LO QUE DICEN.- ¿Qué pensarán los aspirantes a la Junta Central
Electoral y a la Cámara de Cuentas que militan en partidos de oposición,
ante la objeción por principio y en bloque de sus dirigentes? No sé lo
que piensan, pero sí lo que dicen, y lo que dicen no es bueno ni
alentador para esas organizaciones. No entienden tanta antipolítica, y
menos la insistencia y el afán. Bien que plantearan un marco de
referencia al inicio del debate o del diálogo, pero ya superada la
circunstancia, y ante la inevitabilidad del reparto, se impone asumir la
consecuencia. No hay que ser muy agudo para advertir la reacción. Las
listas del Senado y de la Cámara de Diputados son pruebas al canto.
No
podría haber tantos profesionales pretendiendo un puesto en esos
organismos, y todos, o la mayoría, ser ajenos a los partidos que
disputan el poder. Ni tontos ni pendejos, que aquí todos se conocen, y
por el momento no existe ningún pozo nuevo en que los interesados
abreven y el agua sea diferente y mejor. Los mismos bueyes, pues la
tierra es la de siempre y por igual las cosechas. El show hubiera
quedado bonito, pero faltó tarima.
EL ESCENARIO.- La postura de los partidos de oposición respecto a la
conformación de Junta Central Electoral y Cámara de Cuentas es tan
precaria, que ni impasse provoca. Ellos se las cantan, y después se las
lloran, y al final se las ríen. Al parecer no creen en la posibilidad
del diálogo, y aunque reconocen que los empresarios fueron oportunos, no
creen que efectivos. El gobierno les hizo el desplante en bloque:
políticos, empresarios y sociedad civil, en general, de manera que
ninguno de estos sectores se equivocara ni se creyera. De ahí que como
mansos corderos hagan lo que debieron hacer desde el principio: tocar
las puertas del Senado, o enviar una comunicación, o acogerse a su
ocasional designio. Y lo cierto es que tanto dar vueltas, los mareó. Por
ejemplo, tenían un representante en la comisión, y si no era decisivo,
por lo menos eran dos ojos, dos oídos y una boca para ver, escuchar e
intervenir en lo que fuere menester. Voto incluido. Ahora no lo tienen, y
no porque lo sacaran, sino porque renunció. En política no se abandonan
los escenarios a menos que se tenga dominio de otro mejor.
LA MUDANZA.- La idea de trasladar el diálogo de la Madre y Maestra al
Palacio Nacional, o de que el árbitro fuera Danilo Medina y no Agripino
Núñez, fue de los empresarios. Los cuales no tienen objeción a la
legalidad y legitimidad del reelecto jefe de Estado. Los partidos
estuvieron de acuerdo, y se molestaron cuando el ministro Administrativo
dijo que no, que se fueran con su música al local donde se celebraba la
fiesta. Al Senado. Ahora bien, la estrategia de los empresarios era
diferente a la de los partidos, o sus dirigentes. Tampoco en ese punto
estaban todos a una. Los empresarios vieron al presidente de la
República como autoridad suprema de la Nación, con ascendiente
indiscutible sobre todos los sectores. El hecho de que fuera dirigente
de un partido o cabeza de una facción no era óbice para crear
condiciones favorables al entendimiento. Los partidos no, los políticos
tampoco. La ocasión fue vista como una oportunidad de discutir de igual a
igual, y de haberse dado esa situación, los rangos, las categorías,
iban a ocasionar problemas, hacia adentro y hacia afuera.
DE LADO Y LADO.- No hay dudas de que si se hubiera dado la situación,
los partidos todos, o alguno en particular, iban a objetar que Danilo
Medina fuera árbitro y no parte. Tampoco hay que dudar de que antes de
sentarse a intercambiar, el jefe de Estado iba a demandar su
acreditación. El reconocimiento de su condición, tanto desde el punto
legal como legítimo. El hecho de estar era de por sí un reconocimiento,
pero se hubiera reclamado que fuera manifiesto. A viva voz. Ahora,
cuando se estudia la posibilidad, los estrategas oficiales consideran
que se hizo tarde. ¿Qué sentido tiene ablandar habichuelas cuando el
moro está servido, y justos los platos y las cucharas? De haber sido en
su momento, antes de la juramentación del nuevo mandato, los decretos
pudieron ser más multipartidarios y la administración más abierta y
plural. Eso lo pensó el gobierno, y también la oposición. El encanto de
un empleo público, o de un alto cargo, seduce a todos los políticos por
igual. Incluso, de esos dirigentes que como dragones botan fuego por la
boca, hay que no solo hace mucho que no comen, sino que el hambre se
les nota en la cara...
No hay comentarios:
Publicar un comentario