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miércoles, febrero 27, 2019

Presidente, el final corona la obra

La frase que da nombre a esta opinión es clara en señalar que no es saludable terminar mal lo que se ha iniciado bien.  Al dar inicio a la cuenta regresiva hacia marzo para que el presidente Medina defina su participación para las elecciones del 2020, y ante augurios tan pocos auspiciosos de lanzarse a otra reforma constitucional o, en el peor de los casos, tratar de borrar el Transitorio por vía ajena a la Asamblea Nacional, sería un acto provocador de tensiones a la democracia. 
Sacrificaría las reglas de juego democrático para intentar colar la repostulación, pero además, afectaría las dos disciplinas que la sustentan: la Economía y la Política. 
Tan complejas son que no sabe uno cuál de las dos es más importante para la democracia. Y más: al final quedaría burlada la voluntad del legislador, que quiso poner un muro a través del transitorio vigésimo de la Constitución.  Se sabe que al presidente Medina le han estado susurrando algunos “alias Rabo Pelao” (personaje que halagara al general Pedro Santana cuando regresaba victorioso de Las Carreras, designándole con voz estruendosa “Libertador de la Patria” que luego diera origen a un decreto del Congreso designándole con ese título). 
Verdaderos profesionales del halago han dado pie a elevarlo al mesianismo mítico contenido en la frase muy sobajeada: “Danilo, sin ti, se hunde este país”, o el título más para el olvido que para el recuerdo de “Benefactor de la Patria”.  La primera muy conocida en época en la que entendían los seguidores del doctor Balaguer, que este no podía alejarse del poder porque no tenía relevo a lo interno de su partido. 
En el caso del PLD está la figura del expresidente Leonel Fernández, probado hombre de Estado, que prescindir de él es suicida, pues su propia relevancia lo impide; que sin jactancia y con una dosis mínima de realismo su oficio es: Presidente; pero más: mantiene una precandidatura con suficiente peso electoral (firmas), y sus virtudes son conocidas en toda la geografía nacional.  Entonces, con una calidad de relevo así, que los triunfos electorales han sido contundentes, no hay espacio para la duda.  El propio Fernández es consciente porque lo vivió, que los buenos gobernantes siempre trabajan para el éxito de su sucesor, les guste o no. 
Por tanto, el presidente Medina, que no ignora eso, exponerse a una lucha interna después de defenestrar de nuevo la Constitución, y a la vez descuartizar al PRM y al PRSC para formar mayoría cualificada, es agregar riesgo al riesgo. 
Realmente caería inexorablemente en una situación de corrupción política por segunda vez que sería sancionable además de éticamente reprobable.  Una extraordinaria obra social que ha ejecutado ¿para qué arriesgarla destruyendo conquistas constitucionales sin argumentos de principios y razones?, Usted no puede ser empujado por melosos, manipuladores, plumíferos y un rebaño de iracundos y fúricos que hagan naufragar su obra. 
Sencillamente, acometer bajo el amparo del poder con simulación, la maniobra, la soberbia o el mal velado disimulo es perder el sentido de la Historia, que ella misma a la callada se venga.  “La Historia depura los hechos y los juzga desapasionadamente, da su veredicto justiciero, precisamente cuando no están atados a las pasiones y las iras”.  No permita ser engullido o absorbido por la antilógica de cierto agrupamiento electorero que se arremolina en el entorno de los presidentes dominicanos.  Frente a las dudas constitucionales que dejaría su participación y la granizada de críticas sumarísima de sectores opositores, y presentarse a una lucha interna frente al liderazgo de Fernández, quien ha expresado que “no hay marcha atrás”, deteriorará el clima electoral, político y económico de la República Dominicana posible, y los ejemplos huelgan. Debo recordarle que por extraordinaria que sea la obra tampoco excusa el fracaso.
Por Manuel Fermín ;-
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