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domingo, mayo 04, 2014

Si no es Danilo

Por Silvio Herasme Peña.
Como Danilo Medina, actual presidente de la República, no podrá adoptar por una reelección presidencial en virtud de la prohibición constitucional 0 ¿Quién sería?.
Algunos oportunistas opinan que no debe agotarse en el 2016 el fenómeno Danilo y prolongarlo hasta el 2020 para que entonces vuelva el doctor Leonel Fernández.
Mi opinión es contraria a ese concepto que respeto, pero que en lo absoluto comparto. Entendemos que el mejor servicio que puede ofrecer Danilo al país, después de un memorable ejercicio presidencial, es respetar el principio de  “la no reelección”. La Constitución de 1963, cuya defensa costó tanta sangre a este país, consignó taxativamente el principio de la “no reelección consecutiva”.
Un buen gobernante, de esos que respetan sus palabras, optaría por respetar los principios en los que ha creído la parte progresista y más democrática de la sociedad dominicana.
No me refiero a ese segmento odioso que veía la política como una secuencia de peldaños para acceder a la buena vida y el boato. Me refiero a quienes hemos querido ver un proceso sano, absolutamente normal, que observe, respete y promueva los principios de la alternabilidad en el poder.
Los que hemos querido coincidir con Juan Pablo Duarte en el sentido de que “la política es la tarea más noble  del ser humano después de la filosofía”. E incluso con los conceptos humanos del prócer cubano José Martí, quien se inmoló para evitar una reversa de la Guerra Patria de su país.
Los malos ejemplos son aquellos que se han valido de la estulticia para prolongar en el tiempo un “estado de cosas” que en el  presente y el futuro perjudican la ética, la decencia y las buenas causas de la sociedad.
Hemos vivido en el país experiencias desalentadoras  que prohijaron las peores causas políticas sufridas por la población dominicana. Como ejemplo podemos citar la anexión a España decidida por un héroe de la Independencia Nacional, pero desconfiado de la factibilidad de la República Dominicana dada la hostilidad de los gobiernos haitianos.
El presidente Buenaventura Báez no sólo llegó a perseguir a muerte al héroe de la Restauración, Gregorio Luperón, sino también que negoció la anexión del país a los Estados Unidos y que nos salvamos de “cuchillita”, “por un pelo”.
Si bien Ulises Hereaux (Lilís) nunca propuso anexiones, sino libre negociación con los haitianos, sus ejecutorias trastornaron al país hasta el punto de que pagara con su propia vida.
El asesinato del presidente Ramón Cáceres nos trajo la Revolución del 1912 y ésta la ingobernabilidad que provocó la intervención norteamericana de 1916. La prolongación del presidente Horacio Vásquez nos trajo el movimiento revolucionario del Cibao y, de paso, la tiranía de Trujillo.
Debemos aprender de los males que la ambición ha sembrado en el largo camino de la Independencia y de la decencia nacional. Y la reelección siempre aparece como el acicate para institucionalizar nuestros peores males.
Hemos vivido grandes períodos signados por el afán del negro principio de que “el que sube no quiere bajar”. Y es en el “bajar” es donde se consolida la libertad y el orden institucional.
Y nadie es mejor, después de la traumática situación heredada, que Danilo Medina para que nos volvamos a sentir sintonizados con los principios de la Constitución del 1963 y para que el actual Presidente pueda sentir un orgullo tan legítimo como el del caudillo victorioso y fundador de la Segunda República, José María Figueres Olsen, quien estableció “la no reelección” en Costa Rica y que tan buenos resultados ha producido a ese país.
El Partido Liberación Dominicano (PLD)  se ha querido ofrecer al país como “una escuela de presidentes”. Solo el autor de la frase y sus beneficiarios le han dado crédito a esa afirmación. El que esté de acuerdo con el PLD ahora dispone de una gama de opciones a elegir: Unos querrían a Temístocles Montas, otros a Reynaldo Pared Pérez y al dinámico ministro de Turismo, Francisco Javier García.
Otros propuestos candidatos parece que no han tenido la pegada mínima indispensable para ser considerados como legítimos precandidatos, pero los comerciantes de siempre hablan de “nuevos vientos”, o “nuevas brisas” y hasta la vicepresidenta de la República se mofó con la ocurrencia.
En el fondo lo que se discute es si Danilo va a sucumbir a los alabarderos para olvidarse que tiene la más ingente obra por hacer, aparte de su ejercicio presidencial, y es respetar el principio de alternabilidad sin temor de “que entre el mar”.
El mar no va a  entrar, como todos sabemos,  a menos que los reeleccionistas y logreros de siempre puedan alterar las leyes de la naturalezaÖy eso no es humano.
Nuestra aspiración es que Danilo no sucumba ante los alabarderos de la continuidad, sino que se invista en el uniforme de héroe civil reestableciendo “la no reelección” consecutiva. Y haréis Justicia.

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