El objetivo primario de la reciente visita del secretario del PLD y
presidente del Senado, Reinaldo Pared, a los líderes de su organización,
Leonel y Danilo, era el de bajar la gran tensión política provocada por
un desmedido despliegue militar y policial en torno al Congreso
Nacional que nunca debió ocurrir. Y aun cuando el cerco se prolongó y
las secuelas iban en aumento, la estrategia de la mediación rindió algún
resultado, pues hasta llegó a difundirse la idea de que Fernández y
Medina habían llegado a un acuerdo, cuando en realidad no era así.
El
interlocutor debió observar -y manejarse- entre la recia posición de las
partes, pero el hecho de que uno sugiriera una comisión para mediar en
la crisis y el otro mandara a decir que todavía no había tomado una
decisión con respecto a los intentos de reforma atribuidos a su persona,
sin dudas que también sirvieron para ayudar a una distensión en las
intrincadas relaciones de las dos figuras en las que descansa la
garantía de unidad y de preservación del poder del PLD. Los efectos
internos y externos de ese torpe cerco al parlamento, no hay dudas,
fueron mortales para encaminar cualquier iniciativa de reforma
constitucional que, por demás, lucía muy cuesta arriba y trastornadora
de la paz social y de la institucionalidad del país. Y cuando el
presidente Medina ya estaría en un “casi, casi” a punto de llevarle un
respiro al país -a partir de un anuncio prudente, ajustado a la
racionalidad y a la responsabilidad de un estadista que no desea entrar
en conflicto con la historia, diciendo que se centraría en terminar bien
su gestión de gobierno-, llegan los datos pesados y penosos últimos que
meten hasta al cuello a la emblemática obra oficial de Punta Catalina
en el doloso expediente de la firma Odebrecht. El costo político de esa
especie de estocada final es muy alto, dejando tiempo y espacio apenas
para preparar la defensa posible, y para establecer responsabilidades;
cortando por donde hubiera que cortar (con decreto y con justicia), sin
dar oportunidad a “renuncia” (¿) tras el descubrimiento de la falta y
del daño. Definitivamente, Danilo y Leonel tienen que llegar a un
acuerdo, y parar el disgusto, el desgarre y el irrespeto que azuzan
algunos sin nada que perder. Y los que hablan de rencor o de posible
retaliación contra Danilo, partirán de ellos o de sus “travesuras”, pero
ignoran que, en el 20, como cuando lo ayudó a ser presidente, la
garantía de Medina es Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario