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martes, septiembre 09, 2014

El Presidente no torció el brazo

EL EQUILIBRIO.- La experiencia de Loma Miranda no es para andar levantando los pies para evitar tropezones, pues la verdad fue que se exageró el  debate. La realidad se contenía en sí misma y no había por qué desbordar los parámetros establecidos. Sin embargo, vale reconocer el desequilibrio de la discusión pública, de que la carga estuvo por un buen rato de un solo lado y que hubo sectores que se guardaron la opinión hasta que no vieron el peligro inminente. La situación fue siempre la misma, tanto al  aprobarse la ley de parque nacional como al momento del Presidente decidir entre promulgar y observar.
Al final se emparejó la carga, pero si no salen al ruedo pudo haberse impuesto el populismo que fácilmente contagia a funcionarios que manejan asuntos importantes. La intervención de los sectores de poder volteó la mesa y hubo que recoger las fichas y empezar el  dominó de nuevo. Como debe ser en una democracia que se precio --por lo menosñ de lo formal. Ahora se acusa al mandatario de  entregarse en los brazos de los poderosos, pero si hubiera dado su brazo a torcer, igual lo hubieran clavado  en la cruz.
LA AUTORIDAD.- Sea Dios o el destino que disponen las cosas, hay que suponer lo que hubiera sido que el presidente Danilo Medina acudiera al foro sobre inversiones, celebrado la semana pasada,  después de haber promulgado la ley que declaraba a Loma Miranda parque nacional. O no hubiera tenido cara o el discurso, obligatoriamente, hubiera sido otro. ¿Cómo decir que República Dominicana era un paraíso para la inversión ñnacional o extranjerañ o garantizar seguridad jurídica? El evento no tuvo nada que ver con la decisión, pero pudo hablar con autoridad y prueba en las manos de que a su administración le interesa atraer capitales. Lo mismo que decía ayer a unos empresarios de Taiwán, y podrá seguir predicando dentro y fuera del país. Entre las consideraciones en que se sustenta la observación se destacan los  derechos adquiridos, cuyo desconocimiento acarrea indemnización. La violación de esas reglas no sería discutida en la calle ni en los palmos de la loma, sino en cortes  nacionales e internacionales.
LA PACIENCIA.- Los activistas de Loma Miranda no tienen que volverse locos ni forzar a una locura colectiva. Tienen que aprender de Toña La Negra, quien en los tiempos de la vellonera decía ñsin ánimo de amargueñ que había que saber perder. La lucha es larga, y no hay por qué quejarse, sino tomar y dejar, pues en ocasiones han ganado sin luchar. La nueva situación de Barrick Gold no se impuso con los ruidos de la calle, sino en función de circunstancias y necesidades del gobierno. Lo mismo puede decirse de la recuperación de Bahía de las Águilas. Fue la dignidad de una jueza, la soberanía de un tribunal. Aunque no siempre Santa María está detrás de la puerta, a veces ocurre que sí. Lo conveniente fuera guardar fuerza para las nuevas jornadas, y que no tardarán. Si se habla de una salida de conjunto, e incluso que sería la Ley de Ordenamiento Territorial, deberían estar atentos a que esa oportunidad no la pinten calva, pues hay quien quita que en la pieza metan gato por liebre.
LA POPULARIDAD.- No sé por qué preocupa tanto la popularidad del gobierno, y se hable de su caída a consecuencia de  la observación de la ley de Loma Miranda, como si fuera un bien definitivo y no estuviera sujeta a los vaivenes de la política y al ánimo de la población. Los pueblos son inconstantes y dueños de sus preferencias. Sin embargo, la  apreciación luce apresurada, pues no hay elementos de comprobación. Podría ser sí, y podría ser no. En todo caso no hay una medición que acredite ese derrumbamiento, y para estos fines no vale mucho la percepción. El Ejecutivo dijo que no al parque nacional, pero igual dijo que no a la explotación. Salomón dividiendo el niño  en dos y ofreciendo a cada madre su parte. Los exabruptos no dejan de ser exabruptos, esto es, cosas del momento. Y hay unos rencores que duran, pero hay otros que se desvanecen con el paso de los días. Habrá que esperar que las encuestas cumplan su cometido, y las más recientes parecen haberse centrado en los dos primeros años del gobierno de Danilo Medina.
Por Orlando Gil;-
orlandogil@claro.net.do

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