La posición del Gobierno. Desde el lunes
3 de junio el gobierno dominicano, a través del Ministerio de Medio
Ambiente, fijó su posición frente al tema Loma Miranda, que no fue otra
que negar a la empresa FALCONDO “el permiso para el aprovechamiento de
los minerales de Loma Miranda, hasta tanto las condiciones
socioeconómicas y ambientales, y las tecnologías de explotación minera,
garanticen una explotación sostenible (...)”.
¿Qué explica
entonces que conocida ya la posición del gobierno, senadores y diputados
del PLD sometieran y aprobaran de urgencia el proyecto de ley que
declaraba a Loma Miranda como Parque Nacional, y lo que es peor, al
amparo de leyes y decretos que la Constitución vigente derogó?
¿Cómo
explicar que esto haya ocurrido en un partido cuyo Comité Político cada
vez que lo ha considerado necesario ha convertido a ambas Cámaras en un
sello gomígrafo de sus mandatos, incluyendo algo tan fundamental como
la elección de sus bufetes directivos o la aprobación del proyecto de
Presupuesto y Ley de gastos públicos?
Las oscuras razones de un disparate. Fundamentalmente,
dos razones pueden explicar este abismal disparate legislativo. La
primera de ellas tiene que ver con “el morir de éxitos” de un partido
que, de tan exitoso se ha quedado sin opositores porque como Narváez a
la hora de la muerte: “los ha matado a todos”, no literalmente, pero sí
políticamente a través de sus juegos duros de clientelismo, compra y
venta, o a través de sus exitosas estrategias de neutralización política
que la ineptitud y/o la ambición personal de opositores han facilitado.
Digamos entonces, que a partir de no tener oposición real, el PLD ha
comenzado a hacérsela a sí mismo y de la peor manera. O sea, poniendo en
peligro la garantía de sus éxitos electorales y su permanencia en el
gobierno que no en lo fundamental depende del buen entendimiento entre
los dos grupos dominantes en la organización, el de Leonel Fernández y
el de Danilo Medina.
... Que hay más leña que la que arde, amor.
Desde el 3 de junio todos los legisladores conocían la posición del
Presidente sobre Loma Miranda, pero prefirieron hacerse los “caprinos
desquiciados” para forzarlo a reiterarse en su posición de “negar el
permiso (...) hasta tanto las condiciones socioeconómicas y ambientales,
y las tecnologías de explotación minera, garanticen una explotación
sostenible”. Esa era la decisión del mandatario y de ahí debió salir la
estrategia de comunicación e información que explicara a la gente común,
con palabras llanas, las razones por las cuales no se permitía el tipo
de explotación propuesto por FALCONDO, pero que esto puede cambiar en el
momento en que existan las condiciones socioeconómicas, ambientales y
las tecnologías de explotación minera que garanticen una explotación
ecológicamente sostenible.
¿Y de dónde salió entonces el invento
de declarar la loma como Parque Nacional? En el centro de la
irresponsable decisión legislativa estuvo presente la lucha de grupos a
lo interno del partido morado, pero también estuvo lo que podemos llamar
populismo legislativo.
Populismo legislativo. El
populismo legislativo es un populismo entre chulero y cínico que
consiste en hacerse el simpático ante las masas votantes, diciendo,
aprobando o proponiendo lo que esas masas desean escuchar, ver aprobado,
incluso desde su ignorancia. Ese populismo que abarca todos los
aspectos de la sociedad actual, desde la televisión hasta la justicia,
es parte de los efectos negativos de esta nueva “sociedad del
espectáculo” que ha sustituido la lucha de clases por la lucha de
frases, la idea por la pancarta, el argumento por el insulto, y ya no
solo está poniendo en peligro la cultura tal y como la conocemos, -y que
es el planteamiento central del ensayo del nobel Mario Vargas Llosa-
sino la mismísima democracia que se construye y legitima a partir de
unos resultados electorales. La vaca democrática ha de ser amarrada
donde diga el dueño (el votante) aunque se ahorque... y el suicidio está
de moda.
Un estadista. Liderazgo con responsabilidad. Esta
vez, el presidente Danilo Medina ha cargado con el peso y ha pagado el
precio de hacer lo que se tenía que hacer; lo que si bien puede que haya
afectado su popularidad, ha servido para que pueda el mandatario
mostrar su condición de estadista y líder, conductor de masas pueblo. Su
responsable decisión lo ha alejado de la denominación de simple
presidente, salvándolo ante el país y la historia, de la terrible
tentación que el populismo representa para cualquier político,
funcionario, legislador, periodista, programador/productor de radio o
televisión, juez o fiscal. Amén.
Por Pablo Mckinney;-
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