"Tienen la total convicción de que lo que están haciendo está bien y el resto del mundo está equivocado".
BBC Mundo.Lagos;-Así describe el abogado de Derechos Humanos
keniata Al Amin Kimathi a los miembros del grupo militante islamista
somalí al Shabab, que bombardearon dos bares repletos de gente en la
capital de Uganda, Kampala, durante la final del Mundial de Fútbol de
Sudáfrica en 2010, y ahora se adjudican el ataque a un centro comercial
en Nairobi.
"La convicción viene de -lo que
dirían- es un acto de fe", afirma Kimathi, quien pasó un año encerrado
con muchos de ellos en una prisión de Uganda.
Después de los ataques en Uganda, en los que
murieron 76 personas, Kimathi acusó a los gobiernos de Kenia y Uganda de
actuar fuera de la ley, debido al arresto de los militantes en Kenia y
su posterior envío a Uganda sin el debido proceso.
Pero tras la acusación él mismo fue arrestado y acusado de estar implicado en el complot del atentado, un cargo que él niega.
Al Shabab aseguró entonces haber llevado a cabo
el ataque porque, en aquel momento, Uganda formaba parte del contingente
de la Unión Africana en Somalia (Anisom).
Kimathi nunca tuvo un juicio y fue liberado en septiembre de 2011.
En su tiempo en la cárcel tuvo largas conversaciones con miembros de al Shabab, incluyendo los que habían puesto las bombas.
"Les dan extractos del Corán, los hadices (las
enseñanzas del profeta Mahoma), pero no les dan el privilegio de tener
una mirada crítica y de mirarlos en ningún otro contexto y confían en la
gente que los lleva a esto", explica.
"Se aprovechan de la desesperación que sienten
estas personas y es peligroso (...) Les hacen creer que son muy
importantes y que ese martirio es algo a lo que deben aspirar, la ira
por sus carencias disminuyen y pasan a sentirse cómodos hasta un punto
en el que a lo único que aspiran es a hacer una acción colectiva".
"Si sobreviven a esa acción o no, no les importa".
Remordimientos
Kimathi asegura que retó a los jóvenes miembros
de al Shabab de la prisión a que le dijeran qué autoridad coránica les
había dado derecho a llevarse la vida de inocentes.
Después de discutirlo, solían admitir que
estaban equivocados: "En muchas ocasiones veías incluso muchos
remordimientos. Pero siempre volvían con el único argumento de la
revancha".
"Decían: 'Mira, tú no has estado ahí fuera en
Somalia en toda esta guerra. Nosotros hemos estado ahí y hemos visto el
tipo de ataques de las fuerzas ugandesas y de la Unión Africana, el tipo
de redadas que llevan a cabo y este (ataque de Kampala) no es nada en
comparación con lo que hemos visto ahí'".
Kimathi cree que a pesar del lavado de cerebro, todavía es posible rescatar simpatizantes del abismo de la violencia.
"Una cosa que hay que hacer es identificar a las
personas que tienen ese tipo de mentalidad, llegar a ellos - lo que
rara vez se hace - y mostrarles que pertenecen, que hay gente que se
preocupan por ellos y que no los están persiguiendo - porque se sienten
cazados".
Fuera de la mezquita de Jamia en el centro de
Nairobi, la capital de Kenia, donde los fieles son examinados con
detectores de metal antes de orar, algunos asistentes contaron por qué
pensaban que los jóvenes se sentían atraídos a unirse a grupos como al
Shabab.
"Nuestros jóvenes están siendo utilizados", dijo
un hombre al salir de la mezquita. "No tienen un trabajo y van a hacer
cualquier cosa por un poco de dinero".
Otro asistente comentó: "Están demasiado desesperados por obtener dinero, algunos ganan menos de US$1 al día por lo que fácilmente se desvían.
"Están dispuestos y listos para hacer cualquier cosa que se les ofrezca".
Aseguró que una solución podría encontrarse en las escuelas islámicas o madrasas.
"Pero los maestros allí necesitan educación formal para comprender la importancia de una educación adecuada.
"Una gran cantidad de dinero llega a Kenia para la educación primaria gratuita, pero las madrasas se quedan fuera".
Jóvenes ignorados
Al Shabab ha perdido el control de muchas ciudades frente a tropas extranjeras |
Hay programas de lucha contra la radicalización
en Kenia, pero algunos analistas sugieren que se enfocan demasiado en la
batalla contra el terrorismo, con la policía y el ejército a la cabeza.
"Todavía hay muchas quejas en Kenia y en la
región de que la gente perversa se verá animada por el tipo de
cuestiones que alimentan a al Shabab y que determinará su ingreso tanto a
al Shabab como a otras redes afines a al Qaeda", explica Cedric Barnes,
director del proyecto para el Cuerno de África en el Grupo de Crisis
Internacional (ICG).
Esas reivindicaciones sociales incluyen la
marginación no sólo en el noreste de Kenia, donde la mayoría de los
somalíes viven, sino también en los distritos costeros.
Mientras que en las grandes ciudades, en particular Nairobi, habrá personas que sienten que no están recibiendo una oportunidad.
"Los jóvenes en particular, creo, padecen la
sensación de sentirse ignorados y no conseguir oportunidades que ven
obtener a los demás", dice Barnes.
En los últimos dos años, al Shabab se ha visto
fuertemente debilitado dentro de Somalia, donde ha perdido territorio
frente a las tropas extranjeras que luchan bajo la bandera de la Amisom.
El ataque al centro comercial Westgate
(acontecido en septiembre) parecía estar enviando un mensaje: "No somos
una fuerza acabada" -pero al Shabab también esperaba provocar una
reacción que fortaleciera al grupo.
"El pueblo de Kenia y el gobierno ahora
controlan el siguiente paso", escribe el experto Ken Menkhauswrote en el
blog político estadounidense, ThinkProgress.
"Si ellos responden a esta terrible tragedia con
moderación y respeto al debido proceso y al imperio de la ley, van a
hacer más por socavar a al Shabab que todas las operaciones
antiterroristas llevadas a cabo en el interior de Somalia.
"Si el ataque mortal consigue avivar la
violencia de los ciudadanos de Kenia o las reacciones de mano dura del
gobierno contra los residentes de Somalia, al Shabab tiene una
oportunidad de refundarse como la milicia de vanguardia que protege
somalíes contra enemigos externos.
Residentes de la localidad somalí de Nairboi, llamada Eastleigh, temen una reacción violenta. |
"Necesitan desesperadamente replantear el
conflicto en Somalia como somalíes contra extranjeros, no como somalíes
que buscan la paz y el retorno a la normalidad frente a un movimiento
yihadista tóxico", escribe Menkhaus.
Kimathi también sabe que hay un peligro al estar
en las manos de al Shabab, porque ha visto la forma en que los jóvenes
han reaccionado tras ser liberados después de años de detención."Salen enojados y se les puede escuchar diciendo
en los primeros minutos de la liberación: 'Voy a vengarme -no puedo
soportar más este tipo de injusticias'.
"En este momento hay tanta simpatía por las
autoridades, incluso de aquellas personas que han estado en los bordes
del extremismo", dice Kimathi.
"Si ellos pueden ver que la investigación y las
operaciones se llevan a cabo dentro de los límites de un orden civil,
entonces va a haber mucha colaboración y cooperación".
Pero ¿qué pasa si la respuesta es de mando dura?
"Entonces se arriesgan a alimentar el círculo
vicioso del reclutamiento y la oferta de carne de cañón para más
propaganda terrorista", advierte Kimathi.
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