Según el presupuesto proyectado, la Presidencia de la República ocupa el cuarto lugar en el destino de los fondos públicos con un aumento de un 34 por ciento con respecto al año pasado. De esa manera el presidente Abinader, vocero del gobierno, ahora será también el operador mayor de los recursos que debían manejar los ministerios.
Pero, no obstante, esta desviación de los fondos para la Presidencia deja de lado el rosario de promesas que durante estos dos años ha depositado como ilusión en los electores.
El caso más patético es el de las extensiones universitarias. Abinader ha sembrado imaginarias estructuras que saldrían más económicas que las del expresidente Leonel Fernández, pero en el presupuesto en curso apenas hay contemplada una obra de tal carácter.
El presidente Abinader destina la mayor cantidad de recursos a tres provincias y tal parece que tiene su estrategia montada para aumentar la ayuda social como forma de potencializar sus posibilidades de salir adelante en un año que se vaticina será muy difícil con una inflación más elevada.
El presupuesto llama la atención porque mientras se rebaja nuevamente los recursos a la Procuraduría General de la República destina grandes recursos al manejo de desechos sólidos área que está en manos de Neney Cabrera, un funcionario que ha sonado en escándalos y tiene una empresa del mismo negocio.
También hay desatención con la generación eléctrica para cumplir las demandas de crecimiento, pero Abinader ya trazó la línea con respecto a Leonel, y sus voceros centran sus ataques en calumnias por supuestas sustracciones de recursos para disminuir su ascenso.
El presidente Abinader con su último presupuesto completo dejará de cumplir sus promesas otra vez.
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