Apátrida es aquel que carece de una nacionalidad legal y, por ese solo hecho, no se le considera ciudadano de una patria.
Si nos ajustamos a la definición, de forma y fondo, apátridas serían
entonces los 8 millones de haitianos que, habiendo nacido en ese país,
no han sido oficialmente acreditados como tales con certificados de
nacimiento, de registro civil o cualquier forma de identidad legal.
Los haitianos que han entrado a la República Dominicana,
mayoritariamente sin pasaportes, sin visas, sin ningún documento que
avale su nacionalidad, no pueden ser registrados como dominicanos si no
cumplen con los requisitos que establecen nuestra Constitución y leyes.
Pero hay grupos, nacionales y extranjeros, como Amnistía
Internacional, que presionan para que el gobierno, capitulando en su
responsabilidad de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes,
violente sus normativas y nacionalice u otorgue permisos de residencia a
los ilegales, supuestamente para subsanar la “crisis de apatridia” de
estos últimos.
Que presenten pruebas concretas de los haitianos que se encuentren en
esa situación. Ese debe ser el reclamo que el Gobierno dominicano debe
de hacerle a todos los necios que se ocupan de propalar mentiras y ficciones sobre este tema y sus colaterales de la xenofobia y la
discriminación.
¿Por qué esos grupos no denuncian concretamente al Estado haitiano en
su irresponsable política de “dejar de hacer, dejar pasar” frente a su
obligación de dotar de documentos de ciudadanía y de migración a los que
nacen en ese país y, en cambio, crea las condiciones para que estos
nativos huyan a otras naciones a procurar la identidad negada o perdida?
Respondan. ¿Por qué no lo hacen?
Tomado del editorial de
de la fecha
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