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sábado, noviembre 20, 2021

Margarita: carnada de Danilo para dañar a Leonel (¿)

PERSPECTIVA>>>   
El tema del manejo político y personal de la doctora Margarita Cedeño con respecto al doctor Leonel Fernández, del que cada ciudadano o allegado a ambos tiene una opinión particular, generalmente solo es tocado en privado, por una cuestión de respeto, de preservación de imagen o para no marchitar afectos y acercamientos con uno de ellos o con los dos. Pero—unas veces con acierto y hasta con cierta gracia y, en muchas otras, haciéndose daño propio y a su pareja y padre de su hija—ha sido la ex primera dama y vicepresidente en dos ocasiones quien ha tomado la iniciativa de airear con el gran público asuntos delicados llamados a tratarse con prudencia y fino tacto.

Con talento y condiciones personales que se le fueron conociendo con el tiempo y en su trato con el poder y en torno a la figura de Leonel Fernández—el jede del Estado, líder del PLD-gobierno y luego esposo—, es a partir del tránsito por ese puente que la dama salta a la estelaridad. El éxito puede ser muy circunstancial y multifactorial, pero atribuir la llegada a la cima o al estrellato a un factor subalterno o traído del moño, pudiera no pasar de un juego a la mezquindad, a la ingratitud y a un olvido que chocan con la inteligencia, causando un efecto contrario.

La doctora Margarita Cedeño ha tenido sus aciertos y buenos momentos políticos, pero este no es el mejor, tras el peso y demoledor efecto de no dar el paso solidario cuando a su compañero de hogar le jugaron sucio y le robaron el triunfo en la contienda interna del partido que presidia y que había llevado al poder varias veces, provocando que se fuera—por honor y dignidad—, antes de que lo echaran de allí. En una jugada equivocada, porque le desgastaba y le alejaba de ser opción, ella eligió quedarse en un PLD cuestionado, con sus males y con los verdugos de su esposo, contra quien hizo campaña (¿).

Eso lo perdonaría Leonel, por su generosidad extrema, pero poca gente del pueblo, comenzando por las demás mujeres. En esa coyuntura, quien manejaba el poder sin límite ni pudor alguno vendió a la dama, igual que al finado Reinaldo Pared, unas ilusiones que ella se creyó y compró. Pero antes, en un momento en el que la doctora Cedeño estaba bien posicionada y era verdad que sus números daban por encima de los de Medina, no fue Leonel quien le impidió que fuera la candidata, sino Danilo, el Comité Político-OTAN y la circunstancia de evitar que el partido se dividiera y perdieran las elecciones. Danilo estaba envalentonado, aunque claro de que, sin Leonel, que no estaba impedido y era quien tenía la llave en las manos, no ganaba. Cierto que Fernández pudo inclinarse a favor de su esposa, pero crearía un revuelo que podía derivar en división, lo que debía evitar a toda costa.

De ahí que prefirió sacrificarse y sacrificar a su esposa y poner a disposición de la organización el millón 200 mil firmas recolectadas a su favor. Ahí mismo, los agrupados en la llamada OTAN, que actuaban como grupo interno de presión y de posicionamiento (¿), no perdieron tiempo en organizarle un acto de apoyo a Danilo en el hotel Santo Domingo. Ya las aspiraciones de este irían sobre pasos más firmes. Faltaba algo: completar la fórmula electoral.

Se les ocurre a los ingenieros Félix Bautista y Freddy Pérez visitar a la entonces primera dama para proponerle aceptar la Vice con Danilo. Y ella, sin ocular su enfado, les repara: “¿entonces yo soy buena para ir de segunda, pero de primera no?”…No tuvieron más que “dejar el limpio”. En el ínterin, y en la sobremesa de una sesión del Consejo de Directores del Banco de Reservas, del que éramos miembro, al administrador Daniel Toribio se le ocurrió decir que su comadre, la doctora Cedeño, debía ser la compañera de boleta de Medina; que Leonel, quien podía teñirse el pelo, irse de viaje y la Presidencia volvería a sus manos tras Danilo, solo tenía que autorizar que ellos dos hablan y se pusieran de acuerdo. Y agregó que hablaría con Temo, que era quien más le llegaba a Medina.

Me adelanté y me dejé caer por el comando de campaña de la Sarasota del cuasi candidato—con el gran amigo poeta Cándido Gerón de testigo—y le referí a Danilo que “en las alturas” se estaban dando todas las condiciones para que doña Margarita fuera su compañera de fórmula electoral. El hombre se sorprendió y abrió los ojos:” ¿tú crees?…- Claro, y le di detalles. Acto seguido, me pidió que le dijera a Daniel que lo llamara, lo que hice vía un correo. Al responderme, me dijo:” Dile a Danilo que voy de viaje, que, al regreso, hablo con él y con otra persona”. Poco después, la dama–sin ocultar un dejo de disgusto ni un par de lágrimas–apareció en televisión y anunció el retiro de sus aspiraciones presidenciales. Y no lejos de ahí, se conoció que ella seria la compañera de Danilo, y fue la Vice, incluso dos veces.

En la primera, lo fue por su esposo, sin imponerla, porque abrió el candado y facilitó las cosas en aras de la unidad partidaria. Y la prefirió Danilo, que la había criticado y bloqueado ya en el CP, porque la necesitaba para que le aportara los votos que le faltaban y porque su sola presencia proyectaba la idea de unidad y de que detrás de ella estaba el apoyo de Leonel, lo que sería garantía de triunfo, como en verdad ocurrió. Eran tiempos en los que todavía Danilo, con las suyas por dentro y bien guardadas (?), tenía a Leonel como ”el líder del PLD”, le reconocía que había hecho más por el triunfo suyo que por el propio, y le prometía continuar la obra que el ahora titular de la Fuerza del Pueblo había realizado en sus tres periodos de gobierno.

Porque la historia dio un giro de 180 grados y varió el rumbo a partir de la toma del poder, cuando en vez de méritos y elogios, el hombre dice que encontró: ”un maletín lleno de facturas por pagar”, a lo que—con la asesoría temprana y macabra de Joao Santana—se agregó una campaña de descrédito contra Fernández que no tuvo tregua. De esos daños Margarita—a quien Leonel defendió de unas andanadas públicas de Felucho—no estuvo ajena (¿). Pero el mal no duró cien años y se revirtió antes (¿).

Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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