Una clase poco utilizada de antidepresivos, ya aprobados por la agencia
norteamericana del medicamento (FDA, en sus siglas en inglés), parece
potencialmente eficaz en la lucha contra una forma particularmente
mortal de cáncer de pulmón, según un nuevo estudio realizado por
investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford,
en Palo Alto, California, Estados Unidos, y publicado en 'Cancer
Discovery'.
Como estos fármacos han sido aprobados por la FDA para su uso en
humanos, los investigadores fueron capaces de poner en marcha
rápidamente un ensayo clínico para probar su teoría en los pacientes. El
ensayo de fase 2 reclutó participantes con cáncer de pulmón de células
pequeñas y otras condiciones similares, como los cánceres
neuroendocrinos gastrointestinales agresivos.
La "reposición" de un medicamento existente para el tratamiento de un
trastorno distinto de aquel para el que fue aprobado inicialmente es un
ejemplo de cómo las extremadamente grandes bases de datos genéticos y
biológicos están cambiando la cara de la medicina.
"Se acorta así la década o más y los mil millones de dólares que
normalmente puede costar traducir un hallazgo de laboratorio en un
tratamiento farmacológico eficaz para desarrollar aproximadamente en
entre uno a dos años y gastando 100.000 dólares", destacó Atul Butte,
profesor asociado de Pediatría y jefe de la División de Medicina de
sistemas y director del Centro de Bioinformática Pediátrica en el
Hospital de Niños Lucile Packard en Stanford.
Julien Sage, PhD, profesor asociado de pediatría, es el otro autor
principal., PhD. Joel Neal, MD, PhD, profesor asistente de medicina, es
el investigador principal del ensayo clínico.
El cáncer de pulmón de células pequeñas representa sólo el 15 por
ciento de todos los cánceres de pulmón, pero es particularmente mortal.
"La supervivencia de cinco años para el cáncer de pulmón de células
pequeñas es sólo del 5 por ciento", alertó Sage, quien señaló que no ha
habido un solo tratamiento eficaz desarrollado en los últimos 30 años.
"Pero cuando empezamos a probar estos fármacos en células cancerosas
humanas cultivadas en un plato y en un modelo de ratón, trabajaron y
trabajaron, y funcionó", relata este investigador. Específicamente, los
fármacos activan una vía de autodestrucción celular que mata las células
cancerosas.
Los científicos utilizaron un proyecto informático desarrollado en el
laboratorio de Butte. El algoritmo funciona mediante el escaneo de los
cientos de miles de perfiles de expresión génica (recogida por múltiples
investigadores y almacenados en bases de datos de gran tamaño) a través
de muchos tipos de células y tejidos diferentes, algunos normales y
otros enfermos, algunos tratados con medicamentos y otros no. Solos,
estos perfiles no pueden significar mucho para cualquier investigador o
grupo, pero cuando se ven en conjunto, los expertos pueden seleccionar
patrones y tendencias antes insospechados.
Por ejemplo, si una vía molecular particular, se activa de forma
rutinaria (como se indica por un aumento en los niveles de expresión de
los genes implicados) en una célula de cáncer, y un fármaco se muestra
que bloquea o suprime la misma vía (por disminución de la expresión de
genes en la vía), es posible que el fármaco pueda ser utilizado para
tratar ese tipo de cáncer, independientemente de la enfermedad para la
que fue aprobado originalmente.
Este enfoque ya ha tenido éxito antes. En 2011, 'Science
Translational Medicine' informó de que un medicamento contra la úlcera
podría ser eficaz contra un subtipo diferente de cáncer de pulmón y que
un medicamento anticonvulsivo podría ser una nueva forma de tratar la
enfermedad inflamatoria intestinal.
En esta ocasión, la autora principal del estudio, la investigadora
postdoctoral Nadine Jahchan, estaba interesada en el cáncer de pulmón de
células pequeñas. Cuando los investigadores en el laboratorio Butte
utilizaron el algoritmo computarizado para identificar posibles
candidatos a fármacos, los antidepresivos tricíclicos estaban en la
parte superior de la lista. Estos medicamentos están aprobados para
tratar la depresión, pero desde entonces han sido sustituidos por nuevos
antidepresivos con menos efectos secundarios.
Jahchan probó el efecto del antidepresivo tricíclico imipramina en
células de cáncer de pulmón de células pequeñas humanas cultivadas en el
laboratorio y el crecimiento como tumores en ratones de laboratorio y
encontró que fue capaz de activar potentemente una vía de
autodestrucción en las células de cáncer y reducir o bloquear la
metástasis en los animales.
El fármaco mantiene su eficacia independientemente de si las células
cancerosas previamente habían sido expuestas y se volvían resistentes a
los tratamientos tradicionales de quimioterapia. Otro medicamento, un
antihistamínico llamado prometazina, identificado en el ordenador,
también exhibió habilidades para matar las células del cáncer.
Aunque imipramina no afectó a las células de otro tipo principal
de cáncer de pulmón llamado adenocarcinoma de pulmón no de células
pequeñas, inhibió el crecimiento de células de otros tumores
neuroendocrinos, incluyendo los cánceres neuroendocrinos pancreáticos,
un cáncer de piel agresivo llamado carcinoma de células de Merkel, y un
cáncer infantil llamado neuroblastoma.
Investigaciones posteriores mostraron que los fármacos parecen
trabajar a través de una clase de moléculas en las superficies de las
células cancerígenas llamadas receptores acoplados a la proteína G, pero
los científicos continúan investigando exactamente cómo los fármacos
matan específicamente células cancerosas neuroendocrinas.
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