En un oficio remitido a todas las instituciones
del Estado, el Ministerio Administrativo de la Presidencia ha ordenado
respeto para los símbolos patrios, en especial la bandera, que ha
aparecido sin su escudo en algunos lugares públicos y documentos
oficiales.
La ordenanza del ministro José Ramón Peralta constituye una oportuna y
justa enmienda al inexplicable desatino de eliminar el escudo nacional
del centro de la bandera, en franco desprecio a lo que en ese sentido
dispone la Constitución de la República.
La grave falta que encierra este irreverente despropósito no solo es
una afrenta a la norma constitucional sino también a la misma Ley 210-19
sobre símbolos patrios, promulgada hace tres meses por el presidente
Danilo Medina.
Esta ley vino a consolidar, en una sola pieza, las reglamentaciones
dispersas que regían para cada uno de los símbolos, de manera
particular, y en uno de sus artículos declara que los encargados de las
diferentes instituciones gubernamentales son responsables directas del
uso correcto de estos símbolos.
En este caso, hay que establecer cuáles instituciones incurrieron en
la violación de estas responsabilidades ya que, en aras de hacer más
riguroso su cumplimiento, la misma ley señala que con la previa denuncia
de un caso de incumplimiento en esta materia, el ministerio público
puede accionar de inmediato contra los que han cometido la
inobservancia.
El izar banderas sucias, roídas o desteñidas, o con escudos que no se
corresponden con la versión descrita por la Constitución, figuran entre
las causas pasibles de sanción.
La eliminación del escudo en unas nuevas banderas que salieron a
relucir, así como en membretes o anuncios de entidades del Estado, ha
generado el repudio de los dominicanos que sienten vivos en sus mentes y
corazones, el amor por la patria.
No hay emoción más grande, en especial para los dominicanos que viven
fuera, que escuchar el himno nacional en una ceremonia de premiación
deportiva, cultural, artística o de otra índole, o ver desplegada u
ondulante la bandera nacional en medio de multitudes o desfiles.
Esa misma fuerte emoción sintieron los que asistieron a los shows que
ofreció esta semana en la capital, el afamado cantante español Raphael,
al escuchar las notas del himno nacional al principio, con el escudo de
telón de fondo en dos pantallas gigantes, y aplaudir al artista cuando
se despedía de su público terciándose el lienzo tricolor en su pecho,
con mucha seriedad y respeto.
Tomado del Editorial de
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