El panorama político que experimenta actualmente el país, sin lugar a
dudas que pone al desnudo el nivel de tensión y desasosiego que se está
viviendo. Es tanto el grado de preocupación generado que la amplia
mayoría de los sectores de la vida nacional han levantado sus voces
para, que de una vez, y por todas se busque una solución definitiva a
este clima de inestabilidad que tanto afecta el buen funcionamiento de
la nación y por ende a la democracia.
Ante la realidad de los
acontecimientos que se han escenificados en los últimos meses claramente
proporcionan una amplia perspectiva de la traumática y delicada
situación que se vive hoy por hoy. Muchas han sido las voces de alerta
incluyendo funcionarios de alto nivel para que se evite de una vez y por
todas, llegar a un tramo sin retorno, que pudiera desencadenar sucesos
lamentables que lesionen el orden democrático, la paz social y la
libertad plena llegando de esta forma a un estado de crisis.
La sociedad dominicana que no es la misma de cincuenta años atrás y
que con el paso del tiempo ha ido madurando, conociendo y defendiendo
sus derechos, y que apuesta a una nueva forma del ejercicio político y
del poder ha rechazado de manera enérgica y tajante el proyecto de
modificación constitucional que sectores del oficialismo tratan de poner
en marcha de forma desmedida y arbitraria, sin tomar en consideración
la voz y la voluntad del pueblo; que pide a todo pulmón que se respete
la Constitución.
Es muy preocupante escuchar y ver en diferentes
medios funcionarios, legisladores, dirigentes políticos desafiar contra
vientos y mareas la voluntad popular, tratando de justificar acciones
infundadas con la finalidad exclusiva de imponer mediante el uso del
poder desmedido sus apetencias e intereses particulares de prolongarse
en el poder. Definitivamente, y sin lugar a engaños, que esto no es mas
que una afrenta que tendrá un costo muy alto que pagar con el devenir
del tiempo.
Lo que se vivió hace apenas unos días en las afueras
del Congreso Nacional, y de lo cual los ojos del mundo han sido
testigos, sin lugar a dudas, que no ha sido el mejor escenario, ni mucho
menos, lo más conveniente para proyectar la imagen del país que viene
siendo atacada desde hace un tiempo por sectores interesados.
La
manera brutal que fueron reprimidos decenas de legisladores y jóvenes
por policías y militares armados, que amparados en sus derechos
constitucionales, avalados por permisos para estar presente en ese
lugar, y que de forma cívica y pacífica, sin agredir a nadie, con el
levantamiento de su voz como única arma, solo pedían que se respete y
que no se viole la Constitución con el único objetivo de prolongarse en
el poder, es motivo de mucha preocupación, ya que hacer usos de acciones
represivas con el fin de coartar la libertad de expresión, el derecho a
la protesta y la libertad de tránsito son acciones propias del
autoritarismo, las cuales no tienen ningún tipo de justificación en un
Estado de Derecho.
Ojalá que la sensatez y la cordura imperen en
quienes gobiernan hoy el país. El profesor Juan Bosch debe sentir pesar
en su lecho; ya que fue un abanderado y referente de las libertades y la
democracia, quien puso como ejemplo durante su gobierno el límite del
poder y el respeto a la Carta Magna, Este ilustre no merece de que hoy
algunos de sus discípulos les den la espalda y pisoteen ese legado
histórico, y que mucho menos desoigan a un pueblo que pide con todo
fervor que se respete la constitución.
Lo lamentable de la
situación es, que hasta hace poco era impensable, y se daba como prueba
superada que el país fuera víctima de vivir este escenario tan confuso y
sombrío de tener que transitar el camino de la intranquilidad y del
desasosiego, que por demás, atenta contra el orden constitucional y la
paz social, llevando al pueblo al hartazgo de erosionar, y con ello a su
vez, poniendo la opresión por encima de la razón que es lo más
preocupante de todo.
Por Iván Canals.;-
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