No es mentira para nadie que desde un tiempo muy prolongado el país
ha estado sumergido en un clima político bastante intenso, convulsivo y
delicado. En la actualidad estamos atravesando una de la coyuntura
política más espantosa y tenebrosa en toda nuestra historia.
La
difusa manera de como recientemente se viene ejerciendo la política y
los métodos que se aplican en aras de lograr las metas estipuladas, han
dejado a muchos asombrados y perplejos, ya que cada vez, se pierden más y
más, los parámetros y límites establecidos. Los últimos eventos
políticos que se han escenificados en el país no han sido más que un
claro espejo de la realidad que vivimos hoy por hoy.
La situación se torna muy preocupante, debido a que el pueblo ha sido
claro y preciso en sus necesidades y aspiraciones, y por el contrario,
vemos como algunos actores políticos hacen caso omiso a ese reclamo
colectivo, y cada día, se empecinan aún más, en imponer una agenda con
el único y exclusivo objetivo de lograr beneficios propios, sin importar
el precio que tenga que pagar la nación en el corto y mediano plazo.
Estos
tipos de acciones, sin lugar a dudas, que han puesto de manifiesto ante
los ojos del pueblo, la ambición desmedida de poder por parte de
algunos sectores. Y lo más preocupante de todo esto, es ver como la
población cada vez más va perdiendo la confianza en el sistema de
partidos, que de por sí, ya luce fracturado y desgastado debido a los
niveles mercantilista que lo han llevado parte de sus cúpulas; quienes
se han convertido meramente en comerciantes políticos en lugar de ser
centinelas y propulsores de una mejor nación.
La democracia, la
institucionalidad y el sistema de partidos viven uno de sus mayores
desafíos en estos momentos. No es mentira para nadie que las acciones y
pasos que se están dando debido al interés y a las ansias desmesuradas
por el poder y sus mieles, de seguir en la dirección que van
indudablemente que lacerarán de forma drástica nuestro presente y futuro
al menos que la situación cambie de rumbo.
La agenda oculta que
algunos sectores pretenden a toda costa ejecutar, y los hilos que se
tejen detrás del escenario de los sucesos políticos recientes,
definitivamente que tienen un interés claro y definido en los objetivos y
metas a alcanzar por los mismos. No es mentira para nadie que estos
afanes desmedidos por mantener y controlar el poder han creado una
nebulosa que ensombrece significativamente el clima político y por ende
la democracia.
La falta de honrar la palabra y desconocer
acuerdos, al igual que, imponer mediante el poder mayoría mecánica en
las tomas de decisiones vulnerando la institucionalidad, son acciones
que no crean confianza en el pueblo, ni mucho menos son paradigmas a
seguir. La política no puede verse pura simplemente como la lucha y
permanencia del poder ya que esto sería incurrir en un gravísimo error,
ya que su objetivo fundamental es estar al servicio de la gente
respondiendo con responsabilidad, entrega y ética en aras de resolver y
satisfacer sus demandas y problemas.
Es deplorable que acciones
políticas que ya se creían superadas vuelvan a resurgir creando un
estado de incertidumbre e inestabilidad a lo que tanto nos ha costado ir
construyendo a base de sacrificio y entrega, nuestra gran República
Dominicana.
De algo, si pueden estar seguros, y es, que el tiempo
pone todo en su lugar y quienes han estado del lado correcto de la
historia jamás han sucumbido.
Podrán tratar de confundir, tal vez
de avasallar, creerse dueños absolutos de la verdad e inventar cosas que
nadie nunca creerá, pero lo que no podrán evitar, es que el pueblo
despertó y se empoderó, y que en esta fiesta de disfraces el antifaz se
cayó y más vergüenza da recogerlo que dejarlo en el suelo.
Por Iván Canals ;-
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