"Lo más probable es que no sea LSD", empieza Molina, quien es químico farmacéutico de formación.
"Lo que ahorita se está vendiendo en Bogotá no es LSD. Los consumidores que lo conocen saben que no es", me dice.
Luego explica uno de los potenciales problemas:
el efecto de un cartón completo de ese falso LSD –a su juicio,
probablemente 25I-NBEOME con un agregado para generar el efecto
psicodélico– dura de dos a cuatro horas, mientras que el efecto de la
droga original puede durar de ocho a 12 horas, y a veces más tiempo.
De seguido, suelta la advertencia en cuestión:
"el día que se encuentren con LSD de verdad no van a poder pilotear ese
viaje", dice, mientras también advierte sobre los riesgos cardíacos
asociados a una sobredosis de ácido lisérgico.
Según Molina, algo parecido también pasa con el
falso MDMA (o éxtasis), que aunque es una anfetamina, tiene un efecto
muy diferente a otras de su tipo, "que es esa sensación de empatía que
sienten las personas hacia las demás".
Y si a un usuario familizarizado con la droga le
"dan gato por liebre", como se dice coloquialmente, "existe el riesgo
de que se sobredosifique buscando ese efecto de empatía"señala.
"Rumba segura"
Unas 3.000 personas asistieron a la edición de este año de Radikal Styles.
Esta noche, sin embargo, todo el éxtasis que ha
analizado ha dado positivo por MDMA, por lo que los consejos de Molina
han girado sobre todo en torno a la necesidad de tomarlo con calma y no
mezclarlo con otras sustancias.
Si se presenta algún problema, ahí está el equipo de paramédicos contratatado por los organizadores del
rave, que es una de las condiciones de ATS para hacerse presente en este tipo de eventos.
"Radikal Styles es uno de los
raves más
importantes de Bogotá y de Colombia. Y sus organizadores son jóvenes
que están conscientes de que el consumo de sustancias es común en este
tipo de eventos, por lo que trabajan con nosotros para garantizar que
los asistentes tengan información para el cuidado de su salud", explica
Julián Quintero.
Como parte del concepto de "zona de rumba
segura", que guía la intervención de ATS, la ONG también ha dispuesto al
lado del laboratorio una "zona de recuperación" con cojines, mantas y
agua.
De hecho, pasada la una de la madrugada, puedo
ver cómo el énfasis de la intervención de la ONG pasa de la provisión de
información, vía los folletos y el laboratorio, a este pequeño oasis de
tranquilidad en medio de la fiesta.
"Hay
gente que está consumiendo, no va a dejar de consumir y no tiene
problemas graves derivados del consumo. Así que lo que hacemos es
brindar información para que esas personas adopten conductas de menor
riesgo, que no sólo tienen un impacto sobre su propia salud, sino
también sobre la salud social"
Julián Andrés Quintero, ATS
Y es que el protocolo de intervención –explica
Vanessa Morris, también de ATS– es que a determinada hora ya no tiene
sentido seguir compartiendo información, porque ésta ya no entra: la
gente ya está de fiesta.
"Eso lo intentamos hacer antes de que empiecen a
consumir", dice Morris, quien durante lo que queda de la noche se
encargará de repartir agua, mantas, dulce de guayaba y palabras
tranquilizadoras entre las personas que ya pasaron la frontera entre el
disfrute y "el raye" vinculado al consumo de alcohol y drogas.
Y, en estos casos, me dicen sus colegas Andrés
Soto y Felipe Cuervo mientras la observan, la clave es hacer que estas
personas se sientan cómodas y seguras, nunca juzgarlas.
Después de todo, sugieren, en algunos casos esa
mala experiencia es necesaria para reconocer la importancia del consejo
que le da nombre a la iniciativa de ATS: "Échele cabeza cuando se dé en
la cabeza".
Una consigna que a ellos les gustaría convertir en el nuevo mantra de la noche bogotana.
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