Ciudad de México.BBC Mundo;-Eso fue lo que ocurrió en 1994 con el
subcomandante Marcos, uno de los dirigentes del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, EZLN.
El 1 de enero de ese año, día en que
entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y
Canadá, que supuestamente simbolizaba el ingreso de México a la
modernidad, la insurrección armada le recordó al país los problemas que
lo anclaban al pasado.
El historiador Enrique Krauze, en su libro
"Redentores: ideas y poder en América Latina", lo describe así: "Era
como si se precipitara sobre nosotros un meteorito, pero no del espacio
sideral sino del pasado".
Fueron sólo doce días de combate. Los muertos se
contaron por decenas no por centenares, pero fue suficiente para atraer
la atención mundial.
Luego vino la tregua, el diálogo. Y entonces
emergió la figura de Marcos. El pasamontañas, la pipa, su humor mordaz y
finalmente su prosa lo convirtieron en un favorito de la prensa.
Fue entrevistado por Gabriel García Márquez,
saludado por Eduardo Galeano y Noam Chomsky. Alabado como el mejor
escritor latinoamericano del momento por Regis Debray (antiguo alumno de
Louis Althusser; amigo del Che, a quien acompañó en Bolivia y ex asesor
en política internacional del presidente francés François Mitterrand).
Comités de solidaridad brotaron como hongos por
todo el planeta y Chiapas se convirtió en un imán para jóvenes -muchos
europeos- en busca de una causa que consideraran justa.
Pero no sólo eso: en 1996, en una entrevista con
la comandancia del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, cuando
les pregunté sobre la pertinencia de su lucha armada para llevar el
socialismo al poder luego de la caída de la Unión Soviética, Nicolás
Rodríguez Bautista "Gabino" (actual comandante máximo del ELN) invocó la
lucha de los Zapatistas como ejemplo y justificación.
¿Qué ocurrió con ese Marcos que surgió hace 20 años como un meteorito en el panorama de la izquierda mexicana e internacional?
¿Improvisado?
Varios años después, el "sup" Marcos diría que
buena parte de lo ocurrido los primeros días de enero del 94 fue
improvisado, incluido el simbólico pasamontañas. Que en ningún momento
pensó en convertirse en lo que se convirtió.
En la última entrevista que concedió a un medio
de comunicación, publicada en la Revista Gatopardo de México en
diciembre de 2007, se lo explicó de la siguiente manera a la periodista
Laura Castellanos.
"No lo habíamos planeado así, eso resultó del
alzamiento (...). Se convirtió en un símbolo, pero originalmente el
símbolo era el paliacate rojo. Ahora es el pasamontañas. Porque empezó
el tira y afloja de 'que se quiten el pasamontañas y que den la cara'. Y
nosotros dijimos: 'bueno, vamos a quitárnoslo y ustedes también, o sea
los políticos y el país entero'. Y se convirtió en un símbolo y se
quedó".
En su libro "Marcos, la genial impostura" los
periodistas Bertrand de la Grange y Maite Rico argumentan que la
improvisación fue mucho más allá.
Publicado en 1998, es un reportaje en torno a la
figura del subcomandante zapatista. Allí exploran el pasado de Rafael
Sebastián Guillén Vicente, a quien el gobierno de Ernesto Zedillo
reveló, a principios de 1995, como el verdadero rostro tras el
pasamontañas. Marcos aún lo niega.
Marcos, ¿el gran líder zapatista?
En su libro "Redentores", el
historiador Enrique Krauze argumenta que al EZLN -al que considera casi
desaparecido- hay que analizarlo a través del prisma del perfil e ideas
del subcomandante Marcos:
"Porque igual que en muchos otros momentos y períodos de la historia mexicana, el neozapatismo fue también, hasta cierto punto, una proyección social de la historia de sus líderes (caudillos, caciques, presidentes)".
Es algo en lo que no está en de acuerdo Augusto (nombre supuesto), un "adherente" del zapatismo, quien ha seguido el movimiento por años. Dice que al principio pudo verse así, porque era Marcos quien hablaba y llamaba la atención de los medios.
Pero, agrega, el movimiento es esencialmente indígena y aunque Marcos cumplió el importante papel de interlocutor ante la sociedad civil nacional e internacional, no es su máximo líder.
Y acá toca un punto incómodo: "como yo lo veo, influye muchísimo que sea una figura diferente al indígena. Desde la estatura hasta el color de la piel".
"Porque si hubiera sido un indígena -que sí había algunos que hablaban español- no sé qué hubiera pasado, si hubiera tenido igual impacto porque hay que tener en cuenta el desprecio hacia todo lo indígena, el racismo".
"Sabía cómo llegar a la gente de la ciudad y sabía cómo traducir lo que quiere la gente de las comunidades".
Finalmente, recuerda que, por ejemplo, los acuerdos de San Andrés no fueron negociados ni acordados con Marcos, sino con los líderes indígenas, que consultaron cada punto con sus comunidades.
"Porque igual que en muchos otros momentos y períodos de la historia mexicana, el neozapatismo fue también, hasta cierto punto, una proyección social de la historia de sus líderes (caudillos, caciques, presidentes)".
Es algo en lo que no está en de acuerdo Augusto (nombre supuesto), un "adherente" del zapatismo, quien ha seguido el movimiento por años. Dice que al principio pudo verse así, porque era Marcos quien hablaba y llamaba la atención de los medios.
Pero, agrega, el movimiento es esencialmente indígena y aunque Marcos cumplió el importante papel de interlocutor ante la sociedad civil nacional e internacional, no es su máximo líder.
Y acá toca un punto incómodo: "como yo lo veo, influye muchísimo que sea una figura diferente al indígena. Desde la estatura hasta el color de la piel".
"Porque si hubiera sido un indígena -que sí había algunos que hablaban español- no sé qué hubiera pasado, si hubiera tenido igual impacto porque hay que tener en cuenta el desprecio hacia todo lo indígena, el racismo".
"Sabía cómo llegar a la gente de la ciudad y sabía cómo traducir lo que quiere la gente de las comunidades".
Finalmente, recuerda que, por ejemplo, los acuerdos de San Andrés no fueron negociados ni acordados con Marcos, sino con los líderes indígenas, que consultaron cada punto con sus comunidades.
En el libro -donde hablan con su padre,
profesores, excompañeros de la universidad y de la guerrilla- se hace un
recorrido por la vida de quien es popularmente aceptado en México como
Marcos, nacido en 1957.
Se habla de su infancia en la ciudad de Tampico,
su radicalización en la universidad -donde estudió Filosofía- sus
lecturas de los teóricos franceses (Althusser, Derrida, Foucault), su
admiración fervorosa por el Che Guevara (insinúan que de ahí le viene
fumar pipa) y sus viajes a Nicaragua y Cuba.
Finalmente, relatan su adentramiento en la selva
chiapaneca en 1984, con un puñado de correligionarios, para hacer la
revolución.
Y acá es donde viene la improvisación: según De
la Grange y Rico, Marcos cambió su discurso político casi literalmente
de un día para otro: entre el 1o y el 6 de enero de 1994. Algo que
también ha señalado Enrique Krauze.
Pasó del discurso marxista casi granítico de los
primeros comunicados a la variante indigenista y burlona que
caracterizó los posteriores.
¿Y cómo es él?
Concepción Villafuerte conoció a Marcos cuando ya era Marcos.
La historia de esta mujer también podría dar
para un libro. Junto a su esposo, Amado Avendaño, fundó, escribió y
editó -palabra por palaba en una imprenta manual del siglo XVIII- el
periódico El Tiempo (primero semanario, luego diario) de San Cristóbal
de las Casas.
En enero de 1994, Concepción y su esposo fueron
quienes avisaron a medios internacionales -y a través de ellos al
mundo-, de la insurrección zapatista.
Estaban inmejorablemente situados para hacerlo:
no sólo vivían en San Cristóbal, donde estuvo el núcleo ardiente del
levantamiento armado, sino que -según ella- eran el único medio regional
que reconocía la existencia de los indígenas chiapanecos. Los demás
simplemente los ignoraban.
Eso hizo que los del EZLN siempre les dieran
prioridad para entregarles sus comunicados en esos 12 días de guerra de
enero del 94. (Ese mismo año, Amado Avendaño sería candidato a la
gobernación de Chiapas por el Partido Revolución Democrática y con el
apoyo del EZLN. Perdió y siempre se alegó que hubo fraude).
Estamos en su casa de San Cristóbal, en un
cuarto repleto de fotos, libros antiguos y recuerdos de su esposo, ya
fallecido. También hay cajas y más cajas con las ediciones de El Tiempo,
igualmente desaparecido.
Una de las fotos muestra a Marcos junto a Amado Avendaño. Es del 2 de enero, una de las primeras imágenes del subcomandante.
Concepción Villafuerte se encontró con Marcos en
abril de ese año. Según relata, luego del asesinato de Luis Donaldo
Colossio, candidato oficial del PRI a la presidencia (aunque en México
no hay años tranquilos, 1994 fue especialmente agitado), decidió subir a
las montañas a hablar directamente con los zapatistas.
Después de dos días de peripecias, se encontró
con Marcos una tarde, a las cuatro. "Hablamos, me preguntaba cosas muy
comunes, casi intrascendentes. Yo le pregunté qué iba a pasar, pues
estábamos en la nada. Habían matado al candidato Colossio, retirado al
encargado del diálogo por parte del gobierno con los zapatistas...".
"Me dijo: 'estamos en alerta roja porque no
sabemos nada, igual que ustedes'. Me pareció un tipo sumamente
informado, a pesar de estar en la montaña... Muy sagaz. Una especie de
persona que lo empieza a medir a uno, a valorar".
"Se había hecho ya un mito de Marcos y todo el
mundo lo veía como una cosa muy especial. Conmigo fue diferente, yo no
lo veía como el ídolo romántico. Hablamos de cosas serias, de lo que a
mí me interesaba saber, como el secuestro de un general, la desaparición
de unos militares. Todo me lo respondió".
Muchos años después
Laura Castellanos también tuvo un encuentro en las montañas con Marcos, pero en 2007. Mucha agua había pasado bajo el molino.
En 2001, Marcos tuvo lo que algunos consideran
su momento culmen, cuando viajó de Chiapas a Ciudad de México en lo que
se conoció como la Marcha del Color de la Tierra, con la que buscaban
exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, un documento
firmado en 1996 entre el EZLN y el gobierno, que se comprometía a
realizar cambios en la Constitución para consagrar los derechos
indígenas.
Centenares de extranjeros acompañaron al
subcomandante y a sus compañeros en el recorrido. Más de un millón de
personas los aclamaron en El Zócalo del DF. Allí estaban esperándolo,
entre otros, José Saramago, Danielle Miterrand, Manuel Vázquez Montalbán
y Alain Touraine.
Después vino el anticlímax.
Así lo explica el profesor e investigador Luis
Daniel Vázquez, de la Facultad de Ciencias Sociales Latinoamericana,
Flacso: "Lo que tenemos es una interacción muy interesante entre el
zapatismo y el gobierno, que nunca llega a buen puerto".
"El último de los aprendizajes muy fuertes que
tiene el zapatismo es la marcha del Color de la Tierra, donde de nuevo
salen, con la transición democrática, con Vicente Fox. Intentan llegar
al Congreso de la Unión para pasar los acuerdos de San Andrés y
plasmarlos en el acuerdo constitucional correspondiente".
"El Congreso aprueba una reforma distinta a lo que estaba establecido en esos acuerdos, algunos más light,
en especial de autonomía política indígena. Tal vez lo más grave es
que, con esa decepción, van a la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
que se lava por completo las manos".
Repliegue zapatista
Luego de eso vino un período de repliegue y
silencio, tanto de los zapatistas como de Marcos. En 2003 vuelven a la
escena pública con su propuesta de los Caracoles y el buen gobierno:
asociaciones de "municipios autónomos zapatistas" (son 29 municipios y
cinco caracoles) que, desde entonces, le han dado la espalda al Estado
mexicano (a quien llaman el "mal gobierno") y se han dedicado a
construir una estructura autosuficiente a todo nivel: económico, de
salud, justicia y educación.
Así se han mantenido hasta la actualidad.
En 2006 vino otro hito: unas elecciones
presidenciales en las que la izquierda tuvo la posibilidad de llegar al
poder con Andrés Manuel López Obrador. Los zapatistas decidieron no
apoyarlo.
Como se sabe "AMLO" (como es conocido en México)
perdió por un margen muy estrecho frente a Felipe Calderón y, aunque
hasta el día de hoy sigue diciendo que hubo fraude, muchos en la
izquierda también señalaron a los zapatistas. De haberlo apoyado,
argumentan, López Obrador habría ganado sin problemas.
¿Y el gobierno?
¿Cuál ha sido la postura del
gobierno mexicano frente al EZLN? Hace 20 años, tras doce días de
combate, la administración de Carlos Salinas de Gortari ordenó el cese
el fuego unilateral.
Luego vendría el proceso de diálogo, que continuaría en el gobierno de Enrique Zedillo, sin embargo los acuerdos alcanzados nunca se cumplieron.
Este mes, la revista mexicana "Emeequis" publicó un artículo en el que, citando documentos secretos de la Secretaría de Gobernación, se revela que la estrategia de Zedillo y su círculo era "administrar el conflicto", alargarlo y "contener y desgastar" a los zapatistas.
Luis Daniel Vázquez, profesor e investigador de la Flacso, cree que para el gobierno federal actúa -e incluso para el anterior- "el zapatismo no es un problema relevante".
"El zapatismo, por ejemplo, no forma parte de todo lo que echa a andar con las policías comunitarias (o autodefensas, muchas de ellas de origen indígena)".
Por su parte, la periodista Laura Castellanos dice que "lo que yo he observado es que la actitud del gobierno sigue siendo la misma de lo que se considera una contrainsurgencia de baja intensidad".
"Tu no vas a lanzar a los tanques o al ejército a combatir cuerpo a cuerpo o a arrasar comunidades. Pero el Estado, así como lo ha hecho en otras ocasiones, recurre a diversas herramientas para sofocar, dividir, y una de ellas es a través de los programas sociales".
Luego vendría el proceso de diálogo, que continuaría en el gobierno de Enrique Zedillo, sin embargo los acuerdos alcanzados nunca se cumplieron.
Este mes, la revista mexicana "Emeequis" publicó un artículo en el que, citando documentos secretos de la Secretaría de Gobernación, se revela que la estrategia de Zedillo y su círculo era "administrar el conflicto", alargarlo y "contener y desgastar" a los zapatistas.
Luis Daniel Vázquez, profesor e investigador de la Flacso, cree que para el gobierno federal actúa -e incluso para el anterior- "el zapatismo no es un problema relevante".
"El zapatismo, por ejemplo, no forma parte de todo lo que echa a andar con las policías comunitarias (o autodefensas, muchas de ellas de origen indígena)".
Por su parte, la periodista Laura Castellanos dice que "lo que yo he observado es que la actitud del gobierno sigue siendo la misma de lo que se considera una contrainsurgencia de baja intensidad".
"Tu no vas a lanzar a los tanques o al ejército a combatir cuerpo a cuerpo o a arrasar comunidades. Pero el Estado, así como lo ha hecho en otras ocasiones, recurre a diversas herramientas para sofocar, dividir, y una de ellas es a través de los programas sociales".
En cambio, el EZLN y sus simpatizantes iniciaron "La Otra Campaña". Así la explica el profesor de la Flacso a BBC Mundo:
"Su lógica es 'nosotros no tenemos que pensar a
la izquierda desde arriba, sino desde abajo'. Y desde ese 'abajo y a la
izquierda' -nuevo lema- su objetivo es dar a conocer movimientos muy
locales que pueden tener los mismos problemas políticos pero que no
están interconectados. Es la misma apuesta de los Caracoles".
Se presenta entonces la última salida pública de
Marcos: adopta el apelativo de "Delegado Zero" y durante un año recorre
los 31 estados de México, más el Distrito Federal, reuniéndose con
representantes de esos movimientos.
Luego regresa a Chiapas y no vuelve a salir de las montañas. Al menos de manera visible.
"Invisibilización mediática"
A la periodista Laura Castellanos, Marcos le pareció "un hombre muy ocurrente e inteligente".
"Sobre todo lo que me llamó la atención fue su
proceso de autocrítica. Porque una cosa es ser autocrítico cuando estás
en la cima, pero cuando estás en un momento de invisibilización
mediática, de cuestionamiento, de crítica, no es fácil", le dice a BBC
Mundo.
La entrevista, publicada como libro en 2008 bajo
el nombre de "Corte de caja", es esclarecedora. En ella Marcos hace un
balance de todo ese período. Cómo él y su movimiento habían "pasado de
moda", cómo, según su versión, la izquierda tradicional mexicana los
apoyó mientras se quedaran en Chiapas: "había una especie de división
del trabajo: 'ustedes hablen allá y escriban poemas (...) y nosotros nos
encargamos de la política de los grandes'".
También habló de algunos grupos de solidaridad
europeos: "No se atreven a decirlo abiertamente, pero expresaban 'no,
pues es que el zapatismo ya pasó de moda, ya no es como antes, si ya no
tiene la atención de los medios para qué lo apoyamos (...)".
Entre lo más interesante de esa entrevista se
encuentra su mirada sobre su propio fenómeno. Marcos el ícono. "El
atractivo reside en el símbolo, no en uno... porque el misterio, la
máscara, atraen todo eso que también fue cultivado por los medios".
También acepta que su figura, magnificada por la
prensa, se convirtió en el símbolo del EZLN, sobre todo en los inicios
del levantamiento: "sí se dio una sobrevaloración de lo que se podía
conseguir usando los medios de comunicación, fue en el 94, cuando el
movimiento sí salió a la luz de los medios de comunicación de todo el
mundo y ese año transcurrió prácticamente de entrevista en entrevista".
Agrega que si pudiera cambiar algo, sería esa
parte mediática. "Hacer un esfuerzo para que se concentrara menos la
atención en la figura de Marcos, precisamente en los primeros años.
Porque más tarde quisimos remediarlo y ya no se podía".
Después de esa entrevista, Marcos trató de
remediarlo. Se sumió en el silencio mediático. Empezaron entonces los
rumores: que estaba gravemente enfermo. Que había muerto, que vivía en
Ciudad de México, más exactamente en la acomodada Colonia Roma.
Pero de vez en cuando da señales de vida: a través de cuentos en la Revista Rebeldía o de algunos comunicados.
Uno de los últimos, del pasado 22 de diciembre,
se titula "Rebobinar 2: de la muerte y otras coartadas" (el 28 de
diciembre publicó "Rebobinar 1"). Allí, además de las múltiples
posdatas, vuelve sobre asuntos que le son caros, como la muerte. Y
regresa al tema de la identidad, del rostro tras el pasamontañas.
"Esto de tomar otro nombre y ocultar el rostro,
¿es para escondernos del enemigo o para desafiar su escalafón de
mausoleo, su nomenclatura jerárquica, sus ofertas de compra-venta así
sea disfrazadas de puestos burocráticos, premios, loas y alabanzas,
clubes grandes o pequeños de seguidores?".
Por lo que pueder verse en el largo comunicado,
desde las sombras, la pluma del subcomandante Marcos sigue siendo, sino
tan popular y seguida, sí igual de mordaz y lírica.
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