La frase que da nombre a esta opinión es clara en señalar que no es
saludable terminar mal lo que se ha iniciado bien. Al dar inicio a la
cuenta regresiva hacia marzo para que el presidente Medina defina su
participación para las elecciones del 2020, y ante augurios tan pocos
auspiciosos de lanzarse a otra reforma constitucional o, en el peor de
los casos, tratar de borrar el Transitorio por vía ajena a la Asamblea
Nacional, sería un acto provocador de tensiones a la democracia.
Sacrificaría las reglas de juego democrático para intentar colar la
repostulación, pero además, afectaría las dos disciplinas que la
sustentan: la Economía y la Política.
Tan complejas son que no sabe uno
cuál de las dos es más importante para la democracia. Y más: al final
quedaría burlada la voluntad del legislador, que quiso poner un muro a
través del transitorio vigésimo de la Constitución. Se sabe que al
presidente Medina le han estado susurrando algunos “alias Rabo Pelao”
(personaje que halagara al general Pedro Santana cuando regresaba
victorioso de Las Carreras, designándole con voz estruendosa “Libertador
de la Patria” que luego diera origen a un decreto del Congreso
designándole con ese título).
Verdaderos profesionales del halago han
dado pie a elevarlo al mesianismo mítico contenido en la frase muy
sobajeada: “Danilo, sin ti, se hunde este país”, o el título más para el
olvido que para el recuerdo de “Benefactor de la Patria”. La primera
muy conocida en época en la que entendían los seguidores del doctor
Balaguer, que este no podía alejarse del poder porque no tenía relevo a
lo interno de su partido.
En el caso del PLD está la figura del
expresidente Leonel Fernández, probado hombre de Estado, que prescindir
de él es suicida, pues su propia relevancia lo impide; que sin jactancia
y con una dosis mínima de realismo su oficio es: Presidente; pero más:
mantiene una precandidatura con suficiente peso electoral (firmas), y
sus virtudes son conocidas en toda la geografía nacional. Entonces, con
una calidad de relevo así, que los triunfos electorales han sido
contundentes, no hay espacio para la duda. El propio Fernández es
consciente porque lo vivió, que los buenos gobernantes siempre trabajan
para el éxito de su sucesor, les guste o no.
Por tanto, el presidente
Medina, que no ignora eso, exponerse a una lucha interna después de
defenestrar de nuevo la Constitución, y a la vez descuartizar al PRM y
al PRSC para formar mayoría cualificada, es agregar riesgo al riesgo.
Realmente caería inexorablemente en una situación de corrupción política
por segunda vez que sería sancionable además de éticamente reprobable.
Una extraordinaria obra social que ha ejecutado ¿para qué arriesgarla
destruyendo conquistas constitucionales sin argumentos de principios y
razones?, Usted no puede ser empujado por melosos, manipuladores,
plumíferos y un rebaño de iracundos y fúricos que hagan naufragar su
obra.
Sencillamente, acometer bajo el amparo del poder con simulación,
la maniobra, la soberbia o el mal velado disimulo es perder el sentido
de la Historia, que ella misma a la callada se venga. “La Historia
depura los hechos y los juzga desapasionadamente, da su veredicto
justiciero, precisamente cuando no están atados a las pasiones y las
iras”. No permita ser engullido o absorbido por la antilógica de cierto
agrupamiento electorero que se arremolina en el entorno de los
presidentes dominicanos. Frente a las dudas constitucionales que
dejaría su participación y la granizada de críticas sumarísima de
sectores opositores, y presentarse a una lucha interna frente al
liderazgo de Fernández, quien ha expresado que “no hay marcha atrás”,
deteriorará el clima electoral, político y económico de la República
Dominicana posible, y los ejemplos huelgan. Debo recordarle que por
extraordinaria que sea la obra tampoco excusa el fracaso.
Por Manuel Fermín ;-
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