No dijo nada nuevo la diputada Lucía Medina al ligar la hipotética
reelección del presidente Medina con la continuidad de empleo
peledeista. (Un hombre, un voto. Un voto... ¿un empleo?)
Así lo
vivieron los perredeístas y los reformistas cada vez que tocaron poder.
Así está grabado en la psiquis nacional y por eso es tan difícil lograr
un nivel de institucionalidad que propicie una democracia sana. Si se
hiciera la pregunta en una encuesta...
la inmensa mayoría contestará que
una vez logrado un cargo, hay que “ayudar” a la familia. O que es
normal que los funcionarios (electos y nombrados) se rodeen de amigos y
familiares “de su confianza”. La carrera administrativa de hoy es poco
más que una coartada.
No es solo una cuestión que afecte a la
política o a las instituciones públicas. Así se manejan las fuerzas del
orden, muchas empresas privadas, los gremios profesionales, asociaciones
de todo tipo...
Y todo termina siendo en un problema de
productividad y de eficiencia que está frenando al país ahora que hay
que competir fuera. Si los jóvenes bien formados no encuentran espacio
para trabajar ni en el sector público ni en el privado. Si los que más
se han preparado aspiran a irse porque aquí todo se resuelve a la
“antigua manera”. Si la política es solo un empleo y es el empleo...
¿cómo podemos creer que desde las instituciones se impulsará una mejor
sociedad? Si el empleo crece... ¿es a base de empleos públicos?, ¿esa es
la fórmula?
Lo que funcionaba para muchos sectores económicos ya no funciona. Quizá a la política le esté llegando ese momento de renovarse o morir.
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