Este símil lo hago para enfocar el tema de los perredeístas y su actitud política cotidiana.
Se
habla y habla de que es necesaria hacerle oposición al Gobierno. Que el
partido debe estar unido, que se debe trabajar para ser una fuerza; que
es perentorio que el partido blanco haga una convención transparente.
Los altos dirigentes hablan como si las acciones les fueran ajenas.
Ninguno
de los que están reclamando hace oposición. Para sacar rayita y poner
tuche al Gobierno no se requiere un permiso, y mucho menos en el PRD
donde todo el mundo es un jefe.
Esto me viene a las teclas al ver
cómo sigue el debate en torno a la educación nacional, el cuatro por
ciento, la formación de los docentes y la calidad de los educandos y sus
formadores. Estoy echando en falta la participación de una dirigente
como Milagros Ortiz Bosch, una secretaria de Educación que hizo buenos e
históricos aportes que debían ser retomados.
El dirigente con
experiencia de área debe ser un afluente. Si no quiere hacer una
exposición diametralmente de oposición, sería excelso que sea
contribuyente. También vale la cátedra ante lo mal conducido. Todo es
oportuno si arrima luz sobre un tema.
Así mismo ocurre con el lado
de Miguel Vargas Maldonado. De vez en vez sacan la cara y sueltan una
tibia parrafada. Los técnicos del sector institucional parece que
perdieron la boca o que carecen de oficio político. Todo lo humano le es
ajeno. Se argumentará que están “convencionando” y centrados en el
proceso. Una buena excusa para mirar para otro lado.
Asumir la crítica es tarea de todos.
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Alfredo Freites |
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