Un día como hoy, hace 200 años, nació en Santo
Domingo, Francisco del Rosario Sánchez, padre de la Patria junto a Juan
Pablo Duarte y Ramón Matías Mella, trilogía que concibió y materializó
la fundación de la República Dominicana.
Con méritos destacados, Duarte, Sánchez y Mella dieron un ejemplo al mundo de que para construir una nación libre e independiente de cualquier tipo de coloniaje, no era necesario adoptar un liderazgo caudillista.
Ellos, en forma colectiva, forjaron una idea, la prendieron en lo mejor de la sociedad y finalmente sacudieron el yugo y defendieron con su vida la dignidad de hombres y mujeres libres.
Con méritos destacados, Duarte, Sánchez y Mella dieron un ejemplo al mundo de que para construir una nación libre e independiente de cualquier tipo de coloniaje, no era necesario adoptar un liderazgo caudillista.
Ellos, en forma colectiva, forjaron una idea, la prendieron en lo mejor de la sociedad y finalmente sacudieron el yugo y defendieron con su vida la dignidad de hombres y mujeres libres.
Sánchez demostró que era coherente y tenaz al asumir el liderato de
los Trinitarios a la salida de Duarte al exilio en 1843, imprimiendo
dinamismo al propósito independentista hasta lograr el asalto al
baluarte del Conde y colocarse en pie de guerra contra los ocupantes
haitianos.
Hombre de letras y de acción, le correspondió el honor y dispuso del
valor para enarbolar la Bandera Dominicana al grito de ¡Dios, Patria y
Libertad!
Dominado el movimiento independentista por las corrientes más
arcaicas y conservadoras, los Trinitarios fueron perseguidos, asesinados
y exiliados.
Las fuerzas que acaudillaba Pedro Santana, con más intereses
personales y grupales que patriotismo, concibieron -y finalmente
materializaron- la anexión de República a España, lo que despertó en
Sánchez una directa y manifiesta oposición, siendo expulsado al exilio.
Cuando Sánchez y sus escasos compañeros en el exilio vieron consumada
la anexión en marzo de 1861, se alistaron y regresaron con un pequeño
núcleo de patriotas armados por Hondo Valle, pero fueron atacados y
detenidos.
En un juicio sumarísimo, Sánchez fue fusilado en San Juan junto a sus
21 compañeros el 4 de julio de 1861, pese a que en su autodefensa
demostró que el gobierno entreguista de Santana no impartía justicia,
sino venganza cruel contra lo más granado del patriotismo dominicano.
Antes de morir lanzó una arenga inmortal: “Para enarbolar el pabellón
dominicano fue necesario derramar la sangre de los Sánchez; para
arriarlo se necesita la de los Sánchez”.
El martirio de Sánchez y de los Trinitarios no pudo ahogar las ansias
de libertad, independencia y justicia de los dominicanos, sino que las
potenció y dos años más tarde, estalló en Capotillo la guerra que
finalmente humilló a las tropas colonialistas y a sus vasallos en el
país.
Las ideas, el valor y el ejemplo de Sánchez tienen que perdurar en la
conciencia nacional para las nuevas batallas por la soberanía, la
libertad y la honradez.
Tomado del editorial de
de la fecha
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