Pero, evidenciando que el régimen tiene algunos funcionarios a los que el cargo parece haberles quedado grande y que se pasan de contentos, es muy temprano para cantar victoria; al igual que para garantizar que no tendrá tropiezos en el camino y que los desplazados del poder, cuya sanción por sus actos de corrupción tomaría un tiempo, no tratarán de apostar al descrédito y al fracaso del gobierno del PRM.
Con siete meses y días de una gestión que luce dinámica y que proyecta el interés de no dejar tema fuera de la agenda oficial, el gobierno de Luis y del PRM, sin embargo, tienen de frente la realidad de una deuda que ronda el 70% del PIB e ingresos fiscales muy menguados, lo que le ponen cuesta arriba la posibilidad de encontrar los recursos con qué ejecutar y cumplir con la diversidad de obras y de nuevos proyectos que casi a diario el jefe del Ejecutivo está prometiendo y anunciándole al país.
Como
preguntaría Hipólito Mejía a Calderón en sus tiempos de candidato: ¿de
dónde van a salir los cuartos? Pese a la aguda crisis y la demanda de
recursos que no se tienen para hacerle frente a los programas sociales y
comprar las vacunas para inmunizar a toda la población, el gobierno de Abinader
se inclina a manejarse siempre con el viento a favor – que es
entendible-, evitando los ruidos o las críticas ácidas, aunque uno que
otro miembro del equipo haya “desentonado” en el camino.
Por eso el propio gobernante visita, invita o “pasa la mano “a
comunicadores y medios por lo general duros o ríspidos en sus
comentarios y críticas, sin encontrar espacio en su apretada agenda para
otros que, por su tradición de mesura, no parecen representarle peligro
ni dolor de cabeza
Por la misma razón, al jefe del Estado, aunque hasta gente de su propio partido, como Ramón Alburquerque, le crea en brazos o “atrapado” por la oligarquía del país,
muchos le atribuyen el jugar con frecuencia al populismo. De ahí lo de
la verja o muro en la frontera, una urgencia, que apoya la gran mayoría
del pais.
Y de ahí, tras un crimen grosero, la reforma policial, que debe ir y
que es un gran reto para Luis, “cueste lo que cueste”. El riesgo es no
cumplir, no hacer lo que hay que hacer.
¡Hay más!
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