DOS
POSICIONES ENCONTRADAS RESPECTO A LAS MÁS EFECTIVAS FÓRMULAS DE FRENAR
EL DELITO Y EVITAR LA REINCIDENCIA FORMAN EN ESTA HISTORIA LA BALANZA
QUE DETERMINA EL CAMINO A SEGUIR
A pesar del buen comportamiento que hayan tenido durante el
cumplimiento de una condena, el arrepentimiento mostrado ante los jueces
de la pena, las alabanzas a Dios en los templos misericordiosos, el
deseo de ser libre y la intención de no volver a delinquir, más de la
mitad de los reclusos que obtienen su libertad vuelven a la cárcel.
Por favor Vote SI o NO
Por favor Vote SI o NO
Las penitenciarías modelos llevan una lucha campal contra lacifra del
60% de reincidencias registradas en la mayoría de las cárceles
tradicionales del país, procurando reducirla a cero, o al menos al
mínimo, con programas dirigidos al rescate de la conducta moral.
Los primeros que hacen esfuerzos por bajar esta tasa son los ex
prisioneros, quienes intentan complacer a sus familiares, a la sociedad y
a ellos mismos asumiendo la buena conducta que todos esperan, mas no
siempre este sueño se hace realidad, convirtiéndose en una nueva
pesadilla para su entorno y para el sistema judicial que percibe que su
inversión fue en vano.
No obstante, persiste la idea de que se puede regenerar una buena
parte de la población carcelaria, pues algo se ha logrado ya, aunque
todavía no se acerca a lo esperado.
Una visión radical de que no existe la regeneración social en las
personas que han cometido uno o varios delitos, y otra más consecuente y
esperanzadora de que sí es posible, tenemos a través de las reflexiones
de dos especialistas de la conducta criminal.
El ex jefe de la Policía Nacional, general retirado Guillermo Guzmán
Fermín, especialista en investigaciones criminales, y el Fray Aristides
Jiménez, dedicado en gran parte de su vida a la reconstrucción
espiritual de las personas que han infligido la ley, exponen sus
razones.
“Siempre hay una posibilidad”
En su oficina de la Pastoral Dominicana nos recibió Fray Aristides
Jiménez Richardson. Mostraba una sonrisa de esperanza de que llevemos el
mensaje de aliento a los prisioneros, de que sí pueden regenerarse, y
una motivación a la sociedad para que permita que eso ocurra.
-Primera pregunta: ¿Se regeneran los presos?
-Primera respuesta: Claro que sí y los primeros que deben saberlo son ellos.
-¿Qué lo hace afirmar eso con tanta propiedad?
-En los 11 años que tenemos desarrollando el programa de Reinserción
Social, a través de la Pastoral Penitenciaria del penal de La Victoria,
sólo hemos tenido tres casos de reincidencia de las 2 mil personas que
hemos acogido y trabajado para que no vuelvan a delinquir. Esto es muy
efectivo.
-¿Cómo podríamos explicar ese logro?
-Aquí vienen las personas que han obtenido la libertad condicional a
través del juez de la ejecución de la pena. A su discreción. Sólo él
decide eso y a quienes va a mandar para acá. ¿Qué hacemos aquí?, pues
trabajamos la familia.
Eso es todo.
-¿Qué tipo de trabajo realizan con la familia?
-No trabajamos a la familia del prisionero, sino a todos, incluyendo al afectado, que es a quien acogemos.
Nosotros lo que hacemos es que integramos a la familia a los
programas de reinserción social de su pariente, de modo que ellos asuman
la necesidad de brindarle apoyo al que ha fallado y de no dejarlo solo
en el proceso de reencuentro con la sociedad del buen vivir.
-¿Cómo llegan a usted?
-Nosotros coordinamos la Fraternidad Mercenaria del Santísimo
Sacramento, a través de las Casas del Rendentor que tenemos en distintas
partes del país, con la Pastoral Penitenciaria.
El juez de la ejecución de la pena los envía con una resolución para que reciban un tratamiento ambulatorio.
Ellos vienen con esa orden y muchos piden que los traigan aquí porque
realmente quieren generarse y tener las suficientes fuerzas
espirituales para decir que NO cuando se les presenten neuvas
tentaciones delictivas.
-¿Qué trabajo específico se hace con ellos?
Nosotros trabajamos la formación integral, que va desde la sanidad
espiritual de las personas que han cometido delitos, hasta la sanidad de
toda la familia que ha llevado a ese ser a cometer el hecho bochornoso.
Lo comprometemos con Dios, con ellos mismos y con la sociedad para
evitar que se repitan acciones semejantes.
-¿Y dentro de las cárceles, qué se hace?
-Cuando están cumpliendo condena lo primero es hacerles saber y entender
plenamente que existen amplas posibilidades de regenerarse y de ser una
persona social activa. Ayudamos a que su salud mental se mantenga, a
que su higiene personal sea razonable, pero sobre todo, a que su mayor
deseo en la vida sea reconciliarse con el Señor y con su familia.
-¿Cree efectiva la libertad condicional para la regeneración?
-Sí. Ciento por ciento. Ese programa permite tenerlo con un pie en la
cárcel y un pie en la libertad y eso los hace sopesar las bondades y
perjuicios. Es el mejor momento de hacerlos que ellos elijan el camino
correcto.
Nuestra ayuda es fundamental en esto y lo estamos haciendo.
-¿Trabajan ustedes la parte preventiva?
-Claro. Nosotros trabajamos con tres ejes fundamentales: La prevencion
del delito, el tratamiento penitenciario dentro de las prisiones y la
reanimación o reinserción dentro de la Pastoral.
“Mente criminal no se cambia”
Al general lo visitamos en la tranquilidad de su residencia, donde las
presiones habituales del trabajo policial no interrumpían el ejercicio
de sacar de su amplio archivo de escenarios delictivos, algunas
pinceladas sobre lo que hay que hacer para reducir la reincidencia
antisocial.
- Primera pregunta: ¿Se regeneran los presos?
- Primera respuesta: Claro que no - ¿Cómo usted puede asegurar eso? -En
mi experiencia como Jefe de la Policía y como jefe de numerosas
investigaciones policiales con los criminales de más alto calibre:
Narcotreaficantes, asesinos psicópatas, ladrones en serie, violadores
sexuales y todo eso, lo que he podido determinar es que lo que se mete
en la mente del delincuente y los hace cometer un hecho no sale jamás.
- Deme un ejemplo
-Te lo voy a poner de esta manera. La delincuencia se reduce con prevención, pero una prevención con el niño.
Después que ese muchacho pasa de los siete años y cumple 8, 9, 10 ya
no hay nada que hacer. La formación ética y moral de las personas,
quiero decir el freno moral que hace que la gente no cometa un hecho
punible, ocurre en ese primer período de la vida. Si no se trabajó es
difícil lograr que se regenere una inconducta asumida.
- ¿No es demasiado radical y absoluto eso?
- No. Es preciso y conciso.
Y más que todo real. Yo puedo asegurarlo porque he visto la formación
de un delincuente; lo he visto cuando ya ha caído en el error y cuando
sale de la cárcel con libertad condicional o definitiva porque ya haya
cumplido la condena. Siempre vuelve a hacer lo mismo o peor. Lo hace
peor y mayor el delito cada vez más, porque siente que puede hacerlo y
para él es más importante el poder que cree que tiene que el temor al
castigo.
-¿Podríamos asegurar que las mentes de los delincuentes son frías?
-Casi todas, salvo raras excepciones.
Pero imagínate el coraje que hay que tener para darle varias
puñaladas a una persona, o tiros, o burlar las autoridades, chantajear,
sobornar, engañar, ingeniárselas para cometer un crimen. Dime tú a mí si
no hay que tener la mente fría para eso. Hasta algunas víctimas la
tienen fría.
-¿Tiene detalles de víctimas con la mente fría?
-Claro. Yo manejé un caso de una joven que logró desarmar a su
victimario. Era el llamado “violador de la boina verde” del Mirador Sur,
que violaba hombres y mujeres sin distinción. El tuvo un prontuario de
50 víctimas y a ella no la violó.
¿Por qué?. Sencillo. Ella se le desnudó antes de que él se lo
pidiera, lo enamoró, le dijo que así le gustaban los hombrres, machos
como él, y cuando le pasaba la pistola por sus órganos genitales ella le
dijo: “Y eso es lo que tú me vas a poner.
Yo lo que quiero es la pistola que tienes entre las piernas”.
Ahora dime si eso no es tener la mente fría. Ella no quería que la
tocara, naturalmente, porque andaba con su novio cuando le la atrapó,
pero mantuvo la calma y actuó serenamente tratando de desarticularlo.
Algo le decía que podía lograrlo y lo logró.
- Volvamos a la familia.
-La primera y más sólida formación de la persona es la educación
familiar, lo que aprenden en la escuela, en su entorno con los vecinos y
los amigos y con los medios de comunicación. Si no se trabajó en esa
etapa el freno de la conciencia de lo que se puede hacer y no se puede
hacer, el gatillo del delito se disparará solo cuando se sienta tentado a
hacerlo y después que lo haga si es verdad que no hay marcha atrás.
Cuando a una gente se le pone un pensamiento delictivo en la cabeza y lo
llega a hacer, lo repite. Eso es así.
TEORÍAS DE LA REINCIDENCIA
En los estudios de criminalidad no se han podido precisar las cifras
exactas de personas que han cometido un delito, como tampoco de las que
reincidido. Por tanto, lo que se han producido son aproximaciones de
cuantificación del fenómeno que los estadísticos llaman cualificación de
los datos primarios obtenidos. En los estudios cuantitativos de la
reincidencia sólo se facilitan datos parciales que permiten dar paso a
otros estudios.
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