Por:-Emilio Herasme Peña-Si la crisis y descalabro abrupto de los tres
partidos políticos principales de Venezuela fue lo que hizo posible el
surgimiento del coronel Hugo Chávez como el máximo líder político
venezolano en los últimos 15 años, para los analistas políticos locales
resulta atractiva la idea establecer la similitud existente entre lo
ocurrido entonces en aquel país y lo que ahora sucede aquí.
El análisis de tal similitud resulta útil y
sobretodo interesante, tomando en cuenta que a partir de las elecciones
de 1966, el escenario electoral criollo se lo repartieron el Partido
Reformista, que luego se denominó PRSC, y el Partido Revolucionario
Dominicano, PRD.
Luego de su fundación en 1973, el Partido de la
Liberación Dominicana, PLD, se convirtió en la tercera fuerza electoral
hasta 1994, aunque en los comicios de 1990 se colocó por encima del PRD
aprovechando la división que se produjo entonces entre los principales
líderes perredeístas.
Tras la caída de la dictadura perezjimenista en
Venezuela en 1958, los partidos COPEI y Acción Democrática, AD, se
repartieron la mayoría del electorado venezolano, pero en los años 70 el
Movimiento al Socialista, MAS, emergió como la tercera fuerza
importante, obteniendo un respetable 20 por ciento de los votos del
electorado.
Así ocurrían las cosas en Venezuela hasta la
expulsión de la presidencia de la República de Carlos Andrés Pérez en
1993, aunque cuatro años antes el líder fundador de COPEI se negó a
apoyar al candidato presidencial de su partido, Eduardo –El Tigre-
Fernández, dolido porque éste le ganó la convención interna copeyana en
1988.
En República Dominicana el líder fundador del
PRSC, Joaquín Balaguer, optó en 1996 por no respaldar al candidato
presidencial de su partido, Jacinto Peynado, decidiendo en cambio aupar a
Leonel Fernández, el candidato del PLD.
Desde aquel momento el PRSC dejó de ser lo que
antes fue, al extremo de pasar al tercer puesto en los comicios de 1996 y
en el 2000, pese a que en esta segunda ocasión el propio líder
reformista fue su candidato presidencial, pero Danilo Medina, con el
respaldo de su partido y del BIS quedó en segundo lugar detrás del
ganador del PRD, Hipólito Mejía.
Como puede apreciarse, en Venezuela el COPEI dejó
de ser lo que antes fue por la negativa de Calderas de apoyar la
candidatura de “El Tigre” Fernández, pero lo peor le sucedió a Acción
Democrática a partir de 1993.
En ese año el presidente Pérez fue destituido de
su cargo mediante una decisión del Congreso venezolano, decisión que
contó con el apoyo del sector “institucional” del partido y de los
legisladores bajo su orientación, al acatar las directrices trazadas al
respecto por el entonces presidente de Acción Democrática, Luis Alfaro
Ucero.
La acusación formulada y aceptada para esa
destitución, se basó en el hecho de que el residente Pérez le donó 16
millones de dólares a la candidata presidencial opositora al sandinismo
Violeta Chamorro en el proceso electoral de Nicaragua en que ésta
derrotó en las urnas a Daniel Ortega, el líder del Frente Sandinistas de
Liberación Nacional y presidente en ejercicio de su país tras la
derrota del somocismo en julio de 1979.
En Venezuela la posición asumida por el presidente
de AD, Alfaro Ucero, fue determinante para que el presidente de su país
y dirigente histórico “adeco” Carlos Andrés Pérez, tuviera que
abandonar cabizbajo el Palacio de Miraflores, facilitando así el triunfo
de Calderas y de su movimiento Convergencia en los comicios
presidenciales de ese mismo año 93.
La desgracia del MAS le sobrevino por aliarse a
Rafael Calderas y formar parte del gobierno presidido por éste a partir
de enero de 1994, y al ser arrastrado por el desprestigio que esa
administración acumuló debido a la abrumadora corrupción que la arropó.
Aquí la actitud de Balaguer de no apoyar a Peynado
en 1996, marcó el descalabro total del PRSC, el cual se mantiene aún
respirando gracias al oxígeno que le han suministrado los gobernantes
del PLD a partir del 2004, y gracias también a la ayuda prestada por el
ex presidente Mejía que les concedió varios períodos en la presidencia
de la Cámara de Diputados y que además apoyó firmemente la permanencia
del reformista Amable Aristy Castro en la secretaría general de la Liga
Municipal, lo que el ingeniero Julio Maríñez jamás le ha perdonado .
En marzo del 2011 Miguel Vargas Maldonado perdió
aquí la nominación a la presidencia de la República del PRD frente a
Hipólito Mejía, pero rehusó aceptar que éste ganó en buena lid,
negándose por tanto a darle su apoyo en las elecciones del 2012, pese a
conservar la presidencia del partido en contra de lo establecido en los
estatutos partidistas que él modificó a los fines de que el presidente
perredeísta tenía que ser también el candidato a la presidencia de la
República por esa organización.
Conforme a lo anterior los analistas y
observadores políticos vernáculos se ven obligados a establecer una
similitud entre el comportamiento político de Balaguer en contra de
Peynado y a favor de Leonel Fernández, y de Calderas frente a su
compañero de partido Eduardo Fernández en 1989; así como también la
contribución de Alfaro Ucero a la destitución de Carlos Andrés en 1993 y
que desprestigió por siempre a su partido, Acción Democrática.
La insolidaridad de Alfaro Ucero frente al
presidente Pérez constituye en el tiempo una copia fiel del
comportamiento asumido aquí años después por Vargas Maldonado de
pretender desprestigiar la formidable demostración cívica y democrática
exhibida por la militancia perredeísta en la convención del 6 de marzo
del 2011, al igual que su reiterada negativa a participar en la campaña
electoral del perredeísmo en la cual éste buscaba afanoso retornar al
poder después de ocho años “jalando aire”.
Si en Venezuela los tres partidos mayoritarios
naufragaron al unísono debido a conflictos internos y a malquerencias
fratricidas y decisiones erróneas, allanando el camino para que el
comandante Hugo Chávez asumiera “solito” el liderazgo total del país; en
República Dominicana una de las tres organizaciones mayoritaria, el
PRSC, representa hoy una lastimosa minoría, y el PRD transita el mismo
sendero por iguales motivos. A la postre eso significará la repetición
en dos terceras partes de la debacle del partidismo tradicional
venezolano a partir de los años 90.
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Emilio Herasme Peña |
Se sabe que el PLD se ha salvado de la debacle
porque no fue él quien se asoció a un Balaguer en el gobierno, sino que
aceptó contento el respaldo de éste le brindó sin ningún compromiso en
1996, y por ese motivo navega viento en popa, “mirando sonriente” desde
el Palacio Nacional el desguañangue del PRD, al tiempo que se solaza con
el padrinazgo que le proporciona a los reformistas, otorgándoles
jugosas tajadas del pastel.
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