Leonel fue un buen Presidente. Más que eso, fue un excelente Presidente.
Y es un extraordinario líder político, comparable sólo con Balaguer,
Con Bosch, con Peña Gómez…
Es un visionario que está muy por encima de los políticos tradicionales que actúan impulsados por su propio ego, por el repentismo, la improvisación. Por eso ha sido tres veces Presidente de la República… ¡Y las que faltan!
Pero Leonel no está solo en estos afanes políticos, y los intereses que medran en su entorno pueden inducirlo a cometer errores que le podrían costar su futuro promisorio en la política enajenándole al país el liderazgo mejor formado de estos tiempos.
Un solo paso en falso podría sacarlo del liderazgo nacional, con consecuencias calamitosas para el país porque difícilmente aparezca en todos estos años una figura de sus condiciones, de su formación, de su carisma, de su experiencia…
Leonel Fernández es todavía un líder muy joven. A su edad, 60 años recién cumplidos, inició Balaguer el primero de sus seis gobiernos constitucionales entre 1966 y 1996- - con dos períodos intermedios entre 1978 y 1986 gobernados por el PRD--, y fue la época de mayor progreso y desarrollo que tuvo el país en 50 años.
Nadie puede empujar a Leonel por caminos llenos de abrojos y riesgos porque desde tiempo inmemorial se sabe que en política lo fundamental es que las cosas ocurran en su momento…
… Y este no parece ser su mejor momento por mucho que se quiera poner los vientos a soplar con fuerza.
Lo que conviene…
Lo he dicho otras veces: la reelección de Danilo Medina le conviene más a Leonel que al propio Danilo porque una reforma constitucional tendría que sustentarse en la implantación del sistema americano que automáticamente sacaría a Danilo del juego en el 2020. Sería el momento ideal para el retorno de Leonel, que para entonces habrá recompuesto su imagen y consolidado un liderazgo que lo retornaría al poder por dos períodos seguidos. Distinto fuera si corre en el dieciséis el albur de una candidatura que no concite el apoyo de la mayoría del electorado y se fuerce una segunda vuelta electoral.
En ese escenario se da por descontado que Leonel sería derrotado por una amplia alianza opositora que daría al traste con su carrera política y con la era de dominio electoral peledeista… Perdería Leonel, pero más perdería el país porque vería extinguirse a destiempo el liderazgo político más promisorio, mejor formado y de mayor proyección internacional que ha tenido el país en su historia republicana.
Danilo no hace nada…
El problema es que Danilo no se decide a plantearse la reelección por temor a que se le considere un presidente ambicioso que traiciona su promesa de terminar su mandato al vencer el actual período.
Mientras tanto, esa indecisión gravita negativamente en dos direcciones: alienta a los seguidores de Leonel en sus ínfulas de volver apresurados al poder, y desalienta a sus simpatizantes-- a los de Danilo-- que en este momento están en el limbo. Las aspiraciones de los leonelistas no han llegado todavía al punto del no retorno, pero no falta mucho para eso. Cuando ocurra, las posibilidades de colar la reelección se haría algo menos que imposible… Simplemente porque sin el apoyo de Leonel no prospera la reforma constitucional.
¡A Danilo se le está acabando el tiempo… Y rápido!
Por César Medina ;-
lobarnechea1@hotmail.com
Es un visionario que está muy por encima de los políticos tradicionales que actúan impulsados por su propio ego, por el repentismo, la improvisación. Por eso ha sido tres veces Presidente de la República… ¡Y las que faltan!
Pero Leonel no está solo en estos afanes políticos, y los intereses que medran en su entorno pueden inducirlo a cometer errores que le podrían costar su futuro promisorio en la política enajenándole al país el liderazgo mejor formado de estos tiempos.
Un solo paso en falso podría sacarlo del liderazgo nacional, con consecuencias calamitosas para el país porque difícilmente aparezca en todos estos años una figura de sus condiciones, de su formación, de su carisma, de su experiencia…
Leonel Fernández es todavía un líder muy joven. A su edad, 60 años recién cumplidos, inició Balaguer el primero de sus seis gobiernos constitucionales entre 1966 y 1996- - con dos períodos intermedios entre 1978 y 1986 gobernados por el PRD--, y fue la época de mayor progreso y desarrollo que tuvo el país en 50 años.
Nadie puede empujar a Leonel por caminos llenos de abrojos y riesgos porque desde tiempo inmemorial se sabe que en política lo fundamental es que las cosas ocurran en su momento…
… Y este no parece ser su mejor momento por mucho que se quiera poner los vientos a soplar con fuerza.
Lo que conviene…
Lo he dicho otras veces: la reelección de Danilo Medina le conviene más a Leonel que al propio Danilo porque una reforma constitucional tendría que sustentarse en la implantación del sistema americano que automáticamente sacaría a Danilo del juego en el 2020. Sería el momento ideal para el retorno de Leonel, que para entonces habrá recompuesto su imagen y consolidado un liderazgo que lo retornaría al poder por dos períodos seguidos. Distinto fuera si corre en el dieciséis el albur de una candidatura que no concite el apoyo de la mayoría del electorado y se fuerce una segunda vuelta electoral.
En ese escenario se da por descontado que Leonel sería derrotado por una amplia alianza opositora que daría al traste con su carrera política y con la era de dominio electoral peledeista… Perdería Leonel, pero más perdería el país porque vería extinguirse a destiempo el liderazgo político más promisorio, mejor formado y de mayor proyección internacional que ha tenido el país en su historia republicana.
Danilo no hace nada…
El problema es que Danilo no se decide a plantearse la reelección por temor a que se le considere un presidente ambicioso que traiciona su promesa de terminar su mandato al vencer el actual período.
Mientras tanto, esa indecisión gravita negativamente en dos direcciones: alienta a los seguidores de Leonel en sus ínfulas de volver apresurados al poder, y desalienta a sus simpatizantes-- a los de Danilo-- que en este momento están en el limbo. Las aspiraciones de los leonelistas no han llegado todavía al punto del no retorno, pero no falta mucho para eso. Cuando ocurra, las posibilidades de colar la reelección se haría algo menos que imposible… Simplemente porque sin el apoyo de Leonel no prospera la reforma constitucional.
¡A Danilo se le está acabando el tiempo… Y rápido!
Por César Medina ;-
lobarnechea1@hotmail.com
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