Por Emilio Herasme Peña;-El último error importante cometido por José
Francisco Peña Gómez antes de morir, fue proponer en 1996 que a Joaquín
Balaguer se le reconociera como “padre de la democracia dominicana”.
Otorgarle ese título inmerecido a Balaguer, y que
fue aprobado mediante resolución o ley del Congreso Nacional, carecía y
carece de fundamento, repasando la historia.
Para que en política o en la lucha patriótica,
alguien merezca ser reconocido como padre, debe haber logrado grandes
éxitos o padecer innumerables sufrimientos, e incluso la muerte,
luchando por la libertad de su patria.
El único “aporte” de Balaguer
El único aporte de Balaguer a la democracia
dominicana fue, propiciar la apertura política en el país tras la muerte
del tirano Rafael Trujillo Molina el 30 de Mayo de 1961, lográndolo
gracias al respaldo que recibió del hijo primogénito de éste, el
general Ramfis Trujillo.
Se sabe que ese “aporte” suyo fue convencer al
hijo del tirano ajusticiado, que la apertura política era la única vía
posible para el levantamiento de las sanciones diplomáticas y económicas
impuestas al régimen trujillista y al país por la OEA en agosto de
1960, en respuesta al atentado patrocinado por Trujillo contra el
presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt.
Dichas sanciones acogotaban la economía dominicana
y al gobierno en manos de los Trujillo, al no recibir las divisas
provenientes de las ventas de los productos tradicionales que el país
exportaba, y la imposibilidad de importar legalmente bienes básicos como
los derivados del petróleo, neumáticos, maquinarias y piezas de
repuestos.
En consecuencia, esa apertura democrática acordada
entre Trujillo hijo y Balaguer, no obedeció de modo alguno al interés
de permitir, per se, el libre desenvolvimiento en el país de partidos
políticos de oposición, ni el respeto a los derechos humanos y a las
libertades públicas.
La mejor prueba
La mejor prueba de eso fue, que a pesar de esa
apertura democrática, ni la OEA, ni el presidente Betancourt, ni los
gobiernos democráticos del continente, aceptaron levantar las sanciones;
y no lo hicieron por el mero hecho de que se permitiera la instalación
del PRD y la formación de las agrupaciones patrióticas 14 de Junio y
Unión Cívica Nacional, ni debido a que estas organizaciones se
movilizaban con bastante libertad. desafiando a los remanentes del
trujillismo.
Esa negativa a levantar las sanciones se debió
básicamente a que las Fuerzas Armadas y la Policía seguían bajo el
control de los Trujillo y sus más allegados y a que la casi totalidad de
las empresas más importantes del país seguían perteneciendo a la
familia del tirano ajusticiado; y además porque prácticamente todos los
antitrujillistas exiliados permanecían en el extranjero, excepto los
tres dirigentes del PRD que vinieron el 5 de julio de 1961; lo que
demostraba que la dictadura trujillista permanecía intacta, aún después
de la gesta del 30 de mayo.
Es cierto que en noviembre de 1961 el entonces
presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, hizo esfuerzos para
el levantamiento parcial de dichas sanciones, pero eso no fue posible
debido al firme rechazo del presidente Betancourt, apoyado por los
gobiernos democráticos más importantes de América Latina.
La renuncia de Ramfis Trujillo; asesinatos y plan macabro
Fue por eso que, ante el fracaso de esos
esfuerzos del presidente Kennedy en ese sentido, el general Trujillo
hijo se desesperó y decidió renunciar a su condición de jefe de Estado
Mayor Conjunto de las Fuerzas Armada, y decidió marcharse del país pocos
días después.
Luego de su renuncia, el primogénito del tirano
asesinó a los conjurados vivos participantes en el ajusticiamiento de su
padre, y además dejó trazado un plan macabro para el restablecimiento
de la dictadura con toda su crudeza y capacidad represiva, bajo el mando
de su tío “Petán” Trujillo.
Esto último fue tan cierto, que la misma noche que
Ramfis Trujillo mató a los sobrevivientes de la gesta del 30 de mayo y
horas después se marchó al exterior, su tío “Petán” Trujillo fue a la
casa del presidente Balaguer para ordenarle que al día siguiente se
presentara temprano en el Palacio Nacional para que lo juramentara como
nuevo presidente de la república.
Ese plan macabro consistía además, en el asesinato
de los dirigentes y cuadros principales de la oposición en todo el
país, especialmente los del 14 de Junio y Unión Cívica, matanza que
estaría a cargo de los calieses del Servicio de Inteligencia Militar,
SIM; y de los paramilitares del ejército privado de “Petán” Trujillo
conocido como Los Cocuyos de la Cordillera. Para evitar la
materialización de ese plan criminal, fue que se produjo la oportuna,
valiosa y exitosa rebelión de los pilotos militares.
Rebelión de los pilotos
Ese levantamiento militar del 19 de noviembre de
1961, bautizado como la rebelión de los pilotos, estuvo encabezado por
el general Pedro Rafael Rodríguez Echavarría, con el respaldo principal
de los coroneles Nelton González Pomares, Federico Fernández Smester,
Raymundo Polanco Alegría, Santiago Rodríguez Echavarría y Manuel Durán
Guzmán.
El entonces presidente Balaguer nada tuvo que ver
con ese levantamiento militar que hizo posible la salida del país de
todos los Trujillo y algunos de sus allegados más cercanos.
Pero Balaguer sí se benefició en grande de ese
levantamiento militar, ya que el general Rodríguez Echavarría le dio su
apoyo total para que siguiera como presidente de la República, lo que en
diciembre de 1961 le permitió bañarse de popularidad con las donaciones
masivas que hizo a choferes de vehículos del transporte público, de
tierras, ganado y dinero en efectivo entregado a militares y civiles.
Bendecido por la suerte
Balaguer fue todo un dechado de suerte porque
Trujillo lo hizo vicepresidente y presidente de la república entre 1958 y
1960; porque al hijo primogénito del tirano no le interesaba la
política; y además porque el general Rodríguez Echavarría lo mantuvo en
la presidencia contra viento y marea.
La siguiente suerte de Balaguer fue el golpe de
Estado que derrocó al profesor Juan Bosch de la presidencia de la
república, en 1963, lo que año y siete meses mas tarde provocó la
Revolución Constitucionalista del 24 Abril de 1965, y la intervención
militar norteamericana cuatro días después. Gracias a esa
intervención militar extranjera, Balaguer regresó al país en medio de la
guerra patria, contando con el apoyo total del presidente
norteamericano Lyndon Johnson.
Sin el apoyo “hasta atrás” del entonces presidente
norteamericano, Balaguer no habría “ganado” las elecciones de junio de
1966, en medio de una situación en la cual su principal oponente, el
profesor Bosch, no pudo salir a las calles ni visitar los pueblos del
interior en campaña electoral, debido a la represión militar imperante,
patrocinada por las tropas extranjeras de ocupación.
Demostración inequívoca
El anterior recuento apretujado demuestra
inequívocamente, que Balaguer no merecía que Peña Gómez lo bautizara
como “el padre de la democracia dominicana”, en vista de que su
propuesta al respecto carecía de todo aval.
Es de ahí que esa proclamación de Peña Gómez en
beneficio del líder histórico reformista, ha quedado plasmada como su
último error imperdonable, ya que Balaguer no se comportó como un
demócrata cabal en su gobierno de los doce años, ni tampoco en el de los
diez, donde él, Peña Gómez, fue objeto de la peor acusación de corrupto
formulada en su contra.
Lo otro
Lo otro es que durante los doce años del gobierno
de Balaguer entre 1966 y 1978, fueron asesinados periodistas
sobresalientes como Guido Gil. Gregorio García Castro y Orlando
Martínez. También jóvenes valiosos como el recordado ex dirigente
estudiantil Amín Abel Hasbún, así como Orlando Mazara, Henry Segarra,
Tito Montes, Luis Parrish, Stalin García y muchos otros, simplemente por
dedicarse a orientar sindicatos obreros y promover la formación de
asociaciones campesinas para luchar por un régimen de justicia en el
campo.
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Emilio Herasme Peña |
Era eso lo que perseguían Guido Gil y Amín Abel
como asesores del sindicato de trabajadores de esa empresa, y por lo
cual fueron asesinados por el aparato represivo balaguerista. Entonces,
¿de donde procede la “proceridad” de Balaguer? Todo eso, sin mencionar
la orden de matar a un coronel Caamaño herido y preso.
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