Esta vez, tras el asesinato vil de una pareja cristiana, en una acción que se parece más a un tumbe de drogas que a una equivocación, ha ocurrido igual: El Gobierno ha reaccionado creando una comisión que deberá elaborar el Plan de Reforma de la institución.
Por supuesto, que uno saluda la creación de la comisión, y el compromiso del presidente Abinader, pero quiere advertir, que tanto el plan como la comisión no bastarán; -como no bastaron en los gobiernos anteriores-, si no se está dispuesto a golpear donde duele; ¿Profesionalización? sí, ¿mejoría de las condiciones de trabajo? también, pero sobre todo se ha de estar dispuesto a aplicar un régimen de consecuencias a quienes, se nieguen a cumplir los mandatos del Plan y si quiere que entre el mar, que ya está entrando.
Mucho con demasiado se ha teorizado y cacareado en este país sobre la reforma de la Policía Nacional.
Los planes se diseñan, se publican, se publicitan, y en el pasado hasta se ha hecho propaganda política con ellos, pero a la hora definitiva de los hornos, todo termina en papeles y buenas intenciones, en poesía coreada de la peor.
Reformar la Policía es una tarea de titanes que tendrá que involucrar a todos los sectores del país.
Planes de Reforma Policia hay y ha habido siempre y para todos los gustos.
Pero en el centro de todo está la necesidad de recursos, está el filtro ético que vaya sacando del cesto policial las manzanas podridas de la institución, los clanes mafiosos que a lo interno de ella actúan, y sobre todo la aplicación radical de los mandatos del Plan de Reforma que se elabore.
¿Será esta vez la vencida? Como en el bolero, “sabrá Dios, uno no sabe nunca nada”. Pero si continuamos alimentando un monstruo que en vez de generar seguridad genera terror, está sociedad seguirá llorando lágrimas de sangre, y viviendo en el infierno que representa la incierta posibilidad de la muerte.
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