LA AGENDA.- Nadie podía hacerle agenda a
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero no hay dudas de
que sabía a lo que venía y de que no le era necesario hablar con
sectores para formarse una opinión que ya tenía sobre situaciones de su
incumbencia en República Dominicana. Se comenta de una reunión previa
con comunicadores, y no fue rueda de prensa, a la que se invita a todos
los interesados, sino un intercambio con activistas sociales que se
alegran de su presencia y favorecen su trabajo. Esto es, una forma de
meter los pies en el agua sabiendo que no había pirañas ni tiburones que
pudieran morderla, y también de entrar en confianza, de sentirse bien
entre gente suya. Dije y repito que los organismos internacionales se
orientan por las denuncias que hacen los dominicanos. No quiero decir
que no hagan sus indagatorias, pero siempre sobre seguro. Amplifican y
condenan, pero no descubren ni aportan nada. Más que prejuiciada,
predeterminada. Viene a juzgar, afirma, pero con el informe hecho…
AUDITORÍA.-
El trabajo que actualmente lleva a cabo la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos es parecido a las auditorías que se hacen en las
dependencias públicas, en que aunque se le muestre el resultado al
interesado, éste nunca logra cambios significativos. El escrutinio se
queda en los términos originarios. La CIDH compartirá con las
autoridades sus hallazgos, y de seguro que éstas harán reparos, pero no
alterarán el informe. ¿Cómo pensar que vendrá de lejos y después de
muchos años y aceptará sin más ni más que estaba equivocada, o que sus
anteriores sometimientos ante la corte no tuvieron real fundamento? Hay
que recordar lo que se dice en biología: la función hace el órgano, y
este órgano tiene que cuidar su función. Tiene al país en observación, y
no puede permitir que pase la prueba, pues quedaría doblemente mal.
Primero, cuando hizo condena previa de una sentencia que no conocía, y
segundo, no encontrando elementos que confirmen el agravio…
LOS EFECTOS.- La
actual situación de encono y enfrentamiento existía en el país antes de
llegar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y aunque nadie
lo advierte, ese encono y enfrentamiento tampoco son nuevos. Si acaso el
tema o el escenario: la sentencia del Tribunal Constitucional y la
CIDH. Anteriormente los mismos bandos peleaban y se descalificaban por
razones políticas o electorales. Unos con el gobierno, otros contra el
gobierno. Si finalmente el informe de la CIDH fuera sesgado, nada
cambiaría en el país, y la alcahuetería de lado y lado seguiría igual,
pues alrededor del trabajo la Comisión no se originan expectativas, y
tampoco se esperan sorpresas. Nada más hay que observarla, y ver dónde
empezó y por dónde anda, ya que no solo se interesa por los efectos del
fallo del Tribunal Constitucional, sino que indaga sobre los ingenios,
como si fuera el tiempo de Pedro Mir y Hay un País en el Mundo, y
libertad de prensa, como si no fuera suficiente con la SIP. La CIDH no
Orlando Gil |
¿MIEDO?.- No puede decirse que el
dominicano haya tomado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a
chercha, pero miedo no le tiene, ni le preocupa el informe final.
Crónica de una muerte anunciada, lo considera. Y su actitud es lógica.
No sabe por dónde le entra el agua al coco, pero tampoco porque la CIDH
es tan poderosa. Como se ve, más poderosa que la OEA, de la que se
pensaba dependía, o que la ONU, que se suponía el organismo
internacional más importante, o la Unión Europea, toda una potencia
mundial, incluso al propio Caricom, al que se consideró ridículo. Si
República Dominicana superó todos esos trances, y ni siquiera una
amonestación con consecuencias, ¿qué puede importar lo que diga la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos? ¿Acaso no censuran al país
varias veces al año, y año tras año, entidades igualmente acreditadas?
Si ese es el virus que amenaza, la verdad que desde hace tiempo está
curado…
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