Con el juego fallido de apostar a la división del PLD para allanarse
el camino al poder, la oposición política del país -que ahora encabeza
el PRM- no ha podido agenciarse la mayoría que necesitaría para ganar
unas elecciones nacionales, quedando siempre “como perico en la estaca” o
con el consuelo de ejercer “el derecho al pataleo”.
Como los errores y las flaquencias que antes se achacaban a la
izquierda y que ahora capitaliza el PRM lucen ser los mismos, las cosas
apuntan a que de nuevo los que descansan su triunfo en una división por
el choque de liderazgo entre Danilo y Leonel podrían quedarse “con el
moño hecho”, y la historia repetirse.
No es verdad que cuando el tema de las primarias y en la imposición
de Camacho en la Cámara de Diputados, el PRM logró con éxito “pescar en
río revuelto” ni jugar su mejor carta en dichas coyunturas.
Y es que el costo político de esos dos traspiés fue tan alto, que
descalifican a la organización para liderar la oposición, por evidenciar
inconsistencia y falta de coherencia entre lo que dice y lo que hace
(¿).
La dualidad en el PRM no es solo porque lo lideren Abinader e
Hipólito y haya dos “líneas”, sino porque las posiciones y el accionar
del partido como institución ayudan poco a crear el factor confianza
indispensable para vender y encontrarle mercado a un proyecto
presidencial de cambio y de diferencia.
Por lo pronto, del PRM haber rechazado una oferta oficial para que
Pacheco presidiera la Cámara, no debió dejar por la libre a sus
diputados, porque los 25 que marcaron su voto por Camacho, sin
necesitarlos, no agregaban a la confrontación peledeísta, pero sí
legitimaban una elección que rompía unas reglas de juego que, por lo
menos, ayudaban a la tranquilidad político-institucional en el Congreso,
que al parecer de nuevo podría entrar en riesgo.
Eso lleva a pensar que los perremeístas que votaron por la reelección
de Camacho hubieran hecho lo mismo, de haberse sometido al
controversial proyecto de “reforma” para “habilitar” al presidente
Medina.
¿Qué ganaba con eso el PRM, que no fuera la mancha de hacer causa
común, o el que, por decisiones políticas sin excusas válidas a la
vista, le vinculen de nuevo con el sector del PLD-gobierno que, con el
control de la organización política fundada por Bosch y prácticamente de
todo el aparato del Estado, ha querido modificar la Constitución e
imponer las reglas que considere, aunque no tenga el consenso
acostumbrado de la sociedad?. Eso se ve y tiene su alto costo (¿).
No hay comentarios:
Publicar un comentario