Hace solo dos inviernos que los gobiernos se daban codazos por comprarlas al mejor postor en el mercado internacional. Aquellas mascarillas por las que se midió la capacidad de los departamentos de Sanidad hace solo dos inviernos, que llevaron a la dimisión de varios destacados diputados por haber recomendado tal o tal compra y haber obtenido a cambio tratos de favor o incluso comisiones, han terminado caducando en los almacenes y ahora es necesario deshacerse de ellas. Los estados federados alemanes han quemado hasta ahora 17 millones de mascarillas caducadas y hay muchas más a punto de caducar que seguramente correrán la misma suerte, en la hoguera de la histeria sanitaria europea.
Alemania tiene miles de millones de mascarillas que ya no se necesitan. En su momento, supusieron costes de compra, solo para el gobierno federal, de casi 6.000 millones de euros. A medida que van caducando deben ser removidas de los almacenes y los responsables han encontrado un término burocrático apropiado para la nueva tarea: «reciclaje térmico».
Cuatro estados federados informan que han reciclado térmicamente un total de 17,25 millones de mascarillas caducadas. El dato se ha conocido solamente porque el diario Die Welt ha preguntado uno por uno a todos los Bundeslander y ha obtenido datos de algunos de ellos, no de todos. Se han destruido 6,1 millones de mascarillas en Baden-Württemberg, 5,5 millones en Sajonia, cinco millones en Renania del Norte-Westfalia y 656.000 en Mecklemburgo-Pomerania Occidental.
El Ministerio Federal de Sanidad, en Berlín, también ha llevado a cabo hasta ahora este procedimiento con «menos de un millón de unidades», según un portavoz. La mayoría de todas ellas son mascarillas quirúrgicas, FFP2 y similares. En octubre del año pasado se anunció que el gobierno federal debía deshacerse de hasta 800 millones de mascarillas caducadas y la subcontratación de esta tarea se encarga al sector privado. La empresa de eliminación Remondis, por ejemplo, se hizo cargo en el almacén de Euskirchen, en Renania Norte-Westfalia, gracias a un contrato para el período entre el 11 de noviembre de 2022 al 30 de noviembre de 2023.
Las cremaciones tendrán lugar en los almacenes de Augsburgo, Dresde y Crailsheim y no están exentas de problemas burocráticos. La ley alemana permite quemar solamente las mascarillas que compraste tú mismo, de manera que todas aquellas que compró el gobierno central y repartió posteriormente a las regiones no pueden ser quemadas ahora por los gobiernos regionales y tendrán que hacer el viaje de vuelta antes de su eliminación. Su almacenamiento genera también costes, por lo que el gobierno central ha recibido una solicitud encabezada por el gobierno regional de Hesse para que libere de inmediato las mascarillas y poder así destruirlas in situ.
La investigación llevada a cabo por Die Welt describe al gobierno alemán sentado sobre una montaña de mascarillas caducadas que han costado miles de millones de euros y por las que habrá que seguir pagando, al menos durante todo este año, para su almacenamiento o eliminación. Según el Ministerio Sanidad, a fecha de septiembre había un total de 3.700 millones de mascarillas en el inventario federal, alrededor del 20% de las cuales son objeto de disputas legales y no pueden ser entregadas por constituir prueba de juicio.
Actualmente hay listas para su entrega, además,
1.400 millones de mascarillas quirúrgicas certificadas y 260 millones de
mascarillas FFP2, todas ellas con fecha de caducidad
posterior a finales del próximo año. Además, los Bundesländer tienen un
total de 180 millones de mascarillas en vigor en sus almacenes: Baviera
(68,5 millones), Baja Sajonia (24,6 millones) y Hesse (22,6 millones)
acumulan las mayores cantidades. En doce de las administraciones
regionales, un total de 54,3 millones de mascarillas vencerán este año o
el próximo.
Fuente: ABC;-
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