Por Miguel Guerrero ;-
El país lo necesitaba. El resonante triunfo de la selección dominicana en el tercer clásico mundial de béisbol nos ha devuelto el ánimo y el entusiasmo en medio de un clima de incertidumbre y temor por el futuro. Los muchachos grandes de Moisés Alou y Tony Peña son los héroes que la nación buscaba y requería. El béisbol es pasión y hubo mucho de ella durante el evento con una ardiente decisión de reivindicar el fracaso estrepitoso de los clásicos anteriores.
El país lo necesitaba. El resonante triunfo de la selección dominicana en el tercer clásico mundial de béisbol nos ha devuelto el ánimo y el entusiasmo en medio de un clima de incertidumbre y temor por el futuro. Los muchachos grandes de Moisés Alou y Tony Peña son los héroes que la nación buscaba y requería. El béisbol es pasión y hubo mucho de ella durante el evento con una ardiente decisión de reivindicar el fracaso estrepitoso de los clásicos anteriores.
Estuvieron desde el
principio guiados por una motivación que iba más allá del mero triunfo.
Era el orgullo de ser dominicano. Bastaba ver sus contagiosos gritos,
casi infantiles, de estos hombres que han hecho fortuna y fama en el
deporte, con cada paso que los acercaba a la victoria.
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Miguel Guerrero |
Vencimos en un clásico que toda la nación
convirtió en un compromiso de honor, con una identificación como jamás
he visto en muchos años. El equipo dominicano al clásico mundial
reivindicó el béisbol como el deporte nacional y mostró al mundo lo que
es capaz de conseguir una nación que es grande por quienes se hacen
dignos de ella.
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