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lunes, noviembre 17, 2014

La gravedad empieza un día, pero la agonía se hace larga

DETALLES.- El jefe de la Policía Nacional anunció el pasado sábado que hoy lunes el vocero de la institución daría nuevas informaciones sobre el asalto a Najayo, y sería bueno que lo hiciera porque en la rueda de prensa de días atrás faltaron muchos detalles, o quedaron sueltas piezas que se suponían importantes. Por ejemplo, se dijo que las armas fueron llevadas al Penal por un cojo y que las santiguó un brujo, pero no cómo llegaron a manos del grupo. Igual se habló de un colombiano cuya identidad fue reservada y un haitiano del que se conoce nombre pero no sus demás señas. Es decir, que la investigación luce cruda, y si se toman en cuenta las contradicciones de principio o las confrontaciones con la Procuraduría, podría pensarse en el propósito de dejar el caso por la mitad, alegando lo que fuere, o simplemente echar tierra y pretender olvido de la gente.
Sin embargo, el ataque y muerte de un oficial y herida a un preso en San Francisco de Macorís obliga a volver sobre Najayo, pues ya no puede verse como una ocurrencia aislada, sino de una modalidad a la que el crimen organizado recurrirá cuando sea menester…

EL DESAFÍO.- La jefatura de la Policía Nacional no puede diagnosticar la enfermedad y decir que se trata de una “delincuencia desafiante”, sino buscar o proveer los remedios. Pues la gravedad empieza un día, pero la agonía se hace larga, y hay espejos en los que no debiera verse el país. Como México ahora y antes Colombia, en que los carteles de las drogas establecen reinados absolutos e imponen un orden propio. Incluso con la anuencia de las autoridades. ¿Acaso no se reportó en estos día que un miembro de la Dirección Nacional de Control de Drogas fue dado de baja al descubrirse que era informante de los capos del Este? O sea, que el enemigo está dentro, y por cada infiltrado que se detecte, hay que suponer que muchos más quedan ocultos. La misma película solo que proyectada en cines diferentes. La combinación en un solo hecho de dominicanos, haitiano y colombiano, dio mala espina, y lo lógico es inferir que actuó una banda internacional. Y la experiencia recuerda que esos modus operandi llegan para quedarse. Como sucedió con el tráfico, el consumo, el blanqueo y ahora el sicariato…
LOS MUCHACHOS.- Ahora que van cumpliendo y saliendo de la cárcel “Los Muchachos de Figueroa Agosto”, hay que pensar en lo rápido que se va el tiempo, pero igual que pronto se olvida el horror. Ya nadie guarda rencor y esos jóvenes volverán a su antigua normalidad como si nada hubiera pasado. Sin embargo, la República Dominicana que dejó José David Figueroa Agosto es peor a la que había antes de llegar, cuando no había sentado sus reales ni existía una institución tan oprobiosa como el sicariato. De nada valió obligarlo a fuga o que fuera juzgado o condenado por la justicia norteamericana. Dejó semillas, y estas crecieron de manera apremiante, y hoy son árboles tan grandes que no hay hacha que pueda tumbarlos. Sacaron la crema, quitaron la nata, pero quedó leche en el bidón, y con el tiempo se volvió agria. Sin dudas que cortaron la mano equivocada, o la que menos escandalizaba, y el cuerpo criminal continuó funcionando con sus principales órganos enteros, completos. Los Muchachos eran parte del problema, pero no todo el problema…
EL CUENTO.- Habrá que esperar que en la mañana de hoy hable el vocero de la Policía Nacional, que complete la versión oficial, y que sea de acuerdo o en coordinación con la Procuraduría General de la República, pues nadie quiere una orquesta haciendo ruido cuando puede afinar. Las contradicciones, si se dan, no harán más que contaminar la investigación y sobre todo restar credibilidad a las autoridades, en sentido general. Si es para hacer el cuento de Caperucita, que se olvide, ya todo el mundo lo conoce, incluso en su variante pornográfica. El asalto a la penitenciaría de Najayo impactó en la opinión pública nacional e internacional, tanto el hecho material como la audacia. Sin embargo, los runrunes dan a entender que esa parte es importante, pero no la principal. Que los investigadores no tienen dominio de todo el iceberg, y que debajo del agua, donde está el témpano entero, se mueven unas implicaciones que “horrorizan y meten miedo de verdad”…
Por Orlando Gil ;-
orlandogil@claro.net.do

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