Es notable y alentador que Abinader habla. Un presidente que se contacta con su pueblo calma las angustias. Todos sabemos que la situación que cruzamos es muy mala y no es culpa de este gobierno. Eso es algo que ayuda a que el país se mantenga calmo.
Hasta ahora, el sello de Abinader es de tocar todas las puertas. Va a las comunidades comprometiendo su palabra de ayuda en audaz ejercicio. No tiene sosiego. Es un correcaminos. No alardea, pero ha dado muestras de tenacidad con sus proyectos. Aunque muchos critican las rectificaciones, porque en varios casos el gobierno ha dado reversa de decisiones, es sano reconocer un fallo y no imponer una voluntad. Quizá Eddy Olivares jugó a eso y se ponchó porque violentó una decisión del PRM.
Las gradas están ansiosas porque lancen a la justicia los sindicados de corrupción. Se sabe que el bulto es enorme y la justicia lenta. Sin embargo, es mejor tarde que nunca y que se armen casos sólidos y no se repita el caso Odebrecht que luce como una chapuza jurídica donde habrá que pedir disculpa a los acusados, y no porque todos sean santos.
En los pocos días de este gobierno también han levantado sospecha algunos casos, el prematuro de Salud Pública, que parece quedará en aborto, y el de la ministro de Juventud, Kimberly Taveras Duarte, que parece entrampado en las redes sociales. Aún no hay nadie apresado, pero es tema que el tiempo no parece apagar.
El gobierno actual tiene licencia para endeudarse para atender la salud, educación y la recuperación económica. Que no confié mucho en los impuestos y esté atento a la marejada.
Entre tanto, Abinader va y viene prometiendo obras y tomando medidas. Su gobierno va de buen ver y se maneja lacio.

Por Alfredo Freites ;-
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