El manejo de la salud y la economía frente a la crisis parece tener
efectos sobre la imagen de cada mandatario, según indican las encuestas.
El pasado 12 de marzo, durante una eucaristía virtual transmitida
desde el Vaticano, el Papa Francisco dijo que rezaba "especialmente por
las autoridades" de todo el mundo, quienes deben "tomar decisiones difíciles que no gustan al pueblo".
Sin
dudas, la crisis sanitaria, económica y social que genera la pandemia
de coronavirus, pone a prueba la capacidad de gestión de todos los
gobiernos. Especialmente, de los que enfrentan mayores dificultades, ya
sea por sus niveles de pobreza, sistemas de salud precarios, recesiones,
deudas, descontento social u otras cuestiones.
Menos de dos
meses han pasado desde que se detectó el primer caso de la enfermedad en
América Latina. Al día 2 de abril, la región ha superado los 188.000
contagios y más de 3.400 personas murieron tras haber contraído la
enfermedad covid-19.
El pasado 12 de marzo, durante una eucaristía virtual transmitida
desde el Vaticano, el Papa Francisco dijo que rezaba "especialmente por
las autoridades" de todo el mundo, quienes deben "tomar decisiones difíciles que no gustan al pueblo".
Sin
dudas, la crisis sanitaria, económica y social que genera la pandemia
de coronavirus, pone a prueba la capacidad de gestión de todos los
gobiernos. Especialmente, de los que enfrentan mayores dificultades, ya
sea por sus niveles de pobreza, sistemas de salud precarios, recesiones,
deudas, descontento social u otras cuestiones.
Menos de dos
meses han pasado desde que se detectó el primer caso de la enfermedad en
América Latina. Al día 2 de abril, la región ha superado los 188.000
contagios y más de 3.400 personas murieron tras haber contraído la
enfermedad covid-19.
Con la aparición del virus en el continente, cada presidente ha
tomado su propio camino a la hora de adoptar medidas para frenar la
pandemia. Desde las cuarentenas más prontas y restrictivas, pasando por
quienes intentaron demorar acciones preventivas para resguardar la
economía, hasta posturas llamativamente relajadas en el manejo de la
crisis. En todos los países esas decisiones reflejaron variaciones en la
desconfianza o la aprobación de los ciudadanos.
"Van a morir, lo siento"
Brasil, el primer país en reportar un paciente infectado, el 26 de febrero pasado, suma más de 6.930 afectados y una cifra de muertos que superó los 240.
Desde un primer momento, la administración de Jair Bolsonaro minimizó
la problemática, a la que ha catalogado como una "gripecita", aunque,
reconoció, una "gripecita" que puede tornarse fatal. "¿Van a morir algunos? Van a morir, lo siento", declaró.
Es
que Bolsonaro se niega a aplicar una cuarentena como lo han hecho ya
casi todos los países vecinos, porque considera que frenar la economía
provocará un "desastre". Incluso desafió las recomendaciones de su
propio Ministerio de Salud, desarrollando actividades en la calle, con
asistencia masiva. Firme en su postura, se enfrentó a gobernadores
distritales que han aplicado internamente un aislamiento social ante el
incremento exponencial de casos.
La posición del jefe de Estado tiene un alto costo para su imagen: un estudio elaborado por la encuestadora Atlas Político,
reveló que el 61 % de la población desaprueba la gestión del líder
derechista frente a la pandemia. Además, entre el 18 y el 25 de marzo,
su imagen negativa se elevó del 52 % al 57 %, mientras que la positiva
cayó del 41 % al 39 %. En tanto, vecinos de varias ciudades del país protagonizaron cacerolazos desde sus domicilios, para rechazar el manejo de las autoridades.
Reacciones tempranas, otros resultados
La
contracara de Brasil es El Salvador, uno de los países que ha tomado
medidas profundas desde el principio. Según un sondeo de la encuestadora
mexicana Mitofsky,
realizado en 11 países de Latinoamérica, el presidente Nayib Bukele,
quien además de aplicar una cuarentena total anunció un ambicioso plan
para sostener la economía, es el mandatario mejor evaluado por su
gestión frente al coronavirus, con un 97 % de aprobación.
En segundo lugar le sigue Alejandro Giammatei, presidente de
Guatemala, cuyas disposiciones han sido también radicales. Hasta el 31
de marzo, el país sumaba 39 casos en total y un fallecido.
En
Argentina, la "grieta" entre peronistas y antiperonistas parece haber
cedido significativamente con la problemática sanitaria. Como nunca
antes, funcionarios de espacios políticos duramente enfrentados se
muestran alineados en el combate sanitario. En ese marco, la figura de
Alberto Fernández, quien ha aplicado medidas drásticas para enfrentar al
coronavirus, tanto en el plano de la salud como en lo social y
económico, se afianza a buen ritmo, a pesar de haber registrado 1.133 casos y 31 decesos.
El nivel de aceptación de su gestión frente a la pandemia es de 88 %, según Mitofsky, aunque para la consultora local Analogías, este número es mayor: el 94,7 % de la sociedad dijo estar "de acuerdo" o "muy de acuerdo" con lo hecho hasta el momento. Y su imagen positiva trepó al 93,8 %.
Distinta
es la situación de Lenín Moreno en Ecuador. Después de atravesar meses
turbulentos a finales de 2019, con numerosas protestas en las calles, el
Gobierno se ha visto desbordado ante la cantidad de casos de coronavirus, y en especial, de muertos.
En Guayaquil, la ciudad más afectada por la pandemia, se han visto
cadáveres en las calles ante el colapso del sistema sanitario y de
servicios fúnebres. Cientos de familiares de personas fallecidas han
denunciado que llegaron a tener cuerpos en descomposición hasta cuatro
días dentro de sus domicilios.
A pesar de que se han cerrado las fronteras y rige un aislamiento obligatorio, solo un 14 % de los ecuatorianos aprueba la gestión de Moreno,
según el estudio realizado por Mitofsky. Es el mandatario peor evaluado
de la región, y tiene el mayor número de fallecidos después de Brasil.
"Hubo distintas velocidades de reacción. Hubo gobiernos como el de
Argentina, que no esperaron la presión social o política, sino que
tomaron el tema de salud con seriedad desde el principio; y hubo otros
que intentaron postergar la implementación de medidas para que el
impacto económico sea el menor posible", explica a RT Bruno Dalponte,
analista internacional e investigador en la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO).
"Ningún presidente ha inventado la
pólvora ni descubierto algo brillante en sus planes. Lo que han logrado
aquellos que aparecen con mejor aprobación es darse cuenta rápido de cuál es el potencial impacto del virus, y reaccionar temprano.
Luego están las estratégicas de comunicación y las políticas
específicas. Es fundamental comunicar con cierta calma, y no tomar
medidas a las corridas, cuando ya todo está fuera de control", dice el
entrevistado.
Pero, para Dalponte, más allá de los tiempos, en la
evaluación de la gestión actual también juega, a favor o en contra, el
nivel de desprestigio previo que cada mandatario tenía antes de la crisis del coronavirus.
Basta observar el caso de Sebastián Piñera en Chile (19 % de
aprobación y más de 3.400 contagios), o Iván Duque en Colombia (46 % y
1.065 infectados), dos presidentes que tuvieron que lidiar con el
descontento social desde fines del año pasado, sobre todo Piñera. "Por
una cuestión de matriz de pensamiento neoliberal, o por pensar en el
bienestar del país como si fuera equivalente al bienestar de las
empresas o la economía, ambos retrasaron lo más posible acciones que sin dudas enfrían la actividad.
Pero, finalmente, con el aumento de casos, advirtieron el costo
político y decidieron tomar otras decisiones", señala el especialista.
"En
el caso de Lenín Moreno, además de esa imagen negativa previa, hay un
sistema de salud pública sumamente deficiente o subfinanciado, a lo que
se suma la situación crítica de Guayaquil, con imágenes muy impactantes
para la opinión pública sobre lo que ocurre con las personas fallecidas
que quedan en la calle", agrega.
En México, Andrés Manuel López
Obrador, con 48 % de aprobación según la encuesta de Mitofsky, pareció
al principio subestimar la situación, llegando a recomendarle a los
mexicanos que salieran "a comer". El país ya superó los 1.378 casos
positivos y las 37 muertes. "Creo que AMLO trató de
minimizar la cuestión por temor a un desmadre de la población en
situación de informalidad laboral, que es de alrededor del 60 %. De
todas maneras, me pareció muy mal manejado desde el punto de vista de la
comunicación, y un acto de irresponsabilidad enorme", analiza Dalponte.
Bruno Dalponte, analista internacional e investigador en FLACSO
"Por su arrogancia, su soberbia, Bolsonaro no suele
seguir las recomendaciones de otros funcionarios que quizás cuentan con
otra trayectoria".
Según
el licenciado en Relaciones Internacionales, el caso de Brasil debe
observarse con un foco distinto al resto. Para Dalponte, al igual que
Donald Trump, otro 'outsider' de la política, Bolsonaro tiene una
característica especial que hace que responda menos a ese mundo. "Por su
arrogancia, su soberbia, no suele seguir las recomendaciones de otros
funcionarios que quizás cuentan con otra trayectoria, no solo en la toma
de decisiones sino también en su forma de comunicar".
Esa
actitud repercute en sus votantes, pero también en los circuitos del
poder. "A Bolsonaro no solamente se le dieron vuelta los gobernadores,
que no siguen sus lineamientos, sino también parte de su Gabinete, y los
presidentes de las dos cámaras legislativas, que ya se expresaron en
contra. Hoy, el presidente de Brasil corre real peligro ante la posibilidad de un juicio político si en las próximas semanas, tal como se prevé, se complica aún más la situación".
Emmanuel Gentile
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Fuente RT Actualidad ;-
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