Hoy se cumple un año del alevoso asesinato del
exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), profesor
Mateo Aquino Febrillet, un hombre decente y formador de profesionales
que –lamentablemente- se ligó a grupos o personajes muy distanciados de
los valores éticos que defendía.
Si fue un error de Aquino Febrillet juntarse para lidiar en política con gente arrebatadora y en esa jugada se le fue la vida, lo peor es que un año después el ministerio público y la justicia no hayan podido siquiera iniciar un juicio de fondo para condenar ejemplarmente a su asesino y a sus cohonestados.
Precisamente ese es el problema de la justicia dominicana –con su Código Procesal Penal y sin él- que los crímenes más abominables no parecen ser prioritarios para dar una ejemplar condena y mandar un mensaje de escarnio a los demás potenciales asesinos.
Si fue un error de Aquino Febrillet juntarse para lidiar en política con gente arrebatadora y en esa jugada se le fue la vida, lo peor es que un año después el ministerio público y la justicia no hayan podido siquiera iniciar un juicio de fondo para condenar ejemplarmente a su asesino y a sus cohonestados.
Precisamente ese es el problema de la justicia dominicana –con su Código Procesal Penal y sin él- que los crímenes más abominables no parecen ser prioritarios para dar una ejemplar condena y mandar un mensaje de escarnio a los demás potenciales asesinos.
El LISTÍN DIARIO no se cansará de decir que hasta que la justicia se
enfoque y juzgue en forma rápida y consecuente a los autores de crímenes
abominables como los de Aquino Febrillet, Carla Massiel Cabrera, los
múltiples actos de sicariato, los aspirantes a asesinos, asaltantes,
ladrones, corruptos y violadores creerán que la laxitud de los procesos,
y un buen padrino, los pueden proteger.
Óiganlo bien, señores jueces, respeten el debido proceso, pero no
permitan que la sociedad olvide los más sonados crímenes cometidos
incluso por gente muy conocida, y que son incontrovertiblemente
culpables, sin que esos criminales sean sancionados a la pena máxima y
en el menor tiempo.
El asesinato de Aquino Febrillet fue un espanto y su asesino y sus
suplentes vienen urdiendo maniobras de todo tipo para no pagar como
manda la ley por ese crimen alevoso.
Los jueces no deben permitirlo, pero si no se aplican las sanciones
que conlleva el hecho, se hacen indiferentes a la esperanza de justicia
que alberga la gente honesta de este país.
Justicia retrasada es el primer escalón para negarla y eso sería
imperdonable, no solo para los familiares, amigos y alumnos de Aquino
Febrillet, sino para una sociedad que se va cansando de repetir lo
mismo: ¡Queremos justicia ya! Esperamos resultados sin que nos duerma el
cansancio.
Tomado del editorial de
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