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Las muertes por ébola y la propagación del virus mantienen alarmada a la población mundial. |
DICEN QUE ESE CENTRO HOSPITALARIO ESTÁ DESBORDADO POR EL ELEVADO NÚMERO DE PACIENTES.
Mientras Europa Occidental se estremecía al
comenzar la semana con el contagio del primer caso de ébola fuera de
África, registrado en la capital española, por aquí también repercutía
la muerte de once niños en un hospital infantil de Santo Domingo, el
Robert Reid Cabral, para destapar en ambos casos deficiencias en el
sistema público de salud propias de las sociedades más primitivas del
mundo.
Que haya colapsado el sistema de suministro de oxígeno a
los infantes en grave estado-- o, peor aún, que lo hayan suspendido por
falta de pago o que el traslado de bombonas no fuera posible por avería
del elevador--, revela con la mayor crudeza el escaso rigor
administrativo en el principal centro asistencial infantil de la isla
que comparten República Dominicana y Haití, poblada por 20 millones de
almas, en su gran mayoría más que pobres...pobrísimas.
El drama ha
costado el cargo al ministro de Salud dominicano, Freddy Hidalgo,
relevado por la doctora Altagracia Guzmán, veterana médico pediatra que
sirvió media vida como internista del Reid Cabral, conocido por todo el
mundo como “Hospital Angelita”. La directora del centro hospitalario
también fue despedida.
En España, la opinión pública se estremeció
al comenzar la semana con el diagnóstico del primer contagio de ébola
fuera del Continente Africano para poner al descubierto la fragilidad
del protocolo de protección y aislamiento de un virus fuera de control
que amenaza con expandirse al resto del globo, con consecuencias
catastróficas para la humanidad.
El tema dominicano repercutió en
los países de Europa Central, y no adquirió la categoría de escándalo
internacional porque fue opacado por ese caso excepcional de ébola en
una enfermera que atendió a un misionero que contrajo el virus en Sierra
Leona y falleció luego de ser trasladado a Madrid en grave estado.
Muy
pocos temas como este han puesto en vilo a la opinión pública europea
en los últimos 30 años-- tras la aparición de los primeros casos del
VIH--, temerosa de que este primer contagio en Occidente constituya la
expansión de un virus letal cuyas estadísticas fatales superan el 40 por
ciento de los afectados y que en menos de dos meses lleva ya casi cinco
mil muertes.
Aún así, el deceso de los once niños en el hospital
infantil de la capital dominicana llamó la atención de organismos
internacionales y de la opinión pública que no hayan explicación a los
informes de prensa difundidos en Europa sobre unas deficiencias
hospitalarias comprobadas por una comisión designada por el Presidente
dominicano para pesquisar los hechos.
La comisión encontró
deficiencias en el sistema de suministro de oxígeno en el área de
asistencia intensiva del centro público de salud, negligencias notorias
en las prestaciones facultativa y fallas en los diagnósticos precisos
para combatir a tiempo las dolencias que provocaron el deceso de los
infantes.
Echando gasolina al fuegoNo son posibles los
paralelismos y analogías entre los dos casos. La coincidencia radica en
que la opinión pública española ha puesto en el candelero a la ministra
de Sanidad porque entiende actuó con negligencia en el diagnóstico del
ébola-- evidentemente sin ninguna razón lógica--, y en el caso
dominicano ha ocurrido lo propio frente al ministro de Salud Pública,
destituido la víspera.
En nuestro caso se trata de un mal endémico
atribuible al arcaico y caótico sistema de salud, aunque el presidente
del Colegio Médico Dominicano, Pedro Sing Ureña, echó gasolina al fuego
de por sí crítico en el hospital Reid Cabral al asegurar que la muerte
colectiva de niños no constituye nada extraño ni irregular porque en ese
centro el promedio de defunciones oscila entre siete y doce cada fin de
semana.
La declaración resultó más alarmante aún porque
precedieron a la defensa de la también destituida directora del centro
de salud, doctora Rosa Nieves Paulino, que aceptó deficiencias en el
suministro de oxígeno alegando que el elevador estaba averiado, lo que
imposibilitó el traslado de bombonas auxiliares para darle respiración
asistida a los niños moribundos.
Dice que ese centro hospitalario está desbordado por el elevado número de pacientes y que las precariedades son enormes.
O
sea, lo que en principio se consideró como un acontecimiento ocasional,
aislado, de coyuntura circunstancial, ha terminado siendo el pan
nuestro de cada día en el principal hospital infantil de la República
Dominicana: que se mueren los niños por docenas debido a deficiencias
del servicio...
Peor aún, admiten que es un mal que dura cien
años... y aprovechan la coyuntura para reclamar reivindicaciones y
justificarse diciendo que no hay solución para un problema que perjudica
de forma tan dramática a la población infantil más carenciada.
La reacción de Danilo...El
presidente Danilo Medina reaccionó muy molesto, “en shock”, al decir
del vocero de gobierno, Roberto Rodríguez Marchena, y de inmediato
dispuso que una comisión del más alto nivel investigara las
circunstancias en que murieron los infantes para establecer
responsabilidades.
La comisión rindió su informe menos de 48 horas
después. ¡Hubo marcadas negligencias!, diagnosticó. A poco se conoció
la medida drástica del Presidente destituyendo al ministro Hidalgo.
Resultó
sintomático que Hidalgo quedara fuera de esa comisión, cosa que explicó
Rodríguez Marchena señalando que el presidente Medina procuraba la
mayor credibilidad. El argumento resulta razonable.
En tanto, al
concluir una semana muy activa en España el presidente del gobierno,
Mariano Rajoy, integró un comité de crisis-- que excluye el liderazgo de
la ministra de Sanidad, Ana Mato--, y designó al frente de ella a la
vicepresidenta Soraya Sáenz Santamaría.
En ese aspecto los dos casos guardan similitud...
Un sistema colapsado...En
1998, durante el primer gobierno de Leonel Fernández, se creó por
decreto la Comisión para la Reforma del Sector Salud que inició un
proceso para establecer consenso entre todos los sectores involucrados
en la prestación de servicios sanitarios.
Esos trabajos culminaron
con la presentación al Congreso Nacional de un proyecto de ley que fue
aprobado en 2001, durante el gobierno de Hipólito Mejía, y se votó poco
después con el número 42-01, conjuntamente con la ley 87-01 que crea el
sistema dominicano de seguridad social, ésta última con dos componentes:
Salud y Pensiones...
La primera ley plantea una reorganización
completa del sector, que incluye la transformación del Ministerio de
Salud en una agencia normativa y reguladora del sistema que al propio
tiempo debe ocuparse “de la producción social de salud”, es decir, de
todo lo que afecte a la población en forma colectiva, específicamente lo
referido a las enfermedades que provocan epidemias.
Crea, además,
el sistema de atención individual: unidades de atención primaria,
hospitales municipales y provinciales y centros especializados y
consultorios deben integrarse en una red con autonomía financiera y
administrativa, regida por un consejo que organiza los servicios en
nueve direcciones regionales que abarcan todo el país.
Pero ese
ordenamiento no puede ponerse en vigor porque la ley que complementa el
Código está trabada en la Comisión de Salud del Senado, que preside el
doctor Luis René Rojas Canaán, un médico destacado que representa la
provincia Hermanas Mirabal.
El Presidente Medina se ha empeñado en destrabar la ley, pero la Comisión senatorial sigue sin emitir su informe...
...Y todo el esfuerzo de 16 años ha devenido agua de borrajas. De ahí las trágicas ocurrencia del Angelita.
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