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miércoles, marzo 22, 2017

¿Y antes de Odebrecht, qué?

Si optamos por una memoria de la corrupción en la República Dominicana, habría que remontarnos a muchos años (172 nos dice Cándido Gerón en su obra), diríamos que a siglos.  Vista la presión de la opinión pública que incluso en estos días amenaza con un cambio de época y la recomposición de la política y su liderazgo, será inminente conocer en detalle lo sucedido en los últimos 20 años de gobierno.
Hay que hacerlo así porque los liderazgos anteriores desaparecieron y los que nos quedan y lo que ha espigado, a diferencia de aquellos, están seriamente afectados por el escándalo. Resulta hasta fácil desmarcarse de lo que sucede en Odebrecht, porque se está trabajando en el caso según las autoridades, y se espera una avalancha de procedimientos judiciales que culminarían con un calvario para algunos, señala el Procurador. Es a lo largo de estos cinco períodos en donde la permisividad parece establecerse como doctrina sorprendente, sino escandalosa: sencillamente puedo retirarme del poder cargado de bienes recibidos como canonjías y mostrarlos con orgullo de parte de beneficiados en contratos con el Gobierno. ¡Penosamente es la actitud de quienes fueron azotes morales de los anteriores! Lo cierto es que el caso Odebrecht y su resonancia local, sin exagerar las consecuencias que tendría, pues vemos como en Latinoamérica son procesados funcionarios, exfuncionarios y directivos de la empresa, pero en solo días en la República Dominicana hemos descubierto que la corrupción es de factura actual, esta vieja práctica de comprar la imparcialidad de los gobernantes y funcionarios para la adjudicación de obras y servicios del Estado. 
Ahora hay gente que pretende hacerse la loca y se flagela y se rasga las vestiduras cuando sabe del chorreo de casos de prácticas más que dudosas que nos dejan la adjudicación de obras públicas. Conviene repasar la secuencia de los hechos: Bigwater, Río Gersa, Sun Land, Conazúcar, Fomper, Gurtell (España), Indrhi, Aduanas (evasión de 114,000 millones de pesos) CEA, Merca Santo Domingo, acueductos Noroeste, acueducto de Higüey, Presa Monte Grande, Fenosa, Acuerdos de Madrid, préstamos en monedas extranjeras no llegados a las arcas públicas, en fin, hechos tan graves como estos no deben quedar como nostalgia pecaminosa del pasado sino las deudas respecto a los que han participado en estos desmanes y su interés de permanecer en la olvidadiza mente de los dominicanos. Todo ese hueco creado con intencionalidad política ha anidado a tantos depredadores que han degradado y depreciado la administración pública.
Y una justicia que no ha tenido la voluntad de cumplir para ponerle freno al desenfreno, por el contrario, que se convierte en el muladar donde evacuar la demagogia. Este ajuste de cuentas con el pasado será de difícil aplicación.  Obsérvese que quienes hace algún tiempo ocuparon el poder y que en su gestión se levantó toda una ira social contra sus prácticas corruptas, hoy piden la movilización popular.
Todo un deseo mal intencionado y cínico. Es decir, afirmarse en fase de decrepitud creciente del pueblo menos consciente, como si en vez de avanzar escogiéramos ir hacia atrás, cuando no éramos ciudadanos sino borregos desorientados. ¡Enriquézcanse, caballeros!, como en los tiempos de Luis XVIII, monarca constitucional de Francia. Que no se den explicaciones, sino que la sociedad y lo poco bueno de justicia que quede tenga que hacerlas por ellos. Lo vimos recientemente en el “bromazo” radiotelevisado, el viejo esquema de hacerse campeón reclamando y exigiendo a otros las explicaciones que ellos deben dar. Hay que reconocerle que saben caer bien en los bloqueados de raciocinio. Jugar a la estrategia del mando al revés es el modelo escogido por algunos políticos dominicanos para tapar sus errores y los de los suyos.
Por Manuel Fermín ;-

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