El rechazo categórico manifestado por la Fuerza del Pueblo y el Partido de la Liberación a la reforma constitucional que promueve el presidente Luis Abinader no es ninguna sorpresa para quienes damos seguimiento al quehacer político nacional, sin embargo, debo admitir que lo que si me ha sorprendido ha sido la premura con que el mandatario anuncia el sometimiento de otro proyecto de reforma, en este caso la laboral, cuando la primera está a nivel de Comisión en el Congreso Nacional.
Resultó muy extraño que la primera opción del presidente, en su paquete de 12 reformas, no fuera lo concerniente al tema fiscal o tributario, ya que suponíamos que el gobierno necesita mejorar sus finanzas públicas, pero más que todo, incrementar los ingresos para disminuir el agresivo endeudamiento, que según el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles a junio del presente año alcanza la astronómica cifra de US$74,679.2 millones.
Pero, una vez decido a impulsar (prima facie) la modificación de la Carta Magna, se suponía que el jefe de Estado esperaría que esta fuese aprobada por su aplastante mayoría que tiene en las cámaras legislativas, para luego proceder con la siguiente, en el orden que él lo ha establecido.
La reforma a la ley sustantiva ha traído más debates de lo que el oficialismo había previsto, toda vez que no contaba con la seria resistencia de todos los ficales del país, cuando se planteó eliminar el artículo 174 de la norma suprema, tampoco esperaba los cuestionamientos al método de escogencia y tiempo en el cargo del procurador general de la República, así como el tema atinente a la petrificación del artículo 124, que la inmensa mayoría de los especialistas en Derecho Constitucional son de opinión que para eso se requiere de un referendo aprobatorio.
El otro punto que caído como un balde de agua fría entre los diputados del Partido Revolucionario Moderno es la reducción de 53 congresistas en la Cámara Baja, razón por la cual el propio mandatario se reunió con el bloque para bajar la línea en ese sentido, aunque todavía hay muchos honorables oficialistas haciendo bembita.
Expertos en temas de reformas institucionales y económicas critican que las autoridades no hayan presentado los documentos que sirven como sustento para determinar las necesidades y los alcances para su aprobación e implementación.
Respecto a la oposición y el rechazo a la reforma constitucional, y otras que someterá el presidente Abinader al Congreso, tiene varios motivos, el primero de los cuales es que, aunque el PLD y la Fuerza del Pueblo reconocieron el triunfo del actual mandatario, han insistido en que se usó recursos del Estado para “comprarles” dirigentes de todos los niveles, además alegan que los fondos públicos se usaron en la pasada contienda electoral en sentido general.
Leonel Fernández y su organización política mantienen su postura de que la Constitución no se toca, y en el caso de Danilo Medina la consideran “innecesaria y de alto riesgo”. Otro argumento que tienen los opositores es que no cuentan con los votos necesarios en el Congreso Nacional para modificar o impedir la aprobación de ninguna iniciativa legislativa que impulse el oficialismo, y por lo tanto dejarán que Abinader y el PRM asuman las consecuencias, negativas o positivas, del paquete de reforma que están impulsando.
En medio de toda esta controversia en torno a la modificación de la Carta Magna, cuando el proyecto de ley que declara la necesidad de una reforma constitucional está en una Comisión Bicameral, el presidente Abinader, seguro de que la pieza no tendrá contratiempos para su aprobación en el Senado y la Cámara de Diputados, como tampoco habrá inconvenientes cuando se convoque la Asamblea Nacional, se decide a someter otra reforma, en este caso la del Código Laboral.
Los debates sobre esos temas se dan en un momento que no es el mejor para el gobierno debido a las tandas de apagones que sufre la población, y el incremento de la tarifa eléctrica, en un momento donde las altas temperaturas disparan el consumo de energía, lo que ha provocado airadas protestas en distintos puntos del país.
Siempre tomando en cuenta que el tiempo es el mejor juez, con el rechazo del liderazgo opositor, y el apoyo de los llamados poderes fácticos que nunca le dicen que no al gobierno de turno, el presidente Luis Abinader se embarca en esta ola de reformas institucional, cuyos resultados serán exclusivamente de él y su Partido Revolucionario Moderno. Por: Héctor Herrera Cabral;-
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