Por Claudio Acosta ;-
Si por la frontera con Haití, tácita y sobreentendida pero nunca
respetada, entra absolutamente de todo sin importar que se mida en
libras, kilogramos o toneladas, hay que dar por un hecho que nada
impedirá la entrada de algo tan pequeño como el virus del zika, que
según infectólogos dominicanos y haitianos ya se encuentra en el vecino
país. Las autoridades de Salud Pública, sin embargo, se niegan a dar
por cierta esa o cualquier otra versión que no salga de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), por lo que no moverán un dedo hasta que
esa información no sea confirmada en su página web.
De todos modos se
supone que el país se encuentra en alerta máxima y preparado para la
inminente llegada del zika, cuyos síntomas, según los especialistas, se
parecen mucho a los de la chikungunya. Y si digo se supone es porque
la experiencia nos ha enseñado que en este país no puede darse nada por
sentado o sabido, y el mejor ejemplo son los problemas que enfrentan
los médicos para diagnosticar el dengue de manera correcta a pesar de
que se trata de una enfermedad endémica con la que deberían estar
hace tiempo familiarizados. Porque lo que se dice en los hospitales es
que las autoridades de salud no les han orientado sobre la metodología a
seguir para confirmar el diagnóstico del zika, ni han dicho dónde
enviar las muestras que se tomen cuando haya alguna sospecha sobre el
virus. ¿Cuesta creerlo, verdad? Pero somos así y así somos, y lo peor
del caso es que con demasiada frecuencia parecería que no nos interesa
cambiar. Resignados a ser lo que somos, y sabiendo que una vez se
encuentre en Haití no hay forma de impedir la ingrata visita del zika,
hay que rogar a Dios que las quejas de los médicos y las declaraciones
de directivos del CMD afirmando que nuestro sistema de salud no está
preparado para manejar el virus sean una exageración sin fundamento o
producto de un exceso de celo comprensible en las presentes
circunstancias.
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