El tramo que se inicia reta al mandatario a enderezar la marcha en busca de un cambio de imagen para el año próximo porque pese a los esfuerzos, picazos y anuncios el presidente Abinader no muestra obras importantes. Lo que podría ser su legado aún carece de condenas que lo sellen.
Los pueblos con su estómago no aceptan causas y mientras el gobierno va dando tumbos por un camino empedrado la población atribuye poca pericia a quien conduce la guagua pública.
Reclaman un discurrir que supere el alto costo de la vida, la inflación galopante y el desempleo.
Aunque el presidente de la República carga la culpa de integrar un ineficiente gabinete con personas ajenas al PRM y dejó fuera a dirigentes entrenados en temas de Estado, la falla podría ser corregida para bien de la población que reclama buenos y baratos productos para la canasta familiar, una situación que no mejora pese a las declaraciones de funcionarios persuadidos que pueden bajar los precios con palabras.
El periodo para desarrollar es el más corto para el gobierno porque estará saturado de activismo político con la oposición resaltando las fallas se hará eco de las quejas, movilizará fuerzas que reclamen reivindicaciones para vender sus opciones mientras, el oficialismo podría seguir el endeudamiento y abandonar su estilo de dejar el dinero en banco y emprender obras que generen empleos.
Para su repostulación Abinader debe empeñarse en cumplir con sus promesas de bajar la comida y proporcionar seguridad porque la reforma policial sigue en agenda con la situación mundial complicada y amenazas de ponerse más difícil.
Los acontecimientos políticos del mes de julio fueron muestras del conteo regresivo para el 2024.
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